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Reportaje:Siria, un país en el punto de mira / y 3

Una vida espartana a causa de la carestía de las divisas y de los bienes de consumo

La carestía de productos de consumo básico y de divisas extranjeras hace que esta primavera la vida en Siria sea más espartana de lo que habitualmente es. El régimen baazista, que trata de convertir a Siria en una potencia regional, ha optado por los cañones frente a la mantequilla, mientras se esfuerza en llevar adelante la pobreza con dignidad. Sin embargo, la población sueña con sumarse al modo de vida occidental.

Voilà, dijo el comerciante cristiano del zoco de Damasco, desplegando ante su cliente una completa colección de masbaj, esos rosarios que usan los hombres árabes más para calmar los nervios que para orar. Los había de todos los tamaños y colores, y algunos, confeccionados con piedras y metales preciosos, eran. auténticas joyas.El cliente les echó una mirada distraída. Su interés no era comprar uno, sino cambiar dólares al tipo más ventajoso para él, 16,50 libras por un dólar. En la frontera había sido obligado a cambiar 100 dólares al tipo turístico oficial, 9,75 libras el dólar, y no estaba dispuesto a seguir perdiendo más dinero.

Pero el comerciante retrasaba la operación y le daba una atmósfera de peligro que comenzaba a inquietar al extranjero. "Hace unos días hubo una redada en el zoco y se han llevado a la cárcel a muchos cambistas", dijo el cristiano sirio.

Delante de la puerta de la tienda desfilaban mujeres sirias con velos ligeros y de colores claros en la cabeza, hombres vestidos con trajes europeos modestos y pasados de moda, muchos uniformados, y con frecuencia, mujeres iraníes envueltas por completo en negros chadores.

Muchas de las iraníes eran viudas de la guerra del golfo Pérsico a las que un acuerdo entre Damasco y Teherán otorgaba unas vacaciones en la capital omeya. Dedicaban su tiempo a acudir a rezar a la tumba de Hussein, el nieto del profeta, el hijo de Alí, uno de los siete imames shiíes.

Finalmente, con velocidad de experto en hacer trampas en los juegos de cartas, el comerciante del zoco recogió el billete con el retrato de Franklin y entregó un buen puñado de ellos con viejos dibujos mesopotámicos. El cambio había sido consumado, y sobre el mostrador quedaba la coartada de los rosarios.

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Siria atraviesa una grave penuria de divisas extranjeras, que incluso le impide pagar los 800 millones de dólares (unos 100.000 millones de pesetas) adeudados a Irán por sus entregas de petróleo. Los agregados comerciales de las embajadas occidentales dicen que el país está literalmente al borde de la suspensión de pagos.

En el clásico dilema de cañones o mantequilla, el presidente Hafez el Asad, militar de carrera, empeñado en hacer de su modesto país una potencia regional, ha optado por lo primero. Era algo evidente incluso en los lujosos hoteles Sheraton, Meridien y Cham Palace, donde se regateaba a los huéspedes la leche y la mantequilla del desayuno. En las calles era difícil conseguir, tabaco, cerillas, frutas, verduras, pilas o cuchillas de afeitar. Los cortes de fluido eléctrico eran frecuentes.

Hay varias explicaciones para el fenómeno. La pobreza del país -un buen sueldo son 2.000 libras al mes (unas 30.000 pesetas, al cambio oficial)-, la carencia de divisas y el que un tercio del presupuesto nacional se dedique a gastos de defensa son las más obvias. Pero esto trata de ser compensado con el masivo contrabando procedente de Líbano, si bien sus beneficios no alcanzan a las clases populares.

Ahora, el fluido de bienes de primera necesidad, ropas y productos electrónicos procedentes de Schtora y otras ciudades libanesas bajo control sirio ha sido estrangulado. Las medidas de seguridad desatadas por los atentados de marzo y abril tienen buena culpa de ello'. Y también se habla en Damasco de que Asad se ha puesto duro con sus jefes militares que controlan el tráfico a gran escala.

El 6 de mayo se celebró el día de los mártires, los caídos en la lucha contra Israel.- Fue fiesta oficial. Por la noche, en el café Raude, había unos 300 hombres jugando a las cartas, al ajedrez o a los dados. Ni una sola mujer. Y de bebida, tan sólo, café. Allí mataba el rato Hassan, un chaval de veintitantos años que habla castellano.

-¿Sabes?, estuve un año en Barcelona trabajando en una pizzería. ¡Qué maravilla! Alli hay whisky, hachís y mujeres, y no como las de aquí, que lo único que quieren es casarse.

-¿Piensas volver pronto?

-No, porque no tengo papeles ni dinero para pagar el avión. Pero, ¿sabes?, todas las noches duermo con Julio.

-¿Julio?

-Sí, habibi, Julio Iglesias.

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