Libia ataca con misiles una isla italiana
Libia replicó ayer al ataque de la fuerza aérea norteamericana contra las ciudades de Trípoli y Bengasi, ocurrido la madrugada anterior, lanzando dos misiles tierra-tierra contra la pequeña isla italiana de Lampedusa, de 4.500 habitantes, que dista unos 300 kilómetros de la costa libia. Los dos proyectiles estallaron a corta distancia de tierra cerca de unas instalaciones de radar controladas por Estados Unidos, sin que causaran víctimas ni daños. Al mismo tiempo, numerosas testigos informaban que a las nueve de la noche (hora penínsular española) de ayer la defensa antiaérea libia abría fuego contra supuestos aviones no identificados que sobrevolaban Trípoli.
Aunque fuentes tunecinas, sirias y de la Liga Árabe insistían en que Trípoli sufría un nuevo ataque norteamericano, el Pentágono aseguraba categórico que no se había producido ninguna nueva incursión. Se especula con que la defensa aérea libia se había disparado sobre objetivos imaginarios para mantener la tensión de la lucha contra Washington o, eventualmente, con que los enfrentamientos tenían un puro carácter interior libio. El canciller español en la capital libia, José Sánchez, fue testigo presencial del fuego defensivo libio y de actividad aérea sobre la capital, aunque sin poder precisar si los aparatos eran atacantes o propios. Fuentes libias insistían ayer, tenaces, en que habían derribado otros cuatro aparatos norteamericanos en la lucha.Italia ha reaccionado a la agresión libia poniendo a sus fuerzas armadas en estado de alerta y patrullando con la aviación sus aguas territoriales. El líder soviético, Mijail Gorbachov, por su parte, ponía en entredicho la celebración de la cumbre de Ginebra entre EE UU y la URSS como consecuencia de la acción norteamericana.
Paralelamente, el presidente del Gobierno españoI, Felipe González, expresaba su oposición a los "métodos" utilizados por Estados Unidos para solventar la crisis. González reveló que el pasado sábado, en su encuentro secreto con el embajador de EE UU en las Naciones Unidas, Vernon Walters, negó la autorización para que los aparatos norteamericanos procedentes del Reino Unido sobrevolaran España y fueran abastecidos por aviones nodriza estadounidenses con base en nuestro país. Militares estadounidenses destinados en estas bases guiaron, sin embargo desde centros de radar a los aviones que bombardearon Libia.
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