Alan García trata de forzar una reacción emocional de Felipe González sobre la deuda externa peruana
ENVIADO ESPECIALEl presidente peruano, Alan García, siguió ayer trabajando el corazón de Felipe González, al margen del programa previsto. Alan García, que el martes llevó personalmente a González a conocer la realidad peruana visitando la miseria de los suburbios de Lima, secuestró también ayer al jefe del Gobierno español, con quien viajó a solas para mostrarle Cuzco y Machu Picchu. En el equipo económico de la delegación española se teme que Alan García trate con este tipo de gestos de forzar una reacción de González con respecto a la deuda externa peruana.
La visita a Perú concluirá hoy, jueves, con la firma de una declaración conjunta. A mediodía, González seguirá viaje a Cuba, tercera y última etapa de su viaje latinoamericano.En el sector tecnócrata de la delegación española se temía ayer que el estilo de Alan García de trabajar el corazón de Felipe González pudiera desvirtuar las previsiones iniciales del viaje, rompiendo el. compromiso de no ofrecer nueva ayuda económica en tanto sigan bloqueadas las cuentas pendientes, que ascienden con España a más de 42.000 millones de pesetas.
Pero Alan García, aparentemente, no quiere dinero, sino que busca una declaración pública por parte de Felipe González de comprensión y solidaridad con la posición peruana de no hacer frente al pago de su deuda externa nada más que con el 10% del valor de sus exportaciones y negociar directamente con los acreedores, sin tener como intermediario al Fondo Monetario Internacional.
Una fuente peruana dijo ayer que la disposición inicial española era "comprender la posición peruana", mientras Alan García desea que además de comprensión haya "solidaridad", y que el Gobierno español lo exprese y defienda así ante sus socios de la Comunidad Europea (CE).
El presidente peruano, según la misma fuente, sabía que Felipe González "no traía nada bajo el brazo", en forma de créditos o de otro tipo de ayuda económica. Y por eso habría dado ese golpe de efecto, mostrando a su huesped el dramatismo y la miseria de los barrios periféricos de Lima, en un mensaje no solamente dirigido a él sino también a la comunidad financiera internacional.
En la delegación española preocupaba este golpe de efecto de Alan García por la reacción que pudiera tener en el presidente González, quien habrá comprobado personalmente una realidad peruana mucho más compleja y difícil que la que le hubiera mostrado el programa oficial.
En su segundo día de estancia en Lima, Alan García volvió a romper el protocolo y dejó plantados a los que siguen el viaje del presidente González. Los actos del programa de ayer se anularon o se alteraron de hora.
El 'otro' Perú
Un encuentro con los periodistas españoles se canceló y a las delegaciones oficiales se les dio la oportunidad de descansar o hacer turismo.Entre tanto, Alan García y Felipe González, acompañados únicamente de cuatro personas de seguridad, recorrían a solas el otro Perú: la histórica ciudad de Cuzco, las ruinas de Machu Picchu, la fortaleza inca de Sacsahuaman y el templo de Coricancha, lejos de la curiosidad de periodistas y fotógrafos que se enteraron del cambio de programa cuando se despertaron ayer.
El viaje se mantuvo en secreto hasta la madrugada por razones de seguridad. Pero por parte española, con la esperanza de que se cancelara, aduciendo razones de cansancio de González.
En medios de la delegación española -en la que se incluyen los ministros de Exteriores, de Economía y Hacienda y de Cultura- no se veía con simpatía el nuevo secuestro del presidente por parte de Alan García, que ha desbaratado todos los actos negociados cuidadosamente para esta visita.
Se calcula que de los seis millones de personas que habitan en Lima, más de tres millones lo hacen en los llamados pueblos jóvenes, un eufemismo para definir el chabolismo que rodea la capital peruana, calificada en algún momento como la "Calcuta de América".
La continuidad del viaje de Felipe González a Perú estaba previsto que siguiera ayer tarde (noche-madrugada en España) tras el regreso de los dos presidentes de Gobierno a Lima. En cualquier caso, y dado el estilo Alan no se sabía ni la hora de regreso, ni la continuidad de los actos, entre los que figuraba una visita a la alcaldía, que ostenta el dirigente de Izquierda Unida, Alfonso Barrantes, un discurso de Felipe González ante el Congreso peruano y una cena ofrecida por el jefe del Gobierno español al presidente peruano, con intercambios de discursos políticos.
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