Una vuelta forzada a la 'tradicional' amistad con Moscú
Los dirigentes prosoviéticos de Afganistán tratan de vincular la presencia de la URSS en la vida militar, política, económica y cultural del país a la tradición iniciada con los tratados de amistad y cooperación de los años veinte y desarrollada con la ayuda militar que Afganistán comenzó a recibir de la URSS en los años cincuenta. No es de buen tono recordar hoy el viaje que Jruschov realizara a Kabul en diciembre de 1955, pero en el palacio real de Arg, en Kabul, que es hoy sede del Consejo Central Revolucionario, unas fotografías recuerdan el viaje que el rey Amanulah realizó a Moscú en 1926.
Asimismo, en el Museo de Armamento, al aire libre, se exhibe el famoso tanque T-34 que se hizo popular durante la II Guerra Mundial y que el Ejército afgano recibiera en 1956.La tecnología militar soviética, señalan medios diplomáticos, se ha perfeccionado en Afganistán. Ejemplo de esta tecnología está en los fusiles kalashnikov de fabricación china que se exhiben en el museo de las armas capturadas junto a ingenios de fabricación británica (incluidos lanzamisiles tierra-aire), norteamericana, suiza, paquistaní o italiana. Se trata aquí de mostrar la ayuda internacional recibida por la guerrilla.
Las armas de fabricación directa soviética que eventualmente puedan encontrarse en manos de la oposición armada "se llevan a los almacenes, pues no demuestran nada", según nos decía un funcionario afgano. La presencia soviética se percibe, a veces como aparatosa en las calless de Kabul, pues pocos son los soviéticos que se aventuran solos por la capital. Un Oficial de urtiforme pasa ante nosotros rodeado de tres soldados con metralletas en las manos. El grupo acaba metiéndose en una peletería, de la calle de los Pollos. El oficial sólo quiere comprarse tina gorra, pero ha dado un susto mayúsculo al peletero y él mismo está tenso y en guardia. Algo más lejos, un soldado afgano que dormita salta como si le hubieran pinchado cuando dos mujeres en chador se acercan a la puerta de la oficina de Aeraflot (línea aérea soviética).
El régimen afgano trata aún de justificar la entrada del Ejército soviético en Afganistán, que se realizó en virtud del tratado de amistad de 1978. Desde las páginas de Kabul New Times, el jurista Ghalamsakhi Masoon recurre a comparaciones tan peregrinas como la asistencia de la Rusia zarista al imperio austriaco en 1849 o la "asistencia" (sic) soviética, británica y francesa a España durante la guerra civil.
La identidad de los jefes supremos del Ejército soviético en Afganistán es un misterio oficial. Altos mandos cuya posición exacta en la jerarquía se omitía desfilaron por las tribunas desde donde se dijo adiós hace unos días a los primeros regimientos soviéticos que se marchaban. En medios occidentales se cree que en Afiganistán hay unos 10.000 consejeros militares soviéticos.
Al igual que Babrak Karmal, de 58 años, fuera sustituido por Najib, de 40, en nombre de los nuevos tiempos, también el embajador de la URSS fue relevado hace poco. Pavel Mozhaev de 56 años, reemplazó a Fikryat Tabeyeb, que llegó a Kabul un mes antes de la entrada de las tropas soviéticas en 1979. Tabeyeb tenía amplía experiencia en cuestiones islámicas, Mozhaev ha pasado su vida, profesional en el aparato del partido en Leningrado. Curiosamente, Leningrado nutre de cuadros los aparatos del partido comunista en las repúblicas asiáticas de la URSS.
Dependencia de la URSS
Económicamente, Afganistán depende fuertemente de la URSS, que acapara el 65% del comercio exterior afigano. Según datos occidentales, Moscú gasta 3.000 millones de dólares anuales contra la guerrilla y ha gastado otros 800 millones en ayuda económica para el régimen de Kabul. La cooperación afgano-soviética incluye donaciones y comercio retribuido con créditos y compensaciones a base de gas. Afganistán, que Iplanea una extracción de 2.700 millones de metros cúbicos anuales para su primer plan quinquenal (1986-1990), exporta a la URSS 2.400 millones de metros cúbicos. Los contadores están en la URS S, pero esto no causa problema a los dirigentes afganos, quienes mantienen que la URSS paga por el gas (130,7 dólares por metro cúbico en 1985) más que en el mercado inundial. La ayuda soviética, que se duplicará en este quinquenio, está integrada por exportaciones a crédito en un 85%. La ayuda de Moscú no siempre llega a la población de forma filantrópica. Najib se quejaba del "sabotaje económico", "la subversión" y "la falta de capacidad organizativa de nuestros expertos", que hacían pasar la ayuda por "las sucias manos de los acaparadores".
La URSS contribuye a la formación de las nuevas elites. Cada año, 1.500 afiganos acuden a las universidades soviéticas. Hoy, "lo más sagrado", según decía, Najib en julio, "es la amistad con la URSS", pues "sin ella la vida es imposible para nosotros". "¿Acaso está bien cortar el árbol en el que estamos sentados?".
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