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Los jornaleros andaluces se manifestaron de nuevo en Madrid

Los jornaleros andaluces, que ayer cumplieron cuatro días de permanencia en Madrid solicitando el indulto de Diego Cañamero y la anulación de otros 600 procesos abiertos por la ocupación de fincas, intentaron de nuevo llegar hasta el palacio de la Moncloa para exponer sus reivindicaciones. Ante la oposición de la Policía Nacional, que detuvo la marcha a unos 200 metros de la presidencia, los 300 braceros se dirigieron, en fila de uno, hacia la sede del Ministerio de Justicia, en la calle de San Bernardo.En fila, sin romper en ningún momento el orden, enarbolando banderas andaluzas, los jornaleros recorrieron la calle de la Princesa, Alberto Aguilera y, San Bernardo. A la altura de la calle de La Palma, la Policía Nacional detuvo la manifestación, prohibiéndole continuar y desviándola por calles laterales lejos de la sede del Ministerio de Justicia.

En ningún momento se interrumpió el tráfico. Los jornaleros, algunos descamisados y todos sudorosos, se detenían ante los semáforos y cedían el paso a los automóviles para que pudieran seguir su marcha.

Desde algunos vehículos se lanzaron gritos de aliento y se aplaudió a los andaluces. Los manifestantes gritaron: "amnistía, libertad" y "Felipe, tú no eres andaluz".

Diego Cañamero se incorporó a la manifestación a la altura de San Bernardo. Durante toda la mañana el líder obrero había estado ilocalizable, descansando en algún lugar y esperando noticias del juzgado de Morón de la Frontera, donde debía haberse presentado el viernes para cumplir condena de un mes y un día de prisión.

Los jornaleros aún no han decidido cuándo abandonarán Madrid. De momento, continuarán llevando a cabo acciones de protesta entre las que no se descarta una huelga de hambre que tendría lugar entre los muros de la iglesia de Santo Tomás de Aquino.

Algunas voces expresaron ayer su temor de que las acciones se radicalicen. A pesar de las muestras de solidaridad de los madrileños, las condiciones de los jornaleros son penosas. El templo donde permanecen no reúne las mínimas condiciones para habitarlo durante más días, aunque duerman en domicilios particulares, toda la jornada la pasan en el templo.

Aislados, sin teléfono -salvo el que un alcalde del cinturón de Madrid ha puesto en un coche a su disposición-, con un calor insorportable, comiendo bocadillos, los hombres y mujeres de Andalucía empiezan a mostrar en su rostro el cansancio de cuatro días agotadores.

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