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Crítica:VI FESTIVAL DE JAZZ DE MADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Combina con la salsa

No siempre resulta fácil encajar el jazz con la salsa en una misma sesión. Si el primero es, además, suave y bien construido, elegante como el del Jazztet, contrasta más todavía con el calor y el desparpajo de lo latino. En el plato combinado del Pavón, el Jazztet se bastó solo para satisfacer el apetito del público y la salsa llegó a deshora.La ausencia de Jorge Dalto -intervenido quirúrgicamente- provocó un revolcón del programa anunciado: Dave Valentin, que era el invitado de Dalto, se constituyó en líder, llevó a su banda y acogió a los otros dos invitados por el ausente. Lo que parece un lío en el papel, en el escenario lo fue mucho más, pues no había orden ni, por tanto, concierto. Desde el instante en que apareció en escena Carlos Patato Valdez -quizá el mejor momento-, la entropía, según su costumbre, fue aumentando. Dave Valentin perdió las riendas y no pudo tocar la flauta con lasoltura que se le advina, pues estaba más ocupado con la tarea de recuperar el mando.

Festival de jazz de Madrid

The Jazztet, con Curtis Fuller. Dave Valentin Group, con Carlos Patato Valdez. Teatro Pavón. Madrid, 9 de noviembre.

Incluso lo intentó echando a todos de escena para realizar, más que un solo, una exposición de flautas andinas. Su crédito dentro de la banda no mejoró precisamente con este intento y Patato volvió a sus congas con el mismo ritmo prodigioso, pero también con el mismo desinterés hacia todo lo que no fuera él. Esas luchas cansaron al público, que ni siquiera pidió un bis.

La realidad

Probablemente, Dave Valentin, que salvó el compromiso de Dalto, no se merecía eso, pero tal fue la realidad del concierto.La primera parte, a cargo del Jazztet, fue completamente otra cosa; por eso conviene comentarla invirtiendo el orden temporal, para que todo el mundo recupere el buen sabor de boca que dejaron. El quinteto capitaneado por Art Farmer y Benny Golson realizó una actuación de las que están pensadas para hacer ir entrando en calor a público y músicos a la vez, subiendo la pendiente del interés apenas sin hacer esfuerzo y dejarse deslizar por la música bien hecha, basada en un repertorio inteligentemente escogido, en el que no faltó, por supuesto, I remember Clifford y Killer Joe.

Conjunto equilibrado

El conjunto sonó muy equilibrado. El fliscornio -Art Farmer no cogió la trompeta e incluso utilizó la sordina con el fliscornio, cosa nada frecuente-, el saxo tenor de Benny Golson y el trombón de Curtis Fuller empastaban a la perfección en unos arreglos atractivos y nada complicados que eran apoyados con brillantez por el trío de ritmo.Benny Golson es un maestro componiendo y, como tal, de vez en cuando escribe algún juguete que resulta ser una verdadera lección de estilo: es capaz de tomar el woogie-woogie. como montura, tan oxidado como está, y engarzar en él una verdadera joya. Como solista, con su fraseo centrado en el legato y su sonido un poco ahogado, a veces cercano al corno inglés, no es santo de mi especial devoción: sin embargo, su actuación fue magnífica y su exquisita sensibilidad en las baladas, innegable.

Art Farmer y Curtis Fuller -el segundo más turbio en los pasajes rápidos- tocaron sencillamente muy bien. Entre aires tan reconfortantes como los que soplaban estos tres artistas, Turcker conseguía destacar de cuando en cuando con un acompañamiento de piano siempre bien puntuado o con solos magníficamente concebidos.

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