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DANZA

El carrusel de la vida

Margie Gillis posee una belleza física rotunda no exenta de sensualidad. Sus formas están en las antípodas de la ballerina, y sin embargo cuando acude a unos casi imperceptibles bocetos aéreos se vuelve ingrávida. El suelo es para ella un resorte propulsor para los pies, que ella coloca hacia, dentro convirtiendo la postura en un símbolo de cierta anarquía hacia las colocaciones corporales entendidas culturalmente como correctas.Third world dream se arma alrededor de lo que puede ser una gigantesca maqueta de una porcelana de. Capodimonte de la que surge una niña buena que salta y sonríe relajadamente. Es un solo con humor que recrea cierta estética victoriana.

Wattzing,Matilda es el drama simple de soportar la cotidianeidad. Gillis se propone desmembrar el orden dramático de los pasos en un alarde que es siempre interior. Su baile es por momentos demasiado aséptico para nosotros, y el sistema de su danza, como en Duncan, está basado en una entrega total al receptor.,

Margie Gillis (Canadá)

Third world dream: Gillis / Talking Heads; Wattzing Matilda: Gillis / Tom Waits; Give me your heart tonight: Gillis / Shakin'Stevens; Broken English: Gillis Marianne Faithfull; Nocturne: Martha Clarke / Mendelsonh; Secrets: Gillis / Michel Terrien; How the rosehips quiver. Gillis / DaIglish y Larson.III Festival de Otoño de Madrid. Teatro Monumental, 12 de octubre.

Nocturne, de Martha Clarke, es una evocación sin ironía. Es el fantasma liberado de una antigua bailarina romántica que busca en el vacío la articulación de unos pasos que ha. olvidado.

Se sugiere de lejos el segundo acto de Giselle, y la mano hace de ala de seda por sobre el torso desnudo. Un detalle mímico recuerda a la reina de las Willis del mismo ballet cuando escucha las trompetas de caza.

Secrets resucita a Louis Fuller y su capa con bastones que prolongan los brazos. Es una danza orientalizante con mucho de expresionista, anteponiendo el sentido del baile a las exigencias formales de un movimiento preconcebido.

El baile de Margie Gillis termina como una caja de música que es también el carrusel de la vida, girando en una geometría liberada que tendrá que ser medida después, cuando su honestidad artística haya sido asimilada históricamente.

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