Sandro Stella: "No soy un delincuente ni un terrorista"
"Autonomía Obrera quería la revolución al margen de los partidos y sindicatos" - "En Occidente, la lucha armada no puede tener éxito" - "No quiero huir ni vender mi identidad"
Hijo de un profesor de Filosofía e Historia, Sandro Stella es el menor de cuatro hermanos y durante su etapa de estudiante en Padua perteneció al movimiento juvenil autogestionario, heredero del mayo del 68 e impregnado de un revolucionarismo romántico y utópico, pero nada sangriento. Tras los primeros problemas con la justicia italiana, Stella pasó a Francia, en donde tuvo que permanecer cinco días detenido, pero poco después obtuvo la condición de refugiado político. Antes de sus complicadas vacaciones a España había iniciado un trabajo de investigación histórica para la Universidad de París sobre el asalariado florentino en el siglo XIV, que aguarda su regreso a Francia.Pregunta. Sabiendo que existía una orden judicial contra usted, y después del precedente de su detención en Francia, ¿cómo se le ocurrió acudir a la policía para denunciar un robo en su coche?
Respuesta. Porque creo que tengo derecho a no huir ni utilizar documentos falsos, a actuar como cualquier ciudadano libre que puede ir a la policía a denunciar un robo. Para mí es muy importante conservar mi propia identidad.
P. Pero eso le ha costado tres meses de cárcel y se encuentra usted a la espera de juicio sobre la extradición solicitada por Italia '
R. Sí. He recibido muchas críticas, algunas en forma de chistes, por mi actitud de presentarme a la policía. Pero insisto en que quiero conservar mi nombre y mi identidad. Yo habría podido, al nacionalizarme francés, cambiar mi apellido y convertirlo por ejemplo en Etoile, que es la traducción francesa de Stella, con lo que el ordenador electrónico de la policía no habría podido descubrirme.
P. Usted está siendo juzgado ahora en Padua, en rebeldía, en el proceso llamado del 7 de abril de 1979, contra más de 100 personas. De acuerdo con la legislación italiana, si usted espera a que el proceso termine y a que se produzca una sentencia, las autoridades italianas no podrán ya reclamarle.
¿Por qué prefiere someterse a un juicio de extradición, con el riesgo de ser entregado a Italia?
R. Porque yo no quiero quedar definitivamente en libertad gracias a una apostilla del Código Penal, que me salve, sino porque los tribunales de justicia respeten la opinión de quienes me han conocido y no me consideran un delincuente ni un terrorista.
P. ¿A qué atribuye usted el interés italiano por conseguir su extradición?
R. No alcanzo a explicármelo. No comprendo por qué me odian sin conocerme, como el fiscal de Padua, Pietro Calogero, que me acusa por el testimonio de dos personas que, para librarse de la cárcel, han declarado contra mí. Uno de ellos, por cierto, se retractó después.
P. Entre otros delitos, se le acusa de asociación subversiva, atentado a instituciones de utilidad pública, incendio y atraco, todos ellos relacionados con su pertenencia a Autonomía Obrera. ¿Qué era Autonomía Obrera?
R. Un movimiento que se desarrolló en los años 70 en Italia, cuyo origen se encuentra en las formas de lucha utilizadas desde un siglo antes por obreros y campesinos, que se autoorganizaban fuera de los partidos, sindicatos y demás instituciones representativas. Históricamente, Autonomía Obrera nació de una crítica al Partido Comunista Italiano (PCI) y a los sindicatos, en la que participaron varios intelectuales, entre ellos Ton¡ Negri.
"Negri tiene mi respeto"
P. En Autonomía Obrera usted mantuvo relación directa con Negri. ¿Cuál es su impresión personal sobre él?
R. Toni Negri es, además de un gran teórico y filósofo, uno de los rarísimos intelectuales italianos que han tratado de confrontar sus propias ideas con la base. Yo no tuve una amistad íntima con él, pero, sólo por esa actitud coherente, tiene todo mi respeto.
P. Pero a Negri se le ha llegado a acusar de ser el cerebro de las Brigadas Rojas. ¿Qué diferencias existían entre este grupo y Autonomía Obrera o los Colectivos Políticos de la Región de Venecia, a los que usted perteneció?
