Por la democracia
Lo que se juegan los argentinos sobrepasa simbólica, política y emocionalmente los confines latino americanos. Por eso no le han faltado apoyos al presidente Alfonsín. La democracia no es divisible, y cuando está en peligro en Buenos Aires, la situación repercute dolorosamente en París, Madrid o Atenas. Y es que, aparte de los clichés de enfrentamientos Norte-Sur o Este-Oeste, en el mundo existe otra gran línea divisoria: la que separa a aquellos países en los que el hombre es capaz de expresarse libremente de los Estados dictatoriales de obediencia ciega. La democracia en Argentina, como en otros lugares, no puede entenderse más que como una lucha permanente. Contrariamente a lo que puede inducir a creer una cierta pereza de ideas, la democracia no es algo que nos venga dado con nuestra naturaleza., 21 de abril
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