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Giro inesperado en la crisis francesa por la muerte de un estudiante y la dimisión de Devaquet

Lluís Bassets

La crisis universitaria francesa dio un giro inesperado y dramático en la madrugada de ayer, sábado. Un estudiante fallecía después de ser golpeado por una patrulla de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS), y a primera hora de la mañana el ministro de Universidades, Alain Devaquet, presentaba su dimisión irrevocable. Por la tarde, una impresionante manifestación silenciosa terminaba con nuevos enfrentamientos, protagonizados por pequeños grupos exaltados.

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El conflicto ha superado el marco de la política educativa

Malik Oussekine, ciudadano francés de padres argelinos, de 22 años y estudiante de Derecho, falleció en el hospital Cachin, al que fue trasladado desde el Barrio Latino después de haber sido golpeado por tres policías de las patrullas motorizadas, que en la madrugada de ayer dispersaron a los últimos grupos de manifestantes. El viernes, después de las manifestaciones pacíficas para protestar por la actuación de la policía en la jornada del jueves, se produjeron duros enfrentamientos en distintos puntos del Barrio Latino.Malik Oussekine llegó en estado de coma al hospital. Según los médicos que lo atendieron, el joven había sufrido una intervención quirúrgica recientemente, llevaba un ano artificial y posiblemente recibía un tratamiento de diálisis. La muerte pudo sobrevenirle por paro cardiaco. La prefectura de policía de París ha abierto inmediatamente una investigación para aclarar las circunstancias del fallecimiento.

El sábado por la mañana, el ministro delegado de Universidades e Investigación, Alain Devaquet, presentaba su dimisión irrevocable, después de dos aplazamientos de una decisión que, según distintas fuentes, habría decidido tomar ya el viernes día 28, después de comprobar la amplitud de la oposición estudiantil a su proyecto de ley, y que habría reiterado anteayer, después de la manifestación del jueves.

Alain Devaquet se vio forzado a presentar un proyecto de ley en el que no creía a instancias de los sectores más duros de la mayoría conservadora. Su esfuerzo se dirigió principalmente a intentar contentar al grupo de presión más intransigente sin enfrentarse con los estudiantes.

Debilitar al Gobierno

La intervención de René Monory en nombre del Gobierno, el viernes por la noche, en la que el ministro de Educación Nacional anunció que tenía el encargo del primer ministro de ocuparse de toda la crisis, había sido ya interpretada como la práctica desaparición de Devaquet del conflicto. El ministro de Universidades habría esperado unos días para dimitir para no debilitar más la posición del Gobierno, pero los hechos del viernes lo impulsaron a no retrasar más su decisión. Devaquet no desea seguir asociando su nombre a una ley y a un conflicto en el que se ha encontrado entre dos fuegos.

Sus propias simpatías, según algunos dirigentes estudiantiles, están más cerca de los jóvenes manifestantes que de los tiburones neoliberales y ultraconservadores de la mayoría.

Como demostración de la capacidad de reacción del movimiento estudiantil y de la simpatía de la población, ayer por la tarde una manifestación de varias decenas de miles de personas se formó en las inmediaciones de la Sorbona para protestar por la actuación de la fuerza pública. A los jóvenes estudiantes se unieron numerosos profesores, así como personalidades del mundo intelectual. Grupos de manifestantes lanzaron gritos contra el Gobierno y, al final de la manifestación, se enfrentaron con fuerzas de las CRS. Todos los sindicatos han llamado a una huelga simbólica de protesta para mañana.

Los numerosos veteranos de mayo de 1968 que se juntaron en la manifestación observaban ayer que el ministro del Interior, Charles Pasqua, ha conseguido en tres días lo que no se consiguió en todas las barricadas de entonces, en términos de violencia policial.

Además del estudiante fallecido, otros dos jóvenes se encuentran en grave estado como resultado de los disparos de bombas lacrimógenas el jueves.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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