_
_
_
_
_
REPRESIÓN BAJO EL 'APARTHEID'

La Cámara de Representantes de EE UU votará esta semana medidas contra Suráfrica

Francisco G. Basterra

Estados Unidos ha advertido a Suráfrica que su "paciencia se está agotando", pero Ronald Reagan se niega a imponer sanciones a Pretoria y mantiene la vieja política del compromiso constructivo, o diplomacia silenciosa, a pesar del aumento de la represión por parte del régimen racista blanco de Pieter Botha. Pero el Congreso ya no quiere esperar más y, esta semana, la Cámara de Representantes votará nuevas sanciones contra Suráfrica, consistentes en suspender las inversiones y los préstamos bancarios norteamericanos, cesar la ¡niportación de carbón, uranio y acero surafricanos y cancelar el permiso de aterrizaje en este país a la línea aérea de Suráfrica.

Más información
Los laboristas británicos creen que la resistencia a las sanciones es "una locura provocada por la vanidad arrogante" de Thatcher
Más de 40 españoles, en la 'lista negra' de quienes no siguen el boicoteo
Protesta del Instituto Internacional de Prensa por el establecimiento de la censura previa

Se duda, sin embargo, que el Senado apruebe estas sanciones, que la Casa Blanca se declara dispuesta a vetar y que sólo, aceptaría a regañadientes, como, se vio obligada a hacerlo el pasado otoño, si la violencia aumenta, notablemente y se degrada mucho la situación en Suráfrica.Las empresas norteamericanas no están esperando a que Reagan cambie de política, y el Bank of America, el segundo en importancia de Estados Unidos, ha anunciado que deja de prestar no sólo al Gobierno, sino a cualquier empresa privada o ciudadano surafricano.

Aumenta el ritmo de retirada de empresas norteamericanas de Suráfrica: General Electric ya lo ha anunciado este año, y Rank Xerox e IBM estudian seriamente irse. Las universidades norteamericanas han vendido en los últimos meses 230 millones de dólares (casi 3.000 millones de pesetas) de acciones de empresas estadounidenses que continúan operando en Suráfrica.

La Casa Blanca informó ayer que el pasado fin de semana Reagan -a través de su embajador en Pretoria- presentó a Botha una petición solicitándole prudencia y el fin del estado de excepción; la petición fue rechazada. De alguna forma, esta respuesta refleja los límites de la política del compromiso constructivo. La actitud de Botha ha sido calificada por Washington de obstinada, y la Administración norteamericana está convencida de que Botha ha optado por despreciar las presiones de la comunidad internacional.

Según fuentes estadounidenses, Botha cree que es capaz de aguantar la tormenta y acallar las protestas, ya que, en su opinión, sólo está utilizando la maquinaria represiva a un 10% de su capacidad. "Éste es el comienzo del fin", explica un experto en Suráfrica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), pero el final puede tardar en llegar 10 o 20 años".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Aumenta la oposición

A nivel de opinión pública, aumenta el clamor contra el régimen del apartheid y se suceden las manifestaciones en las princípales capitales norteamericanas. Diecisiete personas fueron detenidas el lunes frente a la Embajada surafricana en Washington, después de ser arengadas por el senador Gary Hart, el principal candidato demócrata a las próximas elecciones presidenciales.

La completa censura decretada por las autoridades de Pretoria sobre lo que está ocurriendo irrita a los norteamericanos, acostumbrados al derecho de conocer inmediatamente lo que sucede en cualquier punto del mundo. Dan Rather, presentador del primer telediario del país, de la cadena CBS, dijo anoche que se puede afirmar que "en Suráfrica hay ahora menos libertad que en un país comunista".

Reagan ha ido más lejos que nunca en su crítica del régimen racista, aunque se ha negado a condenar en público el estado de emergencia, al que ha calificado de "serio error". El presidente asegura que los acontecimientos de Suráfrica "son pura y simplemente una guerra civil". Sin embargo, mantiene la confusión que caracteriza su visión del problema, al añadir que "no se trata ya de negros contra blancos, sino de una lucha tribal entre los propios negros".

La Administración norteamericana piensa que las sanciones económicas "sólo servirían para colocar en una peor situación a los que queremos ayudar", la mayoría negra.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_