Barcelona reanimada
Pese a la mantenida y tan mentada crisis, la vitalidad del mundo del arte en Barcelona se manifiesta en la aparición de nuevas galerías que surgen impulsadas por el amor al arte de sus promotores y la demanda de un público en constante evolución. En los últimos meses se ha experimentado cierta reanimación en los galeristas reflejada en la creación de una serie de nuevas salas que responden por regla general a un doble planteamiento. Por una parte, las respaldadas por un capital de diversa envergadura que conciben el espacio de exhibición como un medio para desarrollar una política concreta de adquisición de fondos y de intercambio artístico.En esta categoría se pueden citar: Grito, en la calle de José Anselmo Clavé; María Salvat, en Muntaner; Artgràfic, en Balmes, y Carlos Taché, cuya inauguración se anuncia próximamente en la calle del Consejo de Ciento. La rea.pertura de Theo, sala que en los años sesenta alcanzó un renombre casi mítico, es otra novedad relevante en el panorama artístico barcelonés. Por otra parte, se ha extendido una nueva fórmula de galerismo de alcance más modesto que combina la exhibición artística con otra actividad comercial.
"En Barcelona el mercado del arte está poco desarrollado y es bastante cerrado. Sólo los artistas catalanes consagrados y algunos extranjeros de mucho prestigio tienen demanda. No existe un nivel medio de consumo y coleccionismo como en otros países europeos, y aunque la gente demuestra cada vez mayor interés por el arte, no compra", opina Tomás Carstens, propietario de la joven galería Grito, con una experiencia de cinco años como marchante entre España y la RFA. "Sin embargo, desde el punto de vista de la creación se puede afirmar que Cataluña vive un buen momento".
Para María Salvat, que inauguró su galería el pasado mes de mayo con una colectiva de artistas españoles contemporáneos y que alienta el sueño de convertirse en una Juana Mordó de Cataluña, la mayor dificultad que entraña la creación de una nueva sala de arte es la indiferencia de la crítica. "En Barcelona los críticos se límitan a cubrir el circuito de Consejo de Ciento y no hay forma de atraerlos a las nuevas salas aunque tengan noticia de que son buenas".
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