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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crecimiento y precios

LA RECIENTE publicación por parte de Instituto Nacional de Estadística (INE) del avance de los datos de la contabilidad nacional correspondiente a 1985 habrá provocado sin duda un cierto alivio a los responsables de la política económica, ya que son algo más favorables que los estimados por el Servicio de Estudios del Banco de España hace unas semanas. Las diferencias no son de la envergadura suficiente como para modificar la apreciación que, desde el punto de vista económico, merece el pasado año; el INE habla de un 2,1 % de crecimiento, frente al 1,7% del Banco de España. La principal discrepancia, que se encuentra en la estimación del comercio exterior, es fácilmente explicable, ya que al elaborar el Banco de España sus cifras sólo se conocían 11 meses de comercio exterior, y era dificil imaginar el fortísimo crecimiento que experimentaron tanto las importaciones como las exportaciones a lo largo del mes de diciembre. La nueva cifra nos acerca al promedio de la CEE, que fue del orden del 22% en 1985.Es posible que el Servicio de Estudios del Banco de España subestimase el crecimiento de la segunda mitad del pasado año, a pesar de haber dado para ese período una tasa del 4%. En cualquier caso, el problema que se plantea es el de saber qué parte de ese crecimiento se debe a factores de carácter extraordinario que no van a repetirse el presente año. El fuerte aumento de las exportaciones en el mes de diciembre ha estado influido, sin lugar a dudas, por la supresión de la desgravación fiscal a la exportación, como consecuencia de la entrada en vigor del impuesto sobre el valor añadido (IVA) el 1 de enero de 1986, y el aumento de la inversión se debe, en parte, a la libertad de amortizaciones decidida en el mes de abril para las compras de bienes de equipo realizadas en 1985. Algunos indicadores de actividad real correspondientes a las primeras semanas del presente año (desempleo, consumo de energía eléctrica y matriculaciones de vehículos) sugieren un nivel de actividad relativamente deprimido, aunque aún es pronto para poder pronunciarse con precisión.

En cuanto a la inflación, el 2,8% registrado en el mes de enero corresponde, en líneas generales, a las cifras que los responsables económicos había barajado a lo largo de las últimas semanas, aunque quedan, sin embargo, importantes incógnitas por despejar. La primera de ellas consiste en determinar qué parte de ese aumento es imputable a la introducción del IVA; una hipótesis razonable a este respecto consistiría en avanzar la cifra de un 1,5 puntos, por lo que el margen disponible para limitar a un par de puntos su incidencia final sobre los precios se vería bastante reducido. En cualquier caso, la cifra de enero permite descartar las predicciones apocalípticas que algunos habían pregonado, probablemente con fines económicos: el catastrofismo se vende bien en nuestro país.

De confirmarse la imagen que sugieren estos primeros indicadores en el doble ámbito de la actividad y de. los precios, el Gobierno tendrá pocas excusas para no utilizar el margen de maniobra que nos procura el descenso de los precios del petróleo para reducir la inflación y acelerar el crecimiento económico. Pocos Gobiernos han tenido oportunidad semejante; sería un grave error desperdiciarla.

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