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La Generalitat confirma la presencia de iodo radiactivo, pero asegura que no son necesarias medidas especiales

Milagros Pérez Oliva

El Consejo de Seguimiento de Seguridad Nuclear de la Generalitat de Cataluña confirmó ayer a este diario la presencia de Iodo 131 procedente de la central nuclear de Chernobil en las muestras de agua y de aire analizadas en los últimos días, pero indicó que los niveles detectados no son peligrosos para la población. Según el Consejo, no está justificado de momento adoptar medidas especiales, aunque hayan sido descubiertas ciertas cantidades de Iodo 131 en la orina de 12 personas analizada por el doctor Eduard Rodríguez Farré, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El investigador considera, sin embargo, que la presencia de Iodo 131 en la cadena alimenticia, por pequeña que sea la cantidad, constituye un riesgo, por lo que deberían adoptarse medidas preventivas.

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El director general de Energía de la Generalitat, Pere Segarra, declaró ayer a EL PAÍS que el índice más alto de Iodo 131 en el aire se produjo, según los análisis efectuados por la Generalitat, el lunes día 5. La cantidad detectada fue de 0,12 becquerelios por metro cúbico de aire, lo que equivale a un 0,17% sobre la cantidad máxima tolerable establecida por la Comisión Internacional de Protección Radiológica para el personal profesionalmente expuesto al riesgo, que es de 70 becquerelios por metro cúbico.Según Pere Segarra, los análisis practicados el sábado también detectaron la presencia de Iodo 131 en el aire, pero en proporción inferior. El director general no facilitó datos sobre las muestras de agua analizadas, que, según el investigador Eduard Rodríguez, es un medio no comparable, ya que, en determinadas condiciones, el agua de lluvia puede actuar como un factor de concentración de la radiactividad, al arrastrar las partículas dispersas en el aire.

Rodríguez Farré analizó muestras del agua de lluvia caída sobre Barcelona el sábado día 3 y detectó una contaminación global de aproximadamente 1.000 becquerelios por litro, de los que, según sus cálculos, unos 500 corresponderían al Iodo 131. "Tanto la Comisión Internacional de Protección Radiológica como la legislación española señalan que la cantidad máxima tolerable en el agua de bebida para el personal profesionalmente expuesto es de 2.220 becquerelios por litro. En el caso de la población no sometida a riesgo profesional, la cantidad máxima tolerada es lo veces inferior, es decir, 222 becquerelios. En este caso, es de suponer que el agua de lluvia no será ingerida directamente, por lo que los índices de contaminación disminuirán a medida que avancen a través de la cadena alimentaria, pero es, sin lugar a dudas, un indicador importante a tener en cuenta".

Análisis de orina

La importancia de este indicador le llevó a analizar la orina de 12 personas de tres barrios de Barcelona, tomada durante 24 horas del domingo al lunes. El resultado fue la presencia clara de lodo 131 en todas las muestras.

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Sobre el resultado de estos análisis, el director general de Energía declaró: "El hecho de que haya sido encontrado Iodo 131 en la orina de algunas personas no constituye ninguna sorpresa, puesto que desde el momento en que se detecta en el aire y en el agua, es previsible que pase a la cadena alimenticia. No conozco la metodología utilizada por el doctor Rodríguez Farré, pero puedo afirmar que los índices de contaminación detectados en el aire no han sido en ningún momento motivo de alarma ni justifican la adopción de medidas especiales. Lo cual no excluye, naturalmente, que si aumentasen los niveles de contaminacion, pudieran adoptarse. Pero los índices están disminuyendo y no es previsible un aumento de la radiactividad".

El Consejo de Seguridad Nuclear de Madrid también consideraba ayer normal la presencia de Iodo 131 en la orina y precisaba que no implicaba riesgo para la salud. En el mismo sentido se pronunció el Departamento de Sanidad de la Generalitat.

El doctor Rodríguez Farré coincide en que los índices detectados hasta ahora son muy leves y, por lo tanto, no constituyen motivo de alarma. Pero discrepa totalmente de que no se adopten medidas preventivas: "El Iodo 131 es un isótopo radiactivo artificial, que no se encuentra normalmente en el medio ambiente, y, por lo tanto, los niveles de contaminación de este elemento en el aire, en el agua o en la orina, en condiciones normales, debe ser 0. Y cualquier cantidad por encima de esta cifra implica necesariamente un riesgo, cuyas consecuencias a largo plazo nadie puede predecir. Por lo tanto, si puede ser evitado ese riesgo, por ínfimo que sea, debe hacerse".

Científicos y políticos

El doctor Rodríguez Farré se suma a los muchos científicos que han cuestionado la validez de los índices de tolerancia. "Se trata de simples medidas administrativas pensadas para las personas profesionalmente expuestas. Una prueba de su relatividad es que han sido modificadas varias veces en los últimos años, siempre en sentido restrictivo. Y que mientras unos países consideran que para la población general es tolerable una cantidad 10 veces inferior que la de los trabajadores expuestos, otros dicen que debe ser 25 veces inferior. Y que a la hora de la verdad, países corno Suecia, Dinamarca o Noruega han adoptado medidas preventivas con una contaminación muy inferior a la considerada tolerable".

El doctor Rodríguez Farré se pregunta también: "Si el índice máximo de tolerancia es 100, ¿quiere eso decir que una persona sometida a 99 no sufre riesgo y otra sometida a 101 sí? Es absurdo". En el caso de la contaminación de Iodo 131 detectada en Barcelona, el doctor Rodríguez Farré afirma que nadie Puede descartar efectos a largo plazo. "Las consecuencias sobre la población se calculan por un índice de probabilidades que, incluso en el caso de que sea muy bajo, tendrá mayores consecuencias cuanta mayor sea la población afectada. Con esto no pretendo hacer alarmismo. Sólo quiero decir que los índices de tolerancia, son más que discutibles".

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