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LAS SUPERPOTENCIAS SE EXPLICAN

EE UU pide a Moscú que no desaproveche la ocasión histórica de negociar el desarme nuclear

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan, minutos después de que Mijail Gorbachov se dirigiera a él y al pueblo de la URSS a través de la televisión soviética, expresó ayer su convencimiento de que se profundizarán las negociaciones con Moscú después de Reikiavik. El presidente de Estados Unidos pidió a Gorbachov que no desaproveche "esta oportunidad histórica" de alcanzar acuerdos sobre un auténtico desarme nuclear, tras el "importante y real progreso" que se logró en la cumbre. Reagan cree que se han sentado las bases para "profundas reducciones" en los arsenales nucleares de ambos países.

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Reagan expresó estas opiniones al dirigirse en la Casa Blanca a un grupo de la Agencia para el Control de Armamentos y el Desarme (ADCA). El presidente comparó lo sucedido a las maniobras sindicales que él vivió cuando discutía con los comunistas en los sindicatos de Hollywood, en los años cuarenta, y reiteró que lo ocurrido en Reikiavik no es una ruptura definitiva.Los soviéticos "comprenden" la postura de EE UU, aseguró el presidente, "pero quieren ver hasta donde pueden empujar [a Washington] en público antes de llegar a un acuerdo".

Ronald Reagan y toda su Administración iniciaron ayer una intensa campaña de propaganda dirigida a recomponer los platos rotos en el colapso de la cumbre de Islandia, minimizar los daños y mantener abierto el diálogo con la Unión Soviética. Nunca se han prodigado tanto el presidente y todos los expertos del Gobierno; están disponibles para hablar y ser entrevistados en una gran operación destinada a influir, sobre una opinión pública confusa sobre lo sucedido.

La estrategia norteamericana es tratar de salvar los progresos realizados en Reikiavik, en materia de euromisiles y armas estratégicas, y reconstruir el diálogo en Ginebra partiendo de los avances históricos que Washington y Moscú estuvieron a punto de firmar, si no se hubiera cruzado el visionario sistema de defensa espacial, conocido popularmente como guerra de las galaxias.

Infarto para los generales

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El influyente senador Sam Nunn, uno de los grandes expertos del Congreso en temas de defensa, advirtió ayer, sin embargo, que si los soviéticos hubieran aceptado las propuestas de EE UU de eliminar todos los misiles balísticos, dejando las defensas del país y de los aliados superadas por las mayores fuerzas convencionales soviéticas, "a todos los generales del ejército, la fuerza aérea y probablemente también algunos almirantes, les habría dado un infarto".

El intento de convertir el fracaso en un aparente éxito cargado de esperanzas es una tarea difícil. Son muchos los que piensan en EE UU que Reagan no debió ir nunca a Islandia y que, en definitiva, cayó en una trampa tendida por Gorbachov. Para Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional del anterior presidente, Jimmy Carter, el objetivo de Moscú era presentar a Reagan tina serie de propuestas cuyo rechazo provocaría su condena por la opinión mundial. No había ningún acuerdo preparado para la firma, como ocurre en casi todas las cumbres, ya que la negociaciones en Ginebra estaban en punto muerto.

El presidente, que había anunciado que no negociaría acuerdos concretos ni sustantivos y que se dedicaría a exponer principios generales, entró en los detalles de una negociación sobre números, para la que no estaba preparado. Los soviéticos traían propuestas concretas. En tan sólo 48 horas, cogidos por sorpresa, los negociadores norteamericanos se enfrentaron a una tarea ímposible: decir sí o no a unas ofertas de trascendencia histórica y claves para la seguridad nacional de EE UU en los próximos 25 años.

Reagan, en su discurso del martes, se mostró optimista de poder alcanzar acuerdos con Mijail Gorbachov "que podrían llevar a un mundo más seguro sin armas nucleares". "La puerta está abierta y nuestros negociadores están dispuestos a ir a Ginebra".

El presidente, que todavía no se ha recuperado de la más dura negociación de su carrera política, 11 horas de tensas discusiones con el líder del Kremlin, inició ayer un frenético contraataque. Recibió a los presentadores de los telediarios de las tres principales cadenas de televisión en EE UU, que todas las noches definen el mundo para 50 millones de hogares norteamericanos.

También explicó a los más importantes columnistas de Estados Unidos por qué el colapso de Islandia se puede convertir en un éxito a medio plazo. Allí estaba el gurú de los comentaristas estadounidenses, el ultraconservador pero muy brillante George Will, que había sido especialmente duro con el presidente aconsejándole no acudir a Reikiavik. Ayer, Will dio un giro de 180 grados y dijo que Reagan ha escrito en Islandia "la mejor hora de su presidencia".

No lamentarse

El presidente está preocupado por la posibilidad de que la incapacidad de Regar a un acuerdo con Gorbachov perjudique a los candidatos republicanos en las elecciones legislativas del 4 de noviembre. Se trata de no lamentar lo ocurrido y explicar el aparente fracaso como un paso en la dirección correcta que, a medio plazo, puede ser útil.

[Los jefes de las diplomacias de EE UU y de la URSS, George Shultz y Edvard Shevardnadze, podrían reunirse en Viena el próximo 4 de noviembre con ocasión de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa. La Casa Blanca puntualizó ayer que si bien es probable que se produzca dicha reunión, ésta no ha sido concertada, informa Efe].

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