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Arrabal dispondrá de una compañía oficial para representar su teatro

La Dirección General de Bellas Artes ha puesto a disposición del escritor Fernando Arrabal una compañía de teatro que representará una de sus obras cada año, según reveló ayer el escritor, y que estrenará en enero su última producción, My heart devotion. Arrabal visita Madrid para presentar su última novela, La virgen roja, obra que retoma el asunto de la mujer que crió a su hija Hildegart con la esperanza de que fuera perfecta y luego la mató. Arrabal se muestra amable y tranquilo en la charla, y quizá ésa sea, como él mismo dice, "otra forma de llevar la contraria.

My heart devotion es la primera frase de la obra musical West side story: "Puerto Rico, my heart devotion...", y lleva por subtítulo "La guerra de las estrellas con Puerto Rico en la trinchera". Es la primera vez que una administración española respalda la obra de quien es, probablemente, el dramaturgo español vivo más conocido en el exterior, que sufrió cárcel durante el franquismo y se exilió en Francia en 1954.Arrabal sigue levantando enconos entre algunos españoles -él dice que no es frecuente ver a diplomáticos españoles en las representaciones de sus obras- y no hace tanto un embajador español en Haití le espetó: "Usted no es español, usted es francés". Es español, escribe en ambos idiomas, sus treinta años en Francia se le asoman en un ligero acento y algún galicismo, y no piensa volver. Se sigue considerando un exiliado, si bien, dice, "españoleo más estando fuera que dentro".

"El genio sulfúreo y el mercurial fueron los nocturnos artífices que te condujeron lentamente, pero sin error, durante tu trabajo en el horno" (página 86 de La virgen roja, Seix Barral). Con el nombre de La virgen roja se conocía popularmente a Hildegart, la hija de Aurora Rodríguez, que hace medio siglo fue asesinada por su madre cuando frustró, al enamorarse, el destino de perfección para el que había sido engendrada. Arrabal aporta una visión personal de una historia que con el tiempo se ha ido convirtiendo en mito, y casi una paradoja: "el sueño de todos los padres, tener un hijo genio", dice Arrabal. "Lo que es asombroso es que en esa ocasión se realizó".

Actrices encadenadas

Virgen roja es también el nombre de determinada amalgama que sólo se consigue con la alquimia. En la obsesión por la alquimia se fraguó la necesaria para empezar a escribir la novela, junto con algunos misterios de la vida de Cervantes; por ejemplo, aquella oscura condena que sufrió a los 19 años, cuando fue sentenciado al destierro y a que le cortaran el brazo. Se fugó antes.Arrabal gusta de la tertulia. El autor de 17 volúmenes de teatro y de una decena de novelas narra con suma naturalidad, y el interlocutor duda siempre si está diciendo la verdad. Por ejemplo, la historia de cuando Dalí le llamó a su casa de París, se presentó "soy el Divino Dalí", y le citó a medianoche en el hotel Meurice. Arrabal se encontraba con media docena de maoístas, actrices de una de sus obras, que quisieron conocer también al pintor. Arrabal pensó que la única forma de llevarlas era encadenadas, lo que aceptaron, y así lo debió de entender el portero del hotel, que nada más verles les dijo: "¿Dalí?, primer piso". A Dalí le encantó la iniciativa, pero su insistencia en referirse a las esclavas de Arrabal terminó por exasperar a una de ellas, que le preguntó su opinión por la guerra de Vietnam. "Estoy a favor", dijo Dalí. El pintor quiso azotar a una de las esclavas, y lo sorprendente es que una de ellas también quiso. Entonces Dalí sacó un nardo de alguna parte y lo quebró en el primer azote.

Arrabal concede que son tranquilos estos tiempos. "Somos espejos de la sociedad", dice, y hoy en día es inconcebible que Stalin asesine a Trotsky o que Breton expulse a Dalí del grupo superrealista. Eso explica quizá el tono actual de Arrabal, que bien pudiera ser una de las muchas facetas que todo escritor tiene, y que es amable y suave, que pide excusas cuando cree que habla demasiado y presupone de forma constante la vasta cultura de sus interlocutores sin la más mínima prueba. Amable o no, Arrabal sigue escribiendo todas las noches hasta la madrugada, y sólo para de vez en vez para proponerse problemas como la forma de resolver el enigma de Zenón -el de Aquiles y la tortuga- sobre un tablero de ajedrez.

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