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Washington sugiere que la VI Flota abandonará hoy el golfo de Sidra

Francisco G. Basterra

La calma volvió ayer al Mediterráneo y la batalla librada desde el lunes por Estados Unidos y Libia en el golfo de Sidra parecía haber concluido, sin que la aviación de Gaddafi respondiera a la fuerza aeronaval norteamericana, que continuó sin oposición sus ejercicios en la zona. El Pentágono sugirió que las maniobras que provocaron los incidentes, que hasta ahora le han costado a Libia la pérdida de una base de misiles SAM-5 y de cuatro patrulleras, pueden concluir hoy con el abandono de la región por la VI Flota.

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En los últimos días, Muammar el Gaddafi y, Daniel Ortega, con su supuesta incursión masiva en Honduras, han suministrado a Ronald Reagan las razones que estaba buscando para reafirmar una política exterior más agresiva e intervencionista.Éste es, según los observadores, el principal mensaje del desigual conflicto librado en el golfo de Sidra y de los últimos acontecimientos en Centroamérica, que sitúan a las tropas norteamericanas más cerca de una intervención directa, y que tienen también una evidente explicación de política interna y como tal serán rentabilizados. El presidente ha presentado el voto de la ayuda a la contra, que hoy ganará probablemente en el Senado, como una prueba decisiva de su presidencia. "Lo que ha ocurrido esta semana es sintomático de la vuelta de Estados Unidos a su papel global", asegura William. Hyland, ex consejero de Seguridad Nacional con Gerald Ford y director de la revista Foreign Affairs. Otros analistas estiman peligrosa la estrategia de "enseñar la bandera" y mostrar abiertamente el poderío militar. Si detrás de es tos gestos no hay una política coherente, dicen, sólo servirá para aumentar el antiamericanismo en el mundo y no resolverá los problemas de fondo.

En el seno de la propia Administración se duda de que las represalias contra Libia, que atacó previamente con misiles a las fuerzas norteamericanas, sirvan para detener el apoyo prestado por Gaddafi, según Estados Unidos, al terrorismo internacional, o mitigue sus amenazas a los países árabes vecinos. Washington se está preparando para afrontar una campaña de terrorismo, a medio plazo, contra sus intereses en varias partes del mundo.

Pero el primer impacto de la actuación decidida de Reagan en el Mediterráneo, al recuperar para EE UU el papel de gendarme mundial, es positiva para el presidente. Un sondeo publicado ayer revela que el 67%. de los norteamericanos apoya el castigo infligido a Libia, aunque un 76% reconoce que la consecuencia puede ser más terrorismo contra los norteamericanos en el mundo.

La calma tras dos jornadas de crisis ha vuelto a Washington, y el presidente iniciará hoy sus vacaciones de Pascua en su rancho de California.

Pasa a la página 3

Washington sabía que Moscú se mantendría pasivo ante una acción abierta o encubierta contra Gaddafi

Viene de la primera páginaReagan no ha considerado necesario invocar para este conflicto, ni para la ayuda militar que, está prestando a Honduras, la ley de Poderes de Guerra. Las acciones militares parecen haber dejado paso a la retórica.

Malta, a quien apoyó la Unión Soviética, solicitó ayer una reunión formal del Consejo (le Seguridad. de las Naciones Unidas para estudiar oficialmente la situación en el Mediterráneo. Estados Unidos, convencido de que le apoya el derecho internacional, no puso inconveniente a la reunión. Desde las siete de la mañana (hora de Libia) del martes no se han producido incidentes en el golfo de Sidra, que Washington y toda la comunidad internacional, con la excepción de Libia y Burkina Fasso (ex Alto Volta), consideran aguas internacionales.

Gaddafi, como esperaba el Pentágono, no se ha atrevido, por ahora. al menos, a enviar a su aviación contra la VI Flota, convencido de que no sería, un enemigo para los avanzados aparatos norteamericanos, apoyados por un sistema de guerra electrónica que detecta con mucha anticipación los movimientos libios, y ciega y equivoca a los radar imposibilitando un ataque efectivo. Ninguno de los seis misiles disparados por Libia contra las fuerzas norteamericanas alcanzó su blanco. "Barcos de superficie de la VI Flota y aviones continúan operando con normalidad en el golfo de Sidra. La flota permanece fuera de las aguas territoriales libias", informó a mediodía ole ayer el Pentágono. La última vez que Libia disparó contra la VI Flota fue a las 13.54 horas del pasado lunes.

