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Reportaje:

Los hermanos de San Juan de Dios estudian su adaptación a la sociedad española

Capítulo extraordinario de la orden en Ciempozuelos

Los hermanos de San Juan de Dios de España, reunidos en capítulo extraordinario en. Ciempozuelos (Madrid), han estudiado su futuro en el campo de la salud y la marginación, sectores a los que se dedica específicamente la orden. La asamblea, que finalizó ayer, pretende acomodar el trabajo de la orden a las exigencias de la sociedad española. Fundada en Granada, en el siglo XVI, por Juan Ciudad y Duarte, luego san Juan de Dios, esta institución eclesiástica desarrolla su labor entre enfermos psiquiátricos, deficientes físicos y psíquicos, ancianos y drogadictos.

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Aunque la España quijotesca e iluminada en la que nació la orden queda lejos, sus miembros consideran que su presencia sigue siendo necesaria en el inundo actual. Su fundador, san Juan de Dios, conocido en su época como Juan Ciudad y Duarte, fue una suerte de aventurero, soldado y viajero que en 1439 fue a parar a un manicomio granadino. Hueso duro de pelar, Juan Ciudad se convirtió a la fe tras oír al maestro Juan de Ávila, pero tan profundo cambio le resintió algo la salud. Su estancia en el manicomio le permitió conocer a fondo tan tenebrosa institución, y a su salida orientó su apostolado a dar un trato humano a las víctimas que habían pasado por tales lugares."Fue el primero que clasificó a los enfermos según su enfermedad y la severidad de sus dolencias, porque entonces estaban todos mezclados. Él, sin embargo, les hizo colocarse, con sus esteras, en diferentes habitáculos, según la tipología de su mal", recuerda Miguel Martín, director gerente de Ciempozuelos. Desde entonces, los seguidores de san Juan de Dios han continuado la misma tradición, adaptándose a las nuevas teorías psiquiátricas.

Un ejemplo de adaptación es Ciempozuelos, que ha cambiado radicalmente en los últimos 10 años. Pese a las connotaciones malditas que ha padecido el pueblo madrileño del mismo nombre en el que está situado, el centro hospitalario ha abandonado el espíritu del manicomio clásico. Los 950 enfermos del centro, divididos en diferentes pabellones, parecen vivir en un ambiente de pueblo. Pese a la evidente humanización del centro, es inevitable encontrar en un hospital psiquiátrico el cruel muestrario del deterioro humano, como ese joven ciego e inválido que aparecía acostado en una carretilla, utilizada a modo de cuna, mientras sus compañeros veían la televisión. Pero hay también escenas impresionantes por su dignidad, como la que protagoniza el viejo Bonilla, quien, pese a su vista gastada, no para de coser y de confeccionar bolsas de tela que luego regala a los compañeros.

A las seis de la tarde, gran parte de ellos, a excepción de los profundos, suele terminar su trabajo en los talleres ocupacionales. Reorganizar piezas de juguetes y empaquetar caramelos, además de encargos de ebanistería y marquetería, son algunos de los trabajo que realizan esta temporada.

El pabellón geriátrico es el más moderno. Algunos de los internos necesitan una atención constante que incluye bañarles y vestirles, lo que no impide que en los dormitorios sobresalgan el orden y la limpieza. Cuarenta y cinco hermanos de San Juan de Dios -que viven en un pabellón aparte- y 250,trabajadores laicos son los resporisables del funcionamiento de todo el complejo.

El hospital recibe de instituciones públicas 1.225 pesetas por persona y día, más un complernento de 625 pesetas en el caso de niños, adolescentes, inválidos y profundos. "Si tiene en cuenta que una cama en el hospital Provincial cuesta aproximadamente unas 7.000 pesetas, comprenderá. que esto no tiene nada que ver con un negocio".

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