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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Montserrat Caballé, bodas de plata con el Liceo

La soprano Monserrat Caballé fue objeto en la noche del miércoles de un cálido homenaje en el teatro del Liceo de Barcelona al cumplirse los 25 años de su debú en ese coliseo. El 7 de enero de 1962, la cantante pisó por primera vez el escenario en el papel de Arabella de la obra homónima de Richard Strauss. Desde entonces, ha participado en todas las temporadas liceístas -excepto una, cuando tuvo a su hijo-, interpretando hasta la fecha un total de 42 personajes.El acto estuvo presidido por el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol; el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, y el presidente de la Diputación, Antoni Dalmau. Durante el entreacto del recital de arias de ópera que ofreció la Caballé, fue descubierta una placa conmemorativa, y al término de la velada, la cantante recibió el testimonio de gratitud de asociaciones cívicas, personal del teatro, emisoras de radio y del propio consorcio del teatro. Entre los muchos mensajes de adhesión, fue leído y calurosamente aplaudido el que enviaron los Reyes de España.El tenor José Carreras se sumó al homenaje, en el que participó el coro y la orquesta del teatro, interpretando con la homenajeada, al final de la primera parte, el dúo de amor del primer acto de Otello

Homenaje a Montserrat Caballé

Arias de ópera de Mozart, Verdi, Bellini, Cilea, Puccini y Strauss. Orquesta y coro del Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 7 de enero.

Acto de amor

En unas palabras de respuesta a las que había pronunciado Jordi Pujol, Montserrat Caballé dijo que la unidad de Barcelona en torno a ella había hecho posible que "de un imposible como yo surgiera una cantante". Varias palomas lanzadas al vuelo desde el foso de la orquesta clausuraron un acto cargado de afecto y de consideración hacia una de las más grandes figuras de la lirica mundial.El escritor Terenci Moix, que pronunció una encendida glosa de apertura, no descartó el humor, teñido siempre de cariño y admiración hacia la diva, cuando dijo que se permitía presentar "un gran acto de amor a la mujer que durante 200 representaciones ha hablado de amor desde este escenario".Cuando la cantante apareció en escena, tras la interpretación por parte de la orquesta de la obertura, de Le nozze di Figaro, el teatro fue un delirio de aplausos (cuatro minutos), serpentinas y octavillas que rezaban, re spectiv ain ente: "Montserrat Caballé, catalana universal" y "eres mas que una diva".Al fin, el esperado objeto del homenaje: su voz pura, ímpecable e irrompible ante los embites de enfermedades, operaciones y anuncios catastrofistas de un declive que, por el momento, no tiene la más mínima intención de asomar su agorera nariz.

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