El Gobierno de Pinochet intenta minimizar sus tensiones con la Iglesia chilena
El Gobierno del general Augusto Pinochet formuló el viernes (madrugada de ayer en España) una protesta verbal al nuncio del Vaticano en Chile, Angelo Sodano, expresando su malestar por las declaraciones realizadas por el obispo de Linares, Carlos Camus. En la protesta, el régimen militar chileno expresó que no se sentía "satisfecho de manera adecuada" por las rectificaciones parciales del presidente de la Conferencia Episcopal, Bernardino Piñera, a las aseveraciones de Camus. Con esta queja, a dos semanas de la visita del Papa, el Gobierno de Pinochet considera cerrado uno de los capítulos más tensos de sus relaciones con la Iglesia católica.
Según la declaración oficial, el régimen no polemizará más sobre el tema, "pasando por ahora sobre las expresiones de incomprensión y apasionamiento".Hace una semana, Camus -de tendencia progresista- había admitido en una entrevista que hubo cierto "heroísmo" por parte de los autores del atentado contra Pinochet (ocurrido el pasado 7 de septiembre) y acusó al régimen militar de "inmoralidad".
A través de una cadena de televisión, el ministro de Justicia, Hugo Rosende, protestó contra Camus. El obispo de Linares reaccionó posteriormente rectificando en parte sus expresiones al manifestar que está en contra de toda forma de terrorismo.
Pero esta matización no fue suficiente para apaciguar las movidas aguas de las relaciones entre la Iglesia y la dictadura chilena, caracterizadas por 13 años de tensiones y conflictos. Sólo la proximidad de la visita papal ha impedido al Gobierno tomar medidas más severas, según declararon fuentes oficiosas.
La Iglesia, que pidió que la polémica no prosiguiera, tuvo una reacción corporativa frente a las críticas que sufrió el obispo de Linares. A las declaraciones en favor de Camus por parte del ala progresista de la jerarquía eclesiástica no replicaron los sectores más conservadores del clero, que mantuvieron silencio.
A esta actitud han contribuido los ataques que ha sufrido la Iglesia durante los últimos 13 años. En este período, cinco sacerdotes han sido asesinados por los aparatos represivos, dos de ellos en sesiones de torturas; 88 sacerdotes y monjas han sido detenidos; 18 religiosos han sido expulsados del país, y 140 clérigos han tenido que abandonar Chile, según un recuento del teólogo Jaime Escobar.
"Cuando se escriba la historia de Chile, estos años de la dictadura van a ser los más negros de todos", dijo Camus. Los ataques del Gobierno se han concentrado en el ala progresista de la Iglesia, que inmediatamente después del golpe militar de 1973 asumió la defensa de los perseguidos y desamparados. A través del Comité pro Paz, primero, y de la Vicaría de la Solidaridad, después, la Iglesia ha promovido la reorganización del mundo popular y defendido los derechos humanos.
No dar la bendición al régimen
La jerarquía eclesiástica nunca ha querido dar su bendición al régimen "porque las políticas generales de este Gobierno no son cristianas", explicó el sacerdote Renato Hevia, director de la influyente revista católica Mensaje.A pesar de que el Vaticano intentó darle un rostro moderado a la Iglesia, nombrando a partir de 1983 a obispos de tendencia mas conservadora, los roces persistieron. Cuando el cardenal Juan Francisco Fresno, arzobispo de Santiago y promotor del Acuerdo Nacional -un pacto para volver a la democracia firmado por un amplio espectro de fuerzas políticas-, intentó presentárselo a Pinochet, el jefe del Estado se negó a hablar del tema.
Fresno tuvo una actitud distínta a la de su antecesor en el cargo, el cardenal Raúl Silva Henríquez. En septiembre de 1986, pocos días después de que el Gobierno expulsara a tres sacerdotes franceses, Fresno celebró la tradicional misa de tedéum, con la presencia de Pinochet, a pesar de las fuertes críticas del clero progresista.
En enero, un sacerdote de una barriada obrera fue desnudado y vejado por un grupo armado y en febrero la policía secreta detuvo y practicó torturas psicológicas a una sobrina de Camus. La próxima visita del Papa ha permitido cerrar formalmente la polémica sobre las expresiones del obispo de Linares, pero no cauterizar una herida abierta.
La Comisión pro Visita del Papa, que encabeza la Iglesia, estudia la posibilidad de querellarse contra los que adulteran el lema oficial de este viaje. La publicidad en televisión presenta al Papa como "mensajero de la paz", en recuerdo de su mediación entre Chile y Argentina, y no como "mensajero de la vida", por su defensa de los derechos humanos.
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