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Honduras está dispuesta a servir de base para abastecer a la 'contra'

Honduras no sería un obstáculo para que Estados Unidos hiciese llegar ayuda militar a la guerrilla antisandinista. La impresión generalizada en el país es que, a pesar de los desmentidos a medias, el nuevo presidente, el liberal José Azcona, ha dado secretamente su conformidad a Washington para que se utilice el territorio hondureño como base de abastecimiento a la contra. A cambio, el Gobierno hondureño ha obtenido supuestamente de Estados Unidos la promesa de cesar las presiones para que sea devaluada la moneda nacional, el lempira, que se cotiza al cambio de dos por dólar.

En el mercado negro, la cotización real del lempira es un 35% por debajo de la oficial, y Estados Unidos presionó a principios de año para tratar de conseguir una devaluación.Durante su campaña electoral, Azcona declaraba que no había tenido la oportunidad de comprobar la presencia de campamentos antisandinistas en Honduras. El nuevo presidente sostenía que el lugar de los contras era Nicaragua, y que allí deberían luchar y recibir la ayuda. Después, las declaraciones de Azcona sobre la defensa de la soberanía nacional hondureña bajaron de tono. Ante las publicaciones en Estados Unidos de que Azcona había negociado en Washington el reabastecimiento de la contra, el presidente hondureño se limitó a decir: ""No he firmado ningún pacto". Esto es un desmentido a medias, porque, para asegurar la llegada de la ayuda militar a los antisandinistas establecidos en Honduras, no se necesita firmar nada. Basta con que el Ejercito hondureño asegure la zona fronteriza con Nicaragua y el Gobierno mantenga la postura de hacer la vista gorda y se reafirme en la posición ya tópica de que no hay constancia oficial de la presencia de contras en Honduras.

El, ex canciller hondureño Edgardo Paz Barnica sirvió el pasado jueves una muestra palpable de la doble moral observada por el Gobierno hondureño en el tema de la contra. Paz Barnica deseaba la Embajada de Honduras en Madrid y, probablemente despechado por no haber conseguido todavía un puesto adecuado, se descolgó con la declaración de que "es sumamente grave que los contras sigan viviendo en Honduras", reconoció que habían cometido "pillerías horrorosa? en la zona sur y oriental de Honduras y planteó la necesidad de que el Gobierno adopte medidas para que no sigan utilizando el territorio hondureño "para desestabilizar Nicaragua".

Pocos cambios

El reconocimiento de los hechos por Paz Barnica se produce a toro pasado, después de haber dejado la responsabilidad de gobierno. La postura del nuevo Gabinete no ha cambiado, aparentemente, a pesar de las declaraciones iniciales de Azcona, en las que afirmaba que es necesario conservar la neutralidad de su país en el conflicto de Nicaragua. Azcona apenas tiene margen de maniobra, atrapado entre los dos superpoderes reales de Honduras -el Ejército y la Embajada norteamericana- y su débil posición en el Parlamento y en el propio partido liberal, donde ya han empezado a lanzarse candidatos presidenciales, cuando el actual presidente no lleva ni dos meses en el puesto. Además, Azcona no parece dotado ni del talento político necesario para maniobrar en este difícil terreno ni de la falta de escrúpulos con que su antecesor repartía cintas de vídeo cargadas de billetes entre los militares de alta graduación, para ganarse su apoyo.

El actual presidente hondureño tan sólo puede aspirar, y no sería poco, a conseguir una aceptable gestión económica y aprovechar para el país la bonanza que significa la subida de los precios del café en el mercado mundial.

La decisión sobre la ayuda o no a los contras a través del territorio hondureño está por encima del presidente. Las posibilidades de Honduras, el portaviones norteamericano en Centroamérica, son tan escasas que, un diplomático occidental comentaba días atrás en Tegucigalpa que "si los sandinistas no existiesen, Honduras tendría que inventarlos, porque ésta es la fuente más sólida de ingresos con que cuenta el país, la ayuda norteamericana para compensar por la utilización del territorio".

La falta de respeto hacia el Gobierno hondureño de los dirigentes norteamericanos, quedó de manifiesto con las recientes declaraciones del secretario de Estado norteamericano, George Shultz, que dijo que Honduras no sería obstáculo para la ayuda a la contra. El secretario de Defensa, Caspar Weinberger llegó a afirmar públicamente que, en privado, el Gobierno de Honduras estaba de acuerdo con la ayuda a los antisandinistas, aunque no podía sostener esta posición públicamente.

Estas declaraciones públicas en Estados Unidos ponen en evidencia al presidente y al Gobierno hondureños, que parecen reducidos al mero papel de negociadores de la cantidad que deben recibir a cambio de aceptar que su territorio quede convertido en base de operaciones contra Nicaragua. Esto significa para Honduras el riesgo de verse comprometido en el conflicto. Las relaciones entre Honduras y Nicaragua habían sido siempre buenas y el conflicto tradicional de Honduras, que llevó incluso a la mal denominada guerra del fútbol, fue con El Salvador.

Mientras tanto, se extiende en Honduras el temor a lo que puede ocurrir con los contras si no perciben la ayuda anunciada por Estados Unidos.

Paz Barnica se refirió a las "pillerías horrorosas" y la expresión parece excesivamente inofensiva para describir las posibilidades que se abren en Honduras, que debería afrontar a varios miles de individuos armados dentro de territoro propio con la frustración de sentirse abandonados. Los cafetaleros y habitantes de la zona que actualmente ocupan los contras pueden dar una información amplia de los problemas que plantea la situación.

Paz Barnica declaró: "Si los contras fracasan en su intentona de lograr que el Senado de Estados Unidos les proporcione 100 millones de dólares para seguir combatiendo a los sandinistas, aquí en Honduras nos pueden ocasionar problemas graves de orden político, económico y social.

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