Los presidentes de Las Ventas reclaman la reforma del reglamento

Los cuatro presidentes de los festejos taurinos en la plaza de Las Ventas coinciden en señalar la necesidad de introducir cambios y reformas en el actual reglamento, sobre todo en el primer tercio. Consideran que la ubicación de la fiesta en el Ministerio del Interior es correcta, al tratarse de un espectáculo público, y muestran su disgusto porque la mayoría de los espectadores desconoce ese mismo reglamento. Casi todas las multas que propusieron la anterior temporada fueron para los picadores. Sin embargo, nunca han tenido una reunión para unificar criterios. Se consideran buenos aficionados, única razón que les lleva a aceptar el cargo, pues su actuación no produce devengos económicos.

Los presidentes son funcionarios del citado Ministerio del Interior, con distinta categoría administrativa. José Luis del Río y Juan Font, ambos de 61 años, y muchas temporadas presidiendo, son comisarios; Tomás Tejero, 45 años, y que estrenó esta labor la última feria de otoño, es subcomisario, y Juan Lamarca, 36 años, y tres temporadas en el cargo, es inspector. Ellos, junto a Marcelino Moronta, que iba a debutar en agosto pero se suspendió el anunciado festejo de rejones por la lluvia, y al que un posterior accidente de tráfico le mantiene alejado de toda actividad, son conscientes del poder de sus decisiones en la primera plaza del mundo.Lamarca y Font son los más radicales al enjuiciar el actual reglamento: "Todo ha cambiado en España desde 1962, fecha de su promulgación. Está obsoleto y debe hacerse uno nuevo de una vez".

Del Río y Tejero sin embargo piensan que bastaría con variar algunos de sus artículos. Aunque todos hablan de cambiar lo referente al primer tercio: tamaño de las puyas, peso de los caballos, desaparición del actual peto etcétera. Pero sin perjudicar a ese primer tercio, que consideran fundamental y cada año peor hecho, lo que ha dado lugar a que el mayor número de multas que han propuesto -"quien sanciona realmente", afirman, "es el delegado del Gobierno si acepta nuestras indicaciones, como suele ocurrir"- hayan recaído sobre los picadores.

También coinciden al defender que la fiesta siga dependiendo de Interior, por tratarse de un espectáculo público en el que pueden darse desórdenes e intentos de fraude, como de hecho sucede, sin que les parezca mal la experiencia inaugurada este año en Bilbao, donde presidió un aficionado, "aunque", afirman, "un policía siempre impone más respeto" y saben que esto puede extenderse pronto a otras comunidades autónomas. A ninguno le importan demasiado los gritos e insultos del público, pero se quejan del desconocimiento que la mayoría de los espectadores tienen del reglamento.

Del Río fue noticia la pasada temporada por su estricto cumplimiento de las normas, tanto en Madrid como en Colmenar, lo que le llevó a devolver un gran número de toros -11 de los 15 que fueron a los corrales en la feria de San Isidro- por inválidos, ante el enfado de los respectivos empresarios. En más de una ocasión el público le ovacionó.

A pesar de que nunca han tenido una reunión oficial para unificar criterios a principios de temporada, sus coincidencias las llevan hasta su admiración, "a título particular", define Tejero, "y sin que nos influya en el palco", por el toreo artistíco; así como por considerarse defensores del público, "aunque parte del mismo lo vea al revés", como expresa Font, y en augurar un buen futuro a la fiesta, "a pesar de las opiniones en contra", dice Lamarca, "de algunos parlamentarios europeos". "No tienen ni idea. La fiesta es un patrimonio cultural de los españoles que nunca se extinguirá".