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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Grandes errores en una gran película

En su mejor cine, de la misma fuente de donde extrae risas, Fernán-Gómez saca también horror. En su última película, Mambrú se fue a la guerra -que es la primera en que arriesga algo de su propia visión del mundo después de 22 años de realizar filmes ajenos y sin otros riesgos que los propios del oficio-, con desaliño aparente, pero en realidad en un muy riguroso ejercicio de austeridad, vuelve, como en El extraño viaje, a ofrecer esta lección de rica doblez: convierte a la atrocidad en un suceso cotidiano y a los sucesos cotidianos en atrocidades.Muy pocos son los cineastas que logran expresar simultáneamente la fachada y la trastienda de las cosas que narran. Alcanzar el dominio de tal duplicidad requiere taladros en la mirada, esos que permiten ver el revés amargo de las cosas risueñas y el lado irrisorio de las erupciones del patetismo. De ahí que la destreza y el despojamiento se alíen en Mambrú con cualidades mucho más complejas: la imparcialidad del escéptico, Ia generosidad del pesimista, la secreta lealtad del irónico hacia aquello sobre lo que ironiza.

Mambrú se fue a la guerra

Director: Fernando Fernán-Gómez.Guión: Pedro Beltrán. Fotograflia: José Luis Alcaine. Música: Carmelo Bernaola. Montaje: Pablo del Amo. Producción: M. A. Pérez Campos. Española, 1986. Intérpretes: Fernando Fernán-Gómez, María Asquerino, Emma Cohen, Agustín González, Alfonso del Real, María Luisa Ponte, Jorge Sanz, Nuria Gallardo, Estreno en Madrid: cine Amaya.

Una película de Fernán-Gómez, aunque su autor no intenta nunca salirse de las convenciones fijadas por el cine de consumo, es distinta de cualquiera otra. Así como Berlanga -el más cercano a él- deduce resultados sencillos de un complejo trabajo de puesta en escena, Fernán-Gómez hace derivar a la simplicidad, e incluso elementalidad, de su puesta en escena hacia resultados complejos. Cada plano, por mínimo que sea, de manera seca y ascética, siempre enuncia algo, jamás está donde está para cubrir un hueco. Mambrú cuenta una anécdota que se presta al sainete político: la historia de un topo republicano, enterrado en vida durante la dictadura y que, al morir Franco, emerge de su sepulcro a la luz antes de que ésta le devuelva a aquél.

Un asunto así se presta a una caricatura de las tripas de la llamada transición a la democracia. Fernán-Gómez comienza su filme bajo esta presión argumental, pero no tarda en desprenderse de ella y llevar la historia a otros terrenos de mayor radicalidad: una fábula sobre lo absurdo del paso del tiempo.

Algunas escenas magistrales contribuyen a esta conversión. Entre otras, el encuentro del topo y su mujer la noche de la muerte del dictador; la escena donde la familia discute en susurros alrededor de la cama donde el topo duerme; la lección de tocar el tambor

-"¿Para qué quieres tocar el tambor si no tienes un ideal?"- que el viejo republicano da a su nieto aficionado al rock; la despedida a éste en la estación de ferrocarril; el encuentro del viejo con su hermana y la admirable resolución en un solo plano de este personaje.

En estos y otros momentos, Fernán-Gómez supera las contingencias de la anécdota y encuentra los signos radícales de otra fábula no explícita: si los viejos republicanos españoles que lucharon por las libertades salieran de sus tumbas, los nuevos admistradores de esas libertades les devolverían a ellas. Y un efimero sainete encuentra, a través de los taladros que se ocultan en los ojos de su narrador, las vías de acceso hacia los asuntos permanentes de los hombres, comenzando por el más permanente de todos: la muerte.

Pero el filme, pese a esta magistral conversión, acaba perdiéndose en los hilos sueltos de un guión atacado por errores mortales: falta de engarce entre personajes concebidos promiscuamente, unos en clave de comedia y otros de farsa; contrapunto entre el topo republicano y su viejo enemigo, el alcalde franquista, mal desarrollado y peor resuelto; banales hilos argumentales completamente ajenos a la médula del filme, como la historia de la nieta del topo y el nieto del alcalde, con un intento de escapada a Francia de ambos en busca del padre del chico, que es literalmente de otra película; y otros. Grandes errores que golpean seriamente en el corazón de. la que, sin ellos, podría haber sido una gran película.

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