Presos enfermos de SIDA piden que se les conceda la libertad condicional
Reclusos internados en el hospital General Penitenciario de Madrid, entre los que se encuentran 30 hospitalizados por SIDA, han entregado un escrito al Comité Ciudadano Anti-SIDA de Madrid en el que denuncian su situación hospitalaria. Los presos afirman que se encuentran en una pésima situación higiénica, denuncian falta de personal médico y especializado e, incluso, la falta de timbres en las habitaciones, lo que ha provocado situaciones dramáticas. Además, solicitan que se les aplique la libertad condicional por padecer enfermedades irreversibles, tal como prevé la ley.
Los 55 presos hospitalizados en el departamento 2, no están considerados oficialmente como infecciosos, a pesar de que desde hace casi cinco años padecen, como enfermedades más comunes, tuberculosis, SIDA y hepatitis. En el documento destacan, entre otros muchos problemas, el hecho de que a los enfermos con SIDA no se les aplica el artículo 60, contemplado en el vigente ordenamiento penitenciario, por el cual se le puede conceder la libertad condicional a un penado que padezca una enfermedad irreversible.Un médico en plantilla del hospital, que pidió no se citado, afirmó que los médicos están de acuerdo con las reivindicaciones de los presos y los funcionarios. Al comentar las críticas formuladas por los presos por las condiciones higiénicas, afirmó: "Este hospital es una verdadera cloaca". Sobre el número de presos enfermos de SIDA afirmó que estos aumentan constatemente. Los últimos análisis, que pueden elevar la cifra de enfermos, se conocerán en los próximos días.
Los presos hospitalizados, la mayoría de la prisión provincial de Carabanchel, con algo más de 2.000 reclusos en la actualidad, afirman que "cuando se ha hecho alguna contada excepción, el enfermo era ya prácticamente cadáver".
Muchos de estos reclusos destacan que han contraído la enfermedad en la cárcel. Uno de los casos más dramáticos es de Antonio Olea, de 30 años de edad, que lleva recluido diez años. Enfermo grave de SIDA, comenta: "No están tomando medidas concretas, aunque en ocasiones aparentemente parezca preocuparles el tema. No existen expertos cualificados en esta enfermedad".
Los enfermos aseguran que la cifra de muertes a lo largo de 1986 y durante el presente año es alarmante: "Resulta escalofriante la agonía de un interno en estado semiterminal sin atenciones ni cuidados de ningún tipo. Solamente, y también con excepciones, son trasladados a un hospital civil en un estado crítico cercano a la muerte".
El Comité Ciudadano Anti-SIDA de Madrid ha comprobado como estos reclusos son esposados, en algunas ocasiones, a la cama.
"Consideramos que esto es cruel, ya que difícilmente se van a escapar cuando apenas pueden moverse. La presencia de un policía fuera de la habitación es más que suficiente".
Antonio Olea considera que "desde el momento que un enfermo sele evidencia la enfermedad debería ser trasladado a un hospital civil donde puediera ser atendido y orientado por médicos cualificados con experiencia en esta enfermedad"
Otras irregularidades que denuncian y afectan tanto a los enfermos de SIDA como a todos los hospitalizados se centran en la escasez de personal: "Hay un médico de guardia para atender aproximadamente a 150 internos, y ocurre fácilmente que hay más de una urgencia de manera simultánea. Eso si al enfermo le da tiempo a llegar a la puerta y golpearla, ya que en este hospital no hay, timbres para avisar desde la cama". Olea piensa que no es dificil ni costosa la solución: "Se podrían instalar timbres o interfonos en cada celda que se comunicaran directamente con el médico de guardia, ya que a veces tardan en avisarle".
Recientemente, se han producido los casos de dos pacientes que no pudieron llegar desde la cama a la puerta, ya que se desvanecieron. Ambos se encuentran ahora hospitalizados en estado muy grave en la unidad de vigilancia intensiva del hospital Provincial.
Otro caso dramático es el de una mujer en fase terminal que espera su libertad condicional desde hace días, pese al avanzado estado de su enfermedad. Un médico del hospital señaló que al negarse a estos presos la libertad condicional en la mayoría de las veces sus familiares no llegan a verles conscientes antes de morir.
El escrito hace continuas referencias a la carencia de material imprescindible en un hospital: "Hay una silla de ruedas para todos; la higiene y la salubridad son totalmente nulas; se han dado casos de no haber, eventualmente, platos y cubiertos; no hay sillas para ver la televisión, estar en el patio o fumar en el denominado hall. Si no está incapacitado, es el enfermo quien debe limpiarse la celda antes de las nueve de la mañana, pues si no corre el riesgo de una sanción disciplinaria ¡por falta de higiene!".
Para la higiene personal se entregan dos rollos de papel higiénico, una pastilla de jabón y un tubo de pasta dentífrica mensualmente. Estos internos se asombran de la facilidad con que se les receta todo tipo de sedantes: "Conociendo que esta medicación es contraproducente, al disminuir las funciones respiratorias al margen de otras alteraciones, nos preguntamos qué pretenden". Olea subraya que "sería muy extenso detallar todas las deficiencias. Lo que queremos es que mientras estemos aquí prevalezca nuestra condición de ser humano y de enfermo, no la de preso inhumano y antisocial, como en ocasiones se nos muestra y se nos hace alusión".
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