Cuatro barcos soviéticos están siguiendo los acontecimientos en el golfo de Sidra y un navío nodriza de la URSS, que actúa como puesto de mando, está anclado en el puerto de Trípoli, informó el Ministerio de Defensa. Sin. embargo, las. represalias norte americanas, que habían sido sugeridas con tiempo a Moscú, han sido pensadas para minimizar el riesgo político en las relaciones soviético-norteamericanas y en Oriente: Próximo, aseguran los observadores. Antes de la cumbre de Ginebra, entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, el espionaje estadounidense, segun reveló ayer The Washington Post, concluyó que una acción abierta o encubierta contra Gaddafi no provocaría una respuesta soviética y no afectaría a la reunión de Ginebra.

A medida que pasan los días parece claro que Estados Unidos no sólo ha estado ejerciendo el derecho a la libre navegación en aguas internacionales, sino que ha montado un poderoso dispositivo militar (tres portaviones, 24 barcos más y 275 aviones), con el objetivo decidido de golpear a Gaddafi, a quien considera el enemigo público número uno de Occidente. La VI Flota está llevando a cabo un plan denominado incendio en la pradera, que fue aprobado por el presidente en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad el pasado 14 de marzo. Reagan decidió enviar al grupo aeronaval a Sidra después de que sus asesores le aseguraran que conduciría a un choque militar con Libia, reveló ayer The New York Times.

Ataques contra diplomáticos

Reagan aprobó el plan después de que él espionaje revelara que Libia estaba preparando ataques contra diplomáticos estadounidenses. En la reunión del 14 de marzo, el presidente fue advertido de que los libios dispararían misiles contra la VI Flota y los aviones norteamericanos, y también que Gaddafi no arriesgaría sus 500 aviones en el combate. En la reunión se decidió "golpear duro" a Libia y no sólo realizar maniobras, según altos funcionarios de la Administración de EE UU. El plan preveía incluso una represalia contra instalaciones industriales libias u objetivos militares, entre los que se encontraban la base de misiles SAM-5 de Sidra. El comandante de la VI Flota, vicealmirante Frank B. Kelso, tenía permiso para ordenar esta última acción y "respuestas proporcionadas" a eventuales ataques libios. El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, quería que la respuesta fuera limitada y se entrevistó con Kelso el 17 de marzo, en Londres, para asegurarse de que el almirante comprendía bien las órdenes.

Pero la acción militar contra Libia era algo que ya estaba decidido por la Administración de Reagan bastante antes. A mediados del pasado mes de julio, tras el secuestro en Beirut del avión de la TWA, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Departamento de Estado y el Pentágono acordaron, en una reunión presidida por el presidente, que las medidas económicas contra Libia no servían, y que para detener el terrorismo instigado por Gaddafi eran necesarias acciones de fuerza. Ya entonces se comenzó a estudiar una, operación militar y se dio permiso a la CIA para preparar planes que condujeran al derrocamiento del líder de la revolución verde. El almirante John Poindexter, hoy consejero nacional de Seguridad, viajó en secreto a Egipto para obtener el apoyo de Mubarak a un eventual plan dedesestabilización militar de Gaddafi a cargo de sus vecinos árabes, informó ayer The Washington Post.

A final de año, la instalación de los misiles SAM-5 en Sidra, por técnicos soviéticos, confirmó la línea de acción barajada por Reagan, que fue decidida en firme tras los atentados terroristas en los aeropuertos de Roma y Viena y el secuestro del Achille Lauro. El Pentágono descartó una acción militar directa que hubiera necesitado seis divisiones o más de 90.000 soldados. En público, Reagan ordenó, para cargarse de razón ante la opinión mundial, sanciones económicas contra Gaddafi, que no fueron apoyadas por los aliados europeos. En enero decidió enviar dos portaviones al golfo de Sidra, pero el Pentágono prefirió esperar a un tercero antes de atacar, "uno para que despeguen los aviones, otro para que aterricen y el tercero como repuesto por si ocurre algo a los dos primeros".

"La opinión pública norteamericana estaba preparada para esto, sabe que Gaddafi es un mal actor", declaró - ayer un alto funcionario. "Están listos para casi cual quier cosa, sabía que algo iba a pasar, probablemente toleraría cualquier cosa que decida hacer el presidente". Esta seguridad explica las represalias y advierte que si Gaddafi continúa irritando a Washington la respuesta puede ser mucho más contundente que la ofrecida esta semana

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