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CIENCIA

El Nobel de Medicina Köhler considera que la comunidad científica valora poco las ideas

Georg J. Kölder, que recibió el Premio Nobel de Medicina hace un año, en unión de Milstein y Jerne, por sus trabajos sobre inmunología, estuvo en Madrid hasta el fin de semana pasado, a invitación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para efectuar consultas con los miembros de Centro de Biología Molecular y pronunciar una conferencia en la clínica Puerta de Hierro sobre la fusión de los linfocitos, el tema que le valió convertirse, con 38 años, en el segundo científico más joven que conseguía el Nobel. Köhler piensa que en la comunidad científica "se valora más resolver un problema académico irrelevante que tener ideas".

Tras doctorarse en Biología y Filosofía, Georg J. Köhler dudó entre algún laboratorio norteamericano y el Centro de Biología Molecular de Cambridge, en el Reino Unido. Se decidió por esta última opción, ya que en el centro inglés estaba trabajando César Milstein sobre uno de los aspectos que más le interesaba investigar: la variabilidad genética de los anticuerpos. Milstein había publicado ya algunos trabajos sobre la posibilidad de conseguir un antígeno híbrido, pero aún quedaban muchos problemas por resolver. Köhler explica como logró su objetivo: "Una noche que no podía dormir se me ocurrió la idea de cómo conseguir este híbrido, realizando una fusión con las células de bazo". A la mañana siguiente lo comentó con algunos compañeros. "Ellos se rieron y yo me olvidé por un tiempo del tema", asegura.Lo recordó un tiempo después, estando ya trabajando en Cambridge con Milstein. Puso su idea en práctica y funcionó a la primera. "La investigación en sí no planteó ninguna dificultad", dice, "los experimentos salieron todos como se esperaba; ninguno falló. Lo difícil realmente es tener una buena idea que funcione". El descubrimiento de un método para obtener unas líneas celulares productoras de anticuerpos específicos mediante la fusión de linfocitos procedentes de ratones inmunizados y células tumorales de mieloma de ratón significó un avance cualitativo de vital importancia sobre el método tradicional.

"En la comunidad científica', dice Köhler, "se valora más resolver un problema académico irrelevante que tener una idea que pueda resolver un problema importante. Nuestro trabajo es, precisamente, tener ideas. Es a esto, por tanto, a lo que se debía dar importancia en vez de la resolución de problemas académicos. Todo el mundo está preocupado por los resultados, pero no por la idea que permite conseguir ese resultado. Si se consiguiera cambiar esta situación, la gente no tendría tanto miedo a exponer sus teorías y se abriría el campo a nuevas realizaciones".

Probablemente, esta actitud crítica es, en parte, a lo que se refiere Köhler cuando dice que espera que el Nobel no le haga cambiar. Un año después del premio trabaja en el Instituto Max Planck y cree que no ha cambiado. Lo que sí han cambiado han sido sus condiciones de trabajo, porque "lo bueno que tiene llegar tan joven es que los Gobiernos te hacen caso, te dan dinero y puedes trabajar en el campo que quieres".

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