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CRISIS EN EL ANTISANDINISMO

La dimisión del líder de UNO supone un duro golpe para la política de Reagan hacia Nicaragua

Francisco G. Basterra

La dimisión de Arturo Cruz de la dirección de Unidad Nicaragüense Opositora (UNO) puede suponer el golpe definitivo que acabe con la ayuda del Congreso norteamericano a los contra y con la política de Ronald Reagan de intentar derrocar a los sandinistas financiando una guerra sucia. El continuado apoyo a los rebeldes se consideraba ya insostenible, debido al Irangate. "Ésta es la sentencia de muerte para la contra" afirmaron ayer dirigentes demócratas, que han advertido a Reagan que el Congreso ya ha aprobado su último dólar para los rebeldes y le han pedido que busque una política alternativa.

El líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Thomas Foley, afirmó tras conocer la decisión de Cruz: "Estamos dando un aviso con tiempo a la Casa Blanca de que hasta aquí hemos llegado". La confirmación de que la contra no es el instrumento capaz de cambiar el régimer. de Managua puede hacer, a medio plazo, que EE UU deje de boicotear una solución diplomática negociada en el marco regional centroamericano.Pero el presidente, que sigue empeñado en ayudar a los rebeldes para impedir una "cabeza de playa soviético-cubana" en Centroamérica, ha solicitado al Parlamento 105 millones de dólares de nueva ayuda para la contra. Reagan sostiene que abandonar su política hacia Nicaragua obligaría a la larga a una intervención directa de los marines, opción que no quiere dejar al próximo presidente.

La dimisión del hamletiano Cruz, que lleva meses amenazando con dar este paso, cayó como una bomba en Washington y dejó sorprendido al Departamento de Estado, sólo horas antes de que el Congreso votase (hoy) la entrega de 40 millones de dólares de ayuda para la contra, ya aprobados anteriormente. Los demócratas intentarán bloquearla hasta que Reagan explique dónde está el dinero iraní desviado a la contra y qué pasó con cantidades anteriores que no aparecen.

Los demócratas admiten que se trata sólo de un movimiento simbólico, ya que no cuentan con los votos necesarios para superar un seguro veto presidencial. Pero quieren dejar claro que, cuando Reagan vuelva en otoño al Congreso a solicitar 105 millones de dólares de nueva ayuda, las posibilidades de lograrla serán nulas

La presencia de Cruz -que hace unos días logró una victoria pírrica sobre su rival Adolfo Calero, que abandonó UNO- constituía una débil garantía de que la contra respetaría los derechos humanos, pondría fin a la corrupción financiera y ampliaría su base política para convertirse en un verdadero movimiento nacionalista de amplia oposición a los sandinistas.

Una posibilidad barajada por los observadores sería la aparición de Cruz, dentro de unos meses, en el interior de Nicaragua, liderando la oposición interna, una vez que se confirme el fin de la contra. En ese caso, Cruz seguiría siendo útil a Washington para una salida negociada con los sandinistas -que no tendrían que sentarse a la mesa con los rebeldes armados- en el marco del plan de paz de Costa Rica.

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Para un Congreso dominado por los demócratas, que estaba ya buscando un salida para concluir la ayuda, la decisión del respetado Cruz es la prueba de la imposibilidad de corregir el movimiento rebelde y de convertirlo en el representante de toda la oposición nicaragüense. Sólo un 20% de los norteamericanos aprueba que sus dólares sirvan para financiar a la contra. Pero el presidente y los sectores más ideologizados de su Administración han convertido este tema en la pieza clave, junto con la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), de su política exterior.

El poder de la CIA

Hace unas semanas, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams, consiguió convencer a Cruz de que continuara en el triunvirato de UNO, única posibilidad de que los rebeldes fueran aún respetados en el Congreso. Sin embargo, es la CIA la que controla realmente al Ejército rebelde (el FDN de Bermúdez y Calero), y sólo hay un brazo político, ideado por Washington el pasado año, para dar credibilidad a la contra. La Agencia Central de Inteligencia se entiende bien con Calero."Es triste, y lo lamento", afirmó ayer Abrams, personalmente implicado en el Irangate y en la red privada montada ilegalmente por Oliver North de ayuda a la contra, "pero surgirán nuevos líderes para reemplazar a Arturo Cruz. Robelo sigue, y habrá reformas". El líder republicano en el Senado y candidato a la presidencia, Robert Dole, declaró que "sería injusto castigar a la contra por los errores de la Administración".

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