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EL DIÁLOGO ENTRE LAS SUPERPOTENCIAS

Shultz negocia en Moscú la desnuclearizacion europea

Francisco G. Basterra

El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, juega hoy en Moscú una de las últimas bazas para lograr que la Administración de Renald Reagan consiga su primer y único acuerdo de control de armamentos con la URSS antes de que se agote su presidencia. Olvidando los sueños de Reikiavik de acabar en 10 años con las armas nucleares, Washington ha escogido un objetivo de importancia militar menor, pero alcanzable: la eliminación de los euromisiles. Un acuerdo sobre los INF (cohetes de alcance intermedio), ha afirmado Reagan, es "una clara posibilidad", a pesar de que ello pueda suponer en la práctica una desnuclearización de Europa y el principio de desvincular la defensa del Viejo Continente del paraguas nuclear norteamericano.

Una nueva cumbre Reagan-Gorbachov este año, en Estados Unidos, con la Firma de un acuerdo sobre euromisiles, es el resultado que Shultz busca traer de regreso a Washington si establece un acuerdo de principio sobre los INF y garantías sobre una fórmula para reducir los cohetes de más corto alcance, en los que la URSS disfruta de una gran superioridad.La situación política interna de los dos líderes y el calendario les empujan a pactar. Un eventual tratado debiera estar listo este otoño para que el Senado pueda ratificarlo antes de que, en 1988, Estados Unidos se sumerja en la campaña de las elecciones presidenciales.

Shultz, aunque llega a Moscú como representante de una Administración dividida sobre el control de armas nucleares, espera persuadir al Kremlin de que aún es posible llegar a un acuerdo en los 21 meses que quedan de presidencia Reagan.

El presidente y Shultz han aceptado genéricamente, antes de iniciarse las conversaciones de Moscú, la última propuesta de Mijaíl Gorbachov, formulada en Praga, de negociaciones simultáneas o paralelas sobre cohetes de corto alcance instalados en la Europa del este.

Última concesión

Estas discusiones se llevarían a cabo fuera de la negociación sobre INF y constituyen la última concesión de Gorbachov para permitir un acuerdo sobre euromísiles atendiendo a la principal objeción de Washington: el desequilibrio en misiles de corto alcance existente tras la retirada de los INF.

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Pero Shultz dijo también en Helsinki que Washington no acepta la congelación del desequilibrio actual y se reserva la posibilidad de compensar la ventaja del Pacto de Varsovia, instalando misiles de corto alcance en los países aliados.

Este es actualmente el principal punto de discordia. Shultz, según fuentes diplomáticas, explorará también en Moscú la disponibilidad soviética para aceptar la eliminación total de los curomisiles, sin dejar, como estaba previsto, 100 en poder de cada superpotencia pero no en territorio europeo, para acabar del todo con el problema de la verificación de la retirada. Expertos de los dos países coinciden en que el mantenimiento de 100 cabezas nucleares es poco significativo desde el punto de vista militar.

Instrucciones restrictivas

George Shultz llegará hoy a Moscú, tras pasar un día de descanso en Helsinki, con una carta personal de Ronald Reagan para Mijail Gorbachov y unas instrucciones negociadoras muy restríctivas, decididas tras una intensa batalla en el seno de la Administración, ganada finalmente por los sectores más duros, que le impedirán utilizar la guerra de las galaxias como instrumento negociador.

Reagan, influenciado por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, ha aprobado una posición negociadora que deja abierta la posibilidad de desplegar los primeros elementos de la iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) a partir de 1994.

Este límite, unido al fracaso de Shultz de conseguir al menos un plazo de ocho años antes de retirarse del tratado ABM sobre defensas antimísiles, hace muy dificil que el secretario de Estado consiga avances en la reducción de los arsenales estratégicos. El presidente se ha negado también a aceptar el inicio de discusiones con los soviéticos sobre la interpretación del ABM, prefiriendo un dudosa lectura amplia que le permitiría aprobar los sistemas necesarios para construir su soflada defensa espacial.

Batallas perdidas

Shultz ha perdido, antes de salir de Washington, todas las batallas. Incluso el Senado, irritado por el espionaje soviético a la embajada de Estados Unidos en Moscú, debido a la falta de precauciones de Departamento de Estado, votó la semana pasada a favor de suspender la visita. Pero el presidente, después de dejar claro que el despliegue de la Iniciativa de Defensa Estratégica no es negociable, acudió en ayuda de su secretario de Estado con un discurso positivo sobre las relaciones con la Unión Sovietica.

Sin utilizar su retórica del imperio del mal, para referirse a la Unión Soviética, Reagan afirmó que las relaciones con la URSS "siguen su curso. No hay grandes motivos de excitación, pero tampoco de alarma".

El presidente, que necesita de un acuerdo con Moscú para salvar una presidencia amenazada por el Irangate y por el control demócrata del Congreso, no está dispuesto a que un escándalo de sexo y espías lo impida. Después de todo, aseguró Reagan, el espionaje es una actividad que realiza todo el mundo. Sin embargo, ha ordenado a Shultz que introduzca la guerra de los espías como cuestión importante de sus conversaciones en Moscú.

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