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EVOCACIÓN DE UN VERANO SANGRIENTO

El héroe receloso

Antonio Ordóñez tendría que haber protagonizado ayer un nuevo mano a mano -esta vez dialéctico- con su cuñado y rival en la arena, Luis Migyel Dominguín. Ambos son los protagonistas -héroe y antihéroe, el bueno y el malo- de El verano peligroso, obra póstuma de Ernest Hemingway, publicada en España por la editorial Planeta. No hubo mano a mano: Luis Miguel Dominguín estaba enfermo, y Antonio Ordóñez tuvo que dar solo la cara por su amigo norteamericano.Antonio Ordóñez, de 54 años, que estos días ha rehuido en Santander el contacto con los periodistas, se mostró sumamente receloso en la mesa redonda con la que se dio fin al seminario. Él tenía una fortísima amistad con Ernest Hemingway e incluso dijo encontrarse dolido porque la obra mencíonada sea un mero resumen -mal traducido, según Ordóñez- de 40.000 palabras cribadas de un total de 120.000 que Hemingway escribió originalmente por encargo de la revista Life.

Pero el héroe está receloso y su amistad con el escritor no le deja ver ninguna de las evidencias ajenas a lo que ocurría en el rueda. Por no querer ver, no está siquiera dispuesto a reconocer que su amigo se suicidó. Prefiere pensar que los dos tiros con los que Hemingway se levantó la cabeza fueron producto de un lamentable accidente. "Ningún amigo mío se suicida", dice ahora el torero. Y mucho menos permite Ordóñez que se dude de la virilidad del escritor al que se asoció, ya que entre ellos se llamaban socios, y explicó Ordóñez que su sociedad consistía en que Hemingway se comprometió a no torear nunca, siempre que Ordóñez no escribiera un libro.

Nos gustaba la muerte

Al único trapo al que ayer quiso entrar Ordóñez fue al estrictamente taurino. Es más, al comienzo de la mesa redonda advirtió que él tenía un abuelo gallego y como tal sabría comportarse si se planteaba un tema del que no quisiera hablar. Así, Antonio Ordóñez contó que su primer encuentro con Hemingway se produjo en 1953. Ahí nació la amistad, que se intensificaría en el verano de 1959. Ordóñez dice del escritor norteamericano que era "humano, sensible, romántico, con mucho amor por sus cosas y muy comprensivo con los problemas de sus sernejantes". En la lista de alabanzas, Antonio Ordóñez quiso aclarar ante el auditorio que mienten todos aquellos que dicen que su amigo era un alcohólico. "Puedo asegurar que no bebía más de lo normal", dijo.Del gusto por la muerte que se supone que sentía Ernest Hemingway, Ordóñez aseguró: "Tanto a Ernesto como a mí nos gustaba la muerte hasta un límite. Sobre el filo de la navaja. Puedo decirles que cuando estábamos en la finca preferíamos tirar al plato que disparar al pájaro. A nosotros nos daba tristeza matar al toro, porque cuando le matas ves que es un ser al que has querido mucho y que te ha querido mucho. Esto Ernesto lo entendía".

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