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Valentín Rasputín: "Es mejor volver a las cavernas que construir centrales nucleares"

El ecologista de Siberia resume el VIII Congreso de Escritores de la URSS

Pilar Bonet

"Creo que es mejor volver a las cavernas que construir centrales nucleares de un modo tal que se continúe destruyendo nuestra Tierra", manifestó el escritor siberiano ecologista Valentín Rasputín, de 49 años, en una entrevista con EL PAÍS realizada inmediatamente después del VIII Congreso de la Unión de Escritores de la URSS, al que asistió como delegado y en el que surgieron los problemas ecológicos, incluido el accidente de la central nuclear de Chernobil.

También se aludió en el Congreso a la responsabilidad de la Academia de Ciencias de la URSS y su presidente, Anatoli Alexandrov, en la destrucción de la naturaleza en nombre de una determinada idea de progreso.Rasputín, uno de los escritores más populares de la URSS, que comenzó su actividad en los años sesenta, vive en Irkutsk, junto al lago Balkal, contra cuya contaminación industrial lucha desde hace años, convencido de que el escritor es Ia conciencia del pueblo" y tiene "una relación más estrecha con la naturaleza que el tecnócrata". Piensa que las cuestiones ecológicas son decisivas para el Futuro de la humanidad.

El escritor dice sentirse "no muy optimista ante las cuestiones ecológicas" y ser ahora menos optimista que "hace cuatro meses". Afirma que la ecología es "una moda de la que se habla mucho, pero a la que no se da importancia. Se ha llegado a comprender que cualquier construcción, cualquier empresa industrial debe comenzar con las cuestiones ecológicas. Pero entre nosotros las cuestiones ecológicas, de la defensa de la naturaleza, se encuentran en último lugar. Esto se ve en el Baikal".

"Muchos hablaron de Chernobill y entre ellos lo hizo muy bien el representante de Ucrania, Boris Oleinki", señala Rasputín refiriéndose al congreso. "Y se dijoque después de Chernobil ya no se puede tratar como hemos tratado la construcción de centrales nucleares y que todos estos proyectos a menudo no suficientemente fundamentados". El nombre del académico Anatoli Alexandrov salió a relucir más de una vez. Alexandrov, que trata el Baikal como si fuera "un filtro", según Rasputín, desempeña un importante papel en la defensa de la construcción de empresas en su entorno, y continúa haciéndolo después de Chernobil. "No se puede entender", sentencia Rasputín.

"Viven de esto"

El escritor se muestra desanimado ante la situación en el lago Baikal, amenazado por las empresas papeleras, y ante la desviación de los ríos del norte de Rusia hacia la cuenca del Asia central, un proyecto que sigue adelante pese a resistencias populares. Entre las cartas de protesta "estaban las de muchos científicos que se oponían de forma fundamentada por razones económicas y ecológicas". Miles de personas y millones de rublos se han invertido en los trabajos de desvío que, según Rasputín, están en marcha. "Como se han gastado un montón de dinero y viven de esto, no quieren renunciar", dice el escritor refiriéndose a institutos científicos y a los ministerios de Irrigación y Administración de Aguas.En cuanto al Baikal, la comisión gubernamental creada el pasado febrero para estudiar el problema de la contaminación no ha procedido aún a la "tarea más importante", consistente en determinar qué tipo de empresas pueden ser construidas en la zona, una de Ias más bonitas de¡ mundo", que "debe ser convertida en un parque natural".

Rasputín es más optimista ante el futuro de la literatura soviética que ante el de la ecología. Del congreso de escritores ha surgido un nuevo órgano de dirección (una Oficina del Secretariado) que "ha recibido amplias competencias en la política de edición". El secretariado, formado por ocho personas, entre ellas el pionero de la ecología entre los escritores, Sergei Zaligin, se ocupará no sólo de cuestiones administrativas, sino también artísticas. "Se habla de editar aquellos autores como Marina Svetaeva, Ana Ajrnatova, Boris Pasternak y Nikolai Gumiliov, que no se pueden excluir de nuestra literatura y que se hallan en una situación de clandestinidad".

En Leningrado se editará, según Rasputín, una antología "bastante amplia" del poeta Gumiliov, fusilado en 1921 por contrarrevolución ario. Rasputín cree que hay que editar Ias obras completas" de este poeta fundador del movimiento Acmesita y también a Zamiatin (autor de un precedente del 1984, de Orwell) y VIadimir Nabakov, el autor exiliado en los veinte, "sin el cual no se puede imaginar la literatura rusa". "Es difícil aún decir qué posibilidades reales de publicación hay, pero éstas son mayores que en el pasado".

En el congreso se habló de la publicación de las novelas de Anatoli Prestavkin y VIadimir Dudinzev, "que circulan desde hace tiempo por las editoriales". Según Rasputín, Anatoli Karpov, el nuevo primer secretario de la Unión de Escritores, se pronunció desde la tribuna del congreso por la publicación de la novela de Dudinzev. Ésta trata del inquisidor del mundo de la ciencia en tiempos de Stalin Trofim Lisenko. Karpov, un escritor bélico, ha dejado la dirección de Novi Mir, la revista literaria de más prestigio de la URSS, cuyo nuevo jefe no ha sido dado a conocer.

De los tres congresos de escritores en los que ha participado Rasputín (entre cada congreso transcurren cinco años), el último ha sido "el más abierto", ya que "intervino quien quiso y dijo lo que quiso y nadie examinó o redactó las intervenciones. Y se dijeron cosas fuertes".

La recuperación de los emigrantes vivos parece más conflictiva que la de los autores malditos ya fallecidos. "No es sólo una cuestión política, sino también moral y de orden", dice Rasputín, que expresa su deseo de en contrarse con el novelista Viktor Nekrasov, emigrado.

Rasputín niega ser un arcako como mantienen sus detractores. "Antes de movernos hacia adelante hay que defender lo que tenemos. Ir hacia adelante sólo por medios técnicos no es progreso. Es destrucción. Si la opción se plantea entre vivir o morir, estoy dispuesto a ir a las cavernas con tal de vivir".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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