Christopher Isherwood, 'el espíritu de los años treinta', falleció' en California
El escritor británico, nacionalizado estadounidense, Christopher Isherwood, cuyo libro Adiós a Berlín fue llevado al cine en la película Cabaret, falleció ayer, a los 81 años, víctima de un cáncer, en su casa de California (Estados Unidos). Me temo que cuantos le recuerden ahora seguirán pensando en él como en un escritor del espíritu de los años treinta, una de las figuras prototípicas de esa década prodigiosa, los thirties, que da nombre a todo un período de la literatura inglesa contemporánea.Ello no carece por entero de fundamento, por mucho que su obra ulterior haya sido copiosa y rica en nuevos matices ya disociados del universo ideológico y estético de los tiempos de entreguerras. Y es que fueron tantas, y de un sesgo tan peculiar, las innovaciones introducidas por Isherwood y sus compañeros de grupo en la sensibilidad literaria anglosajona, que difílcilmente volverían a sentir y a escribir con la misma intensidad después de que la guerra civil española desembocara en la II Guerra Mundial, y el mundo que ellos habían conocido dejara de existir para siempre.
El azar de estudiar en la universidad de Cambridge y no en la de Oxford hizo que Isherwood no fuera un miembro oficial del llamado Oxford Group, a la sazón compuesto por Auden, Spender, Bay Lewis y MacNeice. Básicamente, sin embargo, Isherwood tuvo un espíritu semejante al del primer W, H. Auden, al que conocía desde los tiempos de la escuela preparatoria y con quien firmaría algunos de los libros más característicos de la década de los treinta, desde piezas teatrales en verso como The dog beneath the skin (1936), The ascent of F6 (1937) y On the frontier (1939), hasta Journey to a war (1939), una suerte de diario literario sobre la guerra chino-japonesa basado en una visita al lugar de los hechos. Como Auden, nuestro autor fue uno de esos jóvenes que despertaron a la madurez en un momento de crisis y con unas expectativas de cambio desmesuradas. Y al igual que él, quiso hacer su particular ajuste de cuentas con el conservadurismo y el puritanismo de su medio social abrazando el comunismo y la homosexualidad como vías de acceso a la libertad.
Ruptura
Las primeras novelas de Isherwood, como All the conspirators (1928) o The Memorial (1932) evidencian aún el magisterio de escritores mayores que él, cuales son E. M. Forster o Virginia Woolf. Pero es sobre todo su residencia en Berlín, ciudad a la que se traslada en 1929 la que abre las puertas de una creatividad más personal. La ruptura es tanto humana como literaria, pues implica dejar atrás la seguridad de unos valores familiares para sustituirlos por una vida más austera e independiente y, sobre todo, henchida de una libertad sexual apocalíptica que era inimaginable en Gran Bretaña.Los protagonistas de sus tres novelas berlinesas, Mr. Norris cambia de trenes (1935), Sally Bowles (1937) y Adiós a Berlín (1939), que originalmente fueron concebidas como fragmentos de una obra mayor que nunca llegó a terminar, tienen bastante que ver con la peripecia personal del propio autor. Si han sido admiradas como fascinantes descripciones de un mundo en lujosa decadencia, no podemos tampoco dejar de leerlas como jalones de una introspección personal, aun cuando las versiones cinematográficas que se hicieran de ellas tiendan necesariamente a 'desdibujar tal dimensión.
Pero el viajero emprendedor y el exiliado permanente que era Isherwood no podía prolongar su estancia en Europa una vez que comprende el desmoronamiento de los ideales por los que él y sus amigos habían luchado hasta 1939, y ese mismo año acompaña a Auden a los Estados Unidos, adquiriendo como éste la nacionalidad norteamericana en 1946.
Para mí, el resto de su trayectoria literaria y humana reviste un atractivo bastante mayor que el de su camarada. Mientras Auden hace tabla rasa de su pasado y se transmuta en un poeta neoclásico y sustancialmente superficial, en cuya producción apenas habrá ya cabida para lo heterodoxo, Isherwood continúa siendo un escritor inquieto, lleno de curiosidad por lo desconocido y siempre decidido a orientar sus libros en nuevas direcciones.
En este sentido, guarda cierto paralelismo con Aldous Huxley, por el que se sentiría influido y con quien compartiría un interés mucho más que circunstancial por las filosofías orientales. Después de fijar su hogar en California, muy cerca de Hollywood, Christopher Isherwood publicará libros como Vedanta for the Western' World (1945), llegando a traducir al inglés, en colaboración, el Bhagavad-gita y diversos clásicos del hinduismo.
Tampoco abandona el ámbito de la ficción en su etapa norteamericana, dando a la imprenta novelas como Down there on a visit (1962) o A single man (1964). Y, siguiendo fiel a ese componente de exploración autobiográfica que latió siempre en su labor literaria, dedicaría algunos de sus últimos libros a su esfera más íntima. Así, Kathleen and Frank (1972) versa directamente sobre sus padres, en tanto que Christopher and his kind (1976) -Christopher y los suyos aborda las vivencias homosexuales de su juventud con honestidad y garra.
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