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Una estación de 'metro' pone en peligro las instalaciones de la Biblioteca Lenin de Moscú

Pilar Bonet

La Biblioteca Lenin de Moscú, una de las más importantes del mundo, ha tenido que cerrar temporalmente algunos de sus servicios y podría verse obligada a tener que trasladar su depósito de 22 millones de ejemplares porque su edificio está agrietado y en fase de hundimiento a consecuencia de un conjunto de errores y falta de previsiones geológicas en la construcción de una estación de metro vecina.

El caso, contado con todo lujo de detalles por el semanario Literaturnaia Gazeta, ha causado consternación entre los estudiosos de Moscú, donde una eventual restricción de los servicios de la biblioteca puede perjudicar trabajos de investigación. La biblioteca tiene un papel central coordinador en el sistema de bibliotecas.La central de la Biblioteca Lenin, la mayor de Europa según la Enciclopedia Soviética, está en un conjunto de edificios, debajo de los cuales se construyó en el pasado plan quinquenal (1981-1985) una estación de metro -Borovizkaia- que exigió el dinamitado del subsuelo, sin que se hubieran tomado las precauciones precisas para salvaguardar la estabilidad de los cimientos.

Los consejos de congelar y reforzar la tierra para evitar los corrimientos del subsuelo fueron desoídos por los responsables municipales y del metro, pues no se quería perder ni tiempo ni dinero. Ahora, la biblioteca paga las consecuencias con grietas y el hundimiento de parte de sus edificios en un terreno que tras las manipulaciones presenta una evolución imprevisible.

Algunos de los edificios son modernos, y otros, como la Casa de Pashkov, un monumento nacional agrietado por las explosiones subterráneas, son antiguos. La Casa de Pashkov, que tiene 200 años de existencia y sobrevivió al incendio de Moscú en 1812, se encuentra sobre una pequeña colina convertida en queso de Gruyère por las perforaciones. Y no sólo eso; para poder introducir una grúa en el patio de la biblioteca fue abatido un pórtico del monumento. Y todo ello al lado del Kremlin, y sin que se atendieran las quejas de quienes veían el desaguisado.

La ruina amenaza también el gigantesco depósito de libros de 19 plantas, que tiene una gran grieta. La sección de restauración de libros y manuscritos no trabaja prácticamente desde hace tiempo, señala el artículo. Del gabinete de tipografía, donde salieron las primeras grietas, se ha sacado el departamento de microfilmado.

En el depósito de libros, los trabajadores, en lugar de ordenar y conservar sus fondos, se preparan a empaquetar y trasladar los millones de ejemplares. Cientos de miles de investigadores científicos no pueden trabajar a pleno rendimiento y hay instalaciones e institutos que no pueden prescindir de la biblioteca, señala el artículo de Literaturnaia Gazeta. "¿Quién determina el perjuicio infligido a nuestra cultura, a nuestro progreso técnico científico?", se pregunta el semanario pocos días después de que el 27º Congreso del PCUS haya puesto el énfasis en la necesidad de modernizar el país incorporando los logros de la técnica y la ciencia a la producción.

Zonas peligrosas

Los cascotes tienen que retirarse a cubos y los cristales especiales siguen cayéndose a causa del hundimiento del local. En todos los pisos hay sitios peligrosos señalizados para que los trabajadores no se aventuren a pasar por ellos, y en la acera, a lo largo del edificio, se han colocado redes para proteger a los peatones.Literaturnaia Gazeta deja claro que el caso procede de otra época, ya que la decisión de construir la estación de metro fue tomada en 1980, cuando Víctor Grishin, un íntimo colaborador de Leonid Breznev, era responsable del comité del partido en la ciudad. Sólo ahora, siendo el máximo responsable el siberiano Borís Eltzin, la cuestión ha salido a la luz. Sin embargo, el Ministerio de Transportes, condenado a reparar los daños causados a la biblioteca, no ha cumplido con sus obligaciones.

El 30 de agosto pasado, empleados y lectores de la biblioteca que estaban en el principal edificio de lectura tuvieron que acercarse a las ventanas para ver cómo una enorme bola metálica batía la tierra en las inmediaciones. El edificio comenzó a contestar con grietas, mes y medio después de que se hubiera dado orden de proteger el conjunto. Se siguen formando nuevas grietas, pese a que la estación de metro está ya construida.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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