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La protección al cine en España desplaza la figura del productor

Las subvenciones que distintos organismos oficiales destinan a la cinematografía están produciendo un nuevo fenómeno en el mercado del celuloide español, debido a que esas ayuda económicas hacen que la figura del productor parezca no ser necesaria y que el director pueda hacer frente a los gastos que origina su película. Baste con poner un ejemplo: de las 45 películas que esta temporada ha subvencionado el Ministerio de Cultura, 18 han sido producidas por sus propios directores. Mientras que el director del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), Fernando Méndez Leite, considera que éste es un fenómeno normal nada preocupante, algunos productores opinan que la industria española ha entrado en un callejón sin salida.

Las ayudas para la financiación de películas, canalizadas desde el Ministerio de Cultura, las comunidades autónomas o la televisión han hecho que, a lo largo de los dos últimos años, la industria española haya modificado su actuación a través de hechos como la reducción del número de películas filmadas por año, o la transformación de algunos directores en productores de sus filmes. Esto último ha sido posible gracias a que la suma de ayudas económicas (ICAA, televisiones, comunidades autónomas) ha permitido que el director pueda poner en marcha su proyecto sin tener que hacer los tradicionales recorridos en busca de alguien que financie su película porque ésta es suficientemente buena como para recuperar en la taquilla el dinero invertido. La misma Pilar Miró es un ejemplo en este sentido al dirigir y producir su último filme, Werther.

Almodóvar, productor

Al margen del caso de la ex directora general de cine y actual responsable de RTVE, de las 45 películas que el pasado año subvencionó el Ministerio de Cultura, 18 fueron producidas por sus directores. Uno de estos casos lo constituye Pedro Alvodóvar con La ley del deseo, quinto filme de este cineasta, para el que montó la productora El Deseo, S. A.Almodóvar cuenta que el presupuesto de esta película ha sido de 107 millones de pesetas. Cuando solicitó una subvención en el ICAA, le rebajaron el presupuesto a 96 millones y se le concedieron 38 millones de adelanto. En TVE pidió el derecho de antena (venta de los derechos de emisión durante 30 años a partir del segundo año de explotación), pero no consiguió nada. A través de la Comunidad de Madrid logró un préstamo de 20 millones que la Consejería e Industria de la comunidad gestionó para ayuda a empresas. El resto del dinero, lo puso el director del filme con dos de sus hermanos.

"Me decidí a producir yo mismo mi película -explica Almodóvar- porque para mí está claro que la ley Miró favorece al productor. De hecho, el productor legendario ha desaparecido y ahora se ha convertido en mero administrativo. Yo creo que está bien que el director sepa como funciona la administración de una película y, de paso, a los productores se les bajan los humos. Creo que está bien que seas tú mismo el que decide sobre tu película, y nadie mejor que tú mismo para velar por los intereses de tu dinero. La parte negativa es que, aunque no he sido nunca un director caprichoso en el sentido de pedir cosas. costosísimas sin ton ni son, al ser productor controlo más los gastos, y eso no es bueno a la hora de crear".

En el mundo de la producción, las opiniones sobre este tema son bastante dispares, y conviene señalar que dos conocidos productores prefieren no hacer pública su postura ante este tema. "Todos jugamos con el dinero, y mucho, que se reparte desde distintos organismos", dicen. "Vivimos de esto y es mejor esperar".

Nuevo tipo de cineasta

Luis Megino, uno de los productores más relevantes de la industria española, dice que esta transformación en el sector "puede ser maravillosa o una insensatez. Me parece bien porque la condición de productor no es una marca de nacimiento. Opino que el mercado español necesita un nuevo tipo de cineasta, siempre que no se dedique a mirarse el ombligo, tal como ocurre en algunos casos".El productor José Frade, con 60 películas firmadas en 25 años de profesión, no ve estas transformaciones con la misma tranquilidad que Luis Megino. La preocupación de Frade por la situación de la industria española llega al extremo de que él mismo ha promovido la redacción de un documento, avalado ya por unas 60 firmas, en el que se pide la modificación de la forma en la que se ha venido aplicando el decreto Miró.

Callejón sin salida

El productor José Frade cree que la industria está en un callejón sin salida y en un punto extremadamente peligroso, porque no sólo se hacen menos películas sino que la totalidad de las que se hacen están hechas para gustar a la subcomisión que concede las ayudas del ICAA, no para gustar el público.A Frade le parece literalmente nefasta esta situación, que hace que no se mueva dinero privado para buscar una película que guste al mayor número de personas posible, sino sólo y exclusivamente a los miembros de la citada comisión encargada de conceder las ayudas. "¿Qué ocurre?", reflexiona Frade, "que las películas españolas son cada vez más aburridas porque parece que la comisión se divierte con adaptaciones literarias o temas de posguerra exclusivamente y no hay filmes en los que haya algo de la vida cotidiana de 1986. Nada".

Frade añade que cualquier director puede poner en marcha una película cuyo contenido guste a la subcomisión, pero que luego ese director sólo se preocupa de sumar subvenciones y no de rentabilizar su película en el mercado interno, y mucho menos en el extranjero, donde las películas son cada vez más inexistentes e irrelevantes.

En este sentido, la petición que promueve Frade para modificar la aplicación de un decreto que él califica de muy bueno en sus intenciones, pero deplorable en su aplicación, consiste en tener al público como objetivo de la película. Para él es suficiente con la ayuda de un 15% que tienen todas las películas sobre su recaudación en taquilla, el 25% sobre esa misma recaudación con que cuentan los filmes cuyo coste sea de más de 55 millones de pesetas y el 25% que supone el reconocimiento de especial calidad.

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