Fidel Castro, jefe de la oposición en Cuba
La Habana se embarca en un "proceso de rectificación de errores y tendencias negativas"
Cuando el telediario cubano menciona a Fidel Castro, la lista de cargos es grande. El locutor casi necesita tomar aliento para referirse al "comandante en jefe, primer secretario del partido y presidente del Consejo de Estado y de ministros". A esta lista de cargos habría que añadir uno nuevo. Se trata de un puesto inexistente en Cuba, pero Castro parece dispuesto a ocuparlo también. Un periodista cubano, fiel seguidor del régimen, lo resume brevemente: "Fidel ahora es también el jefe de la oposición en Cuba".No cabe duda de que esta nueva misión le va a dar trabajo. A lo largo de casi 30 años, el liderazgo de Castro permanece indiscutido e indiscutible. A la hora de enjuiciar la situación en Cuba, hasta los descontentos trazan una clara divisoria entre el sistema y Castro, a quien excluyen de las críticas y sitúan en una posición superior, casi más allá del bien y del mal. En una calle angosta de La Habana vieja, una mujer negra se lamenta de las penalidades de la vida cotidiana en Cuba y de la escasez de productos que se pueden conseguir con la tarjeta de racionamiento. En su modesta vivienda, la señora tiene la imagen de un santo; y a la entrada del apartamento hay una vieja foto en colores de Castro sobre una montaña con el fusil al hombro, que podrían formar parte de una antología del kitsch. A la observación "ya veo, señora, que usted tiene a la Virgen dentro de casa y a Fidel lo deja fuera, a la puerta", la negra responde: "Ah, no, no. Él está ya fuera para protegernos y defender la casa. ¿No ve que lleva el fusil?".
Una joven universitaria confiesa al periodista en un arranque de confianza: "Mira, aquí casi todos estamos descontentos, aunque nadie se atreva a confesártelo por miedo". A la pregunta de si ese descontento alcanza también a Fidel Castro, la joven responde: "No, chico, él es un cerebro". En Cuba es frecuente escuchar críticas a la situación del país, pero casi todas excluyen a Castro y dicen con frecuencia: "Si Fidel lo supiese, esto no ocurriría".
Un periodista del diario oficial Gramma define a Castro como "un dirigente que va por la vida con la luz larga y por eso ve más lejos que los demás".La crisis económica ha golpeado fuertemente a Cuba. Además de los problemas propios de un país subdesarrollado -baja cotización de las materias primas, deuda externa, etcétera-, la caída del precio del petróleo ha afectado a Cuba.
Curiosamente, el país, que no produce petróleo, ha sido perjudicado en cientos de millones de dólares por la baja del oro negro. Una de las fuentes más importantes de divisas para Cuba procedía de la reventa, a los precios elevados del mercado internacional, del petróleo barato que recibía la isla a precios especiales, enviado por la Unión Soviética.
La caída del precio del petróleo ha cerrado esa fuente de las escasas divisas fuertes que puede ingresar Cuba. Los efectos del ciclón Kate y la consiguiente baja cosecha obligaron a Cuba incluso a comprar azúcar en otros países para cumplir sus compromisos de exportación con los países socialistas.
Sin embargo, el problema que aparece de forma más palpable en Cuba es la ineficacia de la gestión económica y la ausencia de una moral de trabajo. Es el propio Castro, en su papel de líder de la oposición, quien toma la iniciativa a la hora de denunciar los problemas.
En el segundo pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, celebrado a finales de julio pasado, el líder cubano se lamentaba: "Hemos enseñado mucho marxismo, le hemos dado a mucha gente materialismo dialéctico, materialismo histórico, montones de cosas; creo que en este país no ha faltado ni libro, ni artículo, ni escrito, ni charla, ni conferencia sobre marxismo; pero no le hemos enseñado a la gente que el deber número uno del revolucionario y el del socialismo y el deber número uno del ciudadano es trabajar y producir con seriedad, con responsabilidad, con disciplina. Cuando uno lee las cosas que pasan por ahí tiene que sacar la conclusión de que aquí se ha perdido la noción de la responsabilidad, del deber, del trabajo. Así, creo sinceramente que ese es nuestro problema número uno, el mal contra el que tenemos que luchar". Estas palabras críticas de Castro no constituyen un hecho aislado, sino que son un punto más en el proceso de "rectificación de errores y tendencias negativas", seguido desde el III Congreso del Partido Comunista de Cuba, el pasado mes de febrero [hasta 1975 no había celebrado ninguno].
"Rectificar oportunamente"
En el discurso con motivo del 25º aniversario de la invasión de bahía de Cochinos, en abril, ya Castro había denunciado: "Algunas de las cosas que han originado estos problemas las hemos creado nosotros mismos y debemos también saberlas rectificar oportunamente, porque hay gente que confunde lamentablemente los ingresos del trabajo y los de la especulación y los chanchullos que lindan con el robo o constituyen verdaderos robos". En su esfuerzo por corregir los errores, el impulso que surge de la potencia intelectual y política de Castro se enfrenta con una zona de choque, que frena y obstaculiza la renovación necesaria. El aparato anquilosado y burocrático que se ha formado a lo largo de casi 30 años de revolución amenaza con engullir los intentos renovadores.
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