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El miedo al vino envenenado con alcohol metílico se extiende por Italia

El número de muertos asciende al menos a 17, y 61 empresas han sido denunciadas

Juan Arias

El miedo al vino envenenado se extiende en Italia, mientras la clase política y los empresarios vitivinícolas están aterrados por las gravísimas consecuencias que el escándalo puede acarrear a la exportación de los caldos italianos, Al principio fueron dos los empresarios denunciados, y dos las víctimas mortales. Ayer ya eran 61 las industrias denunciadas oficialmente por el Gobierno, como acusadas o como sospechosas, en tanto que el número de muertos como consecuencia de la ingestión de metanol (alcohol metílico) disuelto. en el vino se eleva a 17, según, demuestran las autopsias. Otras cuatro personas pueden terminar siendo incluidas entre las víctimas.

La sospecha de que mucha más gente pudo morir en hospitales, antes de que estallase el escándalo, sin que se llegase a pensar que eran víctimas de vino adulterado, se extiende por Italia, un país en el que cada año fallecen 30.000 alcohólicos a consecuencia, fundamentalmente, de cirrosis hepáticas.El pasado domingo, el Partido Radical organizó una manifestación en Roma, ante el Parlamento, para pedir la dimisión de los ministros de Sanidad y de Agricultura. Este último ha revelado, primero ante el Parlamento y después ante la opinión pública, que se han descubiertos cuatro centros de adulteración del vino en los que se calcula que han sido envenenados 15 millones de litros.

Afortunadamente, gran parte de ese vino ha podido ser confiscado ahora, pero las propias autoridades admiten la posibilidad de que millones de litros de caldos adulterados hayan escapado a todo control hasta este momento.

El presidente del Gobierno, Bettino Craxi, ha tenido que abandonar el silencio que mantuvo al comienzo del escándalo, probablemente en espera de conocer el auténtico alcance del problema, y ha calificado de "criminales" a los adulteradores, al tiempo que ha pedido para ellos 1a máxima severidad de la justicia". Sobre todo porque, como ha dicho Craxi, además de causar la muerte de personas inocentes, los adulteradores comprometen la credibilidad exterior de una de las industrias más prósperas de Italia. Italia es hoy el principal productor mundial de vino, con 65 millones de hectolitros, seguido por Francia, con 64 millones, y por España con 35. La facturación anual de vino asciende en Italia a 330.000 millones de pesetas. La mitad de esta cifra se obtiene de la exportación.

El hecho de que el vino adulterado se haya distribuido por toda Italia, e incluso en los hospitales -como ha sucedido con el policlínico Umberto I de Roma, donde cuatro personas resultaron intoxicadas por su causa-, ha hecho que el consumo haya disminuido inmediatamente dentro del país.

En los restaurantes y trattorie prácticamente nadie pide vino, según informa la Prensa italiana. Como consecuencia, ha aumentado la venta de cerveza ya que, si acaso, únicamente se consumen vinos etiquetados de gran calidad, de los más caros, cuyas denominaciones de origen están más controladas y que ofrecen mayores garantías, aunque no siempre.

Las cuatro centros de adulteración del v¡no descubiertos hasta el momento son el de Narzole, en la provincia de Cuneo, del propietario Vincenzo Ciravegna; el de Solarolo, provincia de Rávena, de Aldo Baroncini; el de Manduria, en la provincia de Taranto, de Antonio Fusco, y el de Mezzano, provincia de Parma, de Carlos Bernardi, último de los adulteradores que ha entrado en la cárcel.

De acuerdo con los datos oficiales, en dichos centros de adulteración fueron utilizadas 2.621 arrobas de alcohol metílico sintético (cerca 42.000 litros). En total, se calcula que ha sido envenenado el 3% del vino italiano.

La pregunta que se hacen ahora los observadores es por qué estos desaprensivos decidieron utilizar el metanol, en vez de recurrir al azúcar o al simple alcohol etílico. La explicación es doble: primero porque el Gobierno había quitado un fuerte impuesto que tenía el metanol, con lo que lo hizo enormemente más barato que el alcohol etílico.

De este modo, es posible que el alcohol etílico que se ha estado vendiendo bajo cuerda en el mercado negro estuviera ya adulterado con metílico, sin que ni siquiera lo supiesen los presuntos adulteradores del vino.

Por otra lado, se ha descubierto que quienes adulteran el vino prefieren hacerlo con alcohol en vez de utilizar azúcar, porque mientras con este producto, que además resulta mucho más caro, la fermentación dura más de media hora y es fácil que sea descubierta por los investigadores, con el alcohol sucede al revés: no hay que esperar a que fermente, y el aditivo es además difícil de descubrir en un laboratorio, si ha sido convenientemente dosificado.Vino sintético

En el contexto del presente caso, un arrepentido de este sector de la adulteración vinícola ha hecho unas preocupantes declaraciones al periódico La Stampa, en las que afirma que, en Italia, hay hoy muchos productores de vino que obtienen sus caldos sin nada de uva, a partir de sustancias sintéticas, de producción totalmente química, y que un paladar medio difícilmente distinguiría del vino natural.

El problema del Gobierno italiano es ahora cómo poner remedio a una situación que ha demostrado, por otro lado, la ausencia de los controles más elementales y la existencia de una enorme corrupción administrativa. Baste pensar que, como ha revelado el diario romano La Repubblica, los primeros detenidos ya llabían sido acusados de adulteración del vino en varias ocasiones, sin que la autoridad judicial actuara sobre ellos hasta ahora.

Por otra parte, y según ha admitido su titular, el ministerio de Agricultura cuenta con menos de 300 investigadores especializados para todo el País, número que resulta irrisorio si se piensa que sólo en Génova existen más de 6.000 empresas que venden vino.

El Consejo de Ministros tiene previsto estudiar el próximo jueves toda una serie de medidas contra los adulteradores de vinos, incluidas la aplicación de penas más severas de cárcel, la confiscación de empresas y un incremento de los controles, todo ello acompañado de una campaña de educación alimentaria. Ocurre que muchas de las personas que han muerto intoxicadas compraron a precio casi de regalo vinos con etiquetas de marcas famosas.

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