R. Dentro de Autonomía Obrera se formaron grupos semiclandestinos que utilizaron la violencia, pero de forma muy distinta a las Brigadas Rojas. Casi nunca se enfrentaron a las personas físicas ni se cometieron delitos de sangre. Las acciones se realizaban contra asociaciones industriales o que proporcionaban trabajo negro, o contra grandes mercados o restaurantes.
Sandro Stella
P. Tras este modo de contestación social, ¿qué modelo de revolución propugnaban ustedes?R. Tratábamos de encontrar un modelo diferente a los modelos clásicos. Mientras que, por ejemplo, las Brigadas Rojas querían tomar el Palacio de Invierno, para nosotros lo correcto era organizar la revolución social desde abajo, de modo que los ciudadanos de un barrio trataran de autogestionar la distribución de los bienes y los obreros de una fábrica organizaran entre ellos el trabajo.
Una revolución utópica
P. Pero en un mundo interconectado económica y tecnológicamente, este modo de revolución por barrios y por fábricas, ¿no resultaba demasiado utópico?.
R. Claro que era utópico. La contradicción consistía en que detrás del barrio o de la fábrica siempre te encontrabas con el Estado, las multinacionales, el mercado mundial, que tienen el pastel y no quieren dividirlo. Pero nosotros pretendíamos partir de. que cada obrero, desde su fábrica o en su barrio, tomara conciencia del problema político, fuera del sistema de representación de los partidos y sindicatos.
P. ¿Qué opina del modelo de revolución que utiliza la lucha armada?.
R. En un Estado de occidente, la lucha armada no tiene posibilidad de éxito.
P. ¿Pero tiene justificación ética?.
R. No tiene justificación como estrategia, sino como respuesta a la represión, cuando esta existe. El terrorismo de ETA, IRA o las Brigadas Rojas empieza por querer desestabilizar el Estado y termina consolidándolo. La experiencia italiana es clara en este sentido. Al día siguiente del asesinato de Aldo Moro, cayó en picado la tolerancia que existía hacia el movimiento obrero y hacia lo3 propios grupos armados, que fue sustituida por la siguiente alternativa planteada a los ciudadanos por los partidos y sindicatos: con el Estado o con las Brigadas Rojas. Es obvio que ganó el primero y que, a' partir de aquel momento, la policía tomó un poder enorme.
P. ¿Autonomía Obrera se pronunció contra el atentado a Aldo Moro?.
R. Tomamos posición públicamente primero contra el secuestro y después contra el asesinato. Nuestro movimiento había nacido para obtener una calidad de vida mejor, no para la muerte de nadie. El atentado contradecía los postulados de Autonomía Obrera.
P. ¿Cómo explica su cambio desde el activismo político a su dedicación actual a la investigación histórica?
R. Creí que era posible parar el tiempo y me he dado cuenta de que es el tiempo el que nos cambia. Ahora sé que el cambio no es fruto de un día ni de la toma de un palacio, sino de miles de pequeños cambios que se producen en la vida cotidiana de la gente.
Terrorismo y política
P. ¿Cree usted que están bien definidos los límites entre la actividad política y el terrorismo?.
R. El terrorismo son miles de fenómenos. Hay terrorismo de ETA, pero también del GAL, el de los servicios secretos franceses, el de Israel en Túnez o el de Reagan en Nicaragua. Hablar de terrorismo no quiere decir nada; es como nombrar hace cinco siglos a las brujas. Y lo grave es que son los policías los que, en definitiva, deciden qué es terrorismo y qué es delito político.
P. ¿Qué diferencia existe entre el tratamiento policial que se da en Italia a la violencia de izquierda y a fenómenos como la mafia o el fascismo? -
R. La diferencia es abismal. Mientras que los que hicieron la lucha armada y los que plantearon la revolución sin lucha armada se encuentran perseguidos o en la cárcel, los terroristas de extrema derecha, autores de masacres, están en libertad. En Palermo, sólo en un mes, la mafia produjo más muertos que las Brigadas Rojas en 10 años.
P. ¿Qué recuerdos tiene de sus más de tres meses de permanencia en la cárcel en España?
R. Muy tristes. Aparte de los aspectos físicos, he visto a gente que no tiene nada pero que, por eso mismo, está dispuesta a romper todo compromiso con su moral y con sus ideas por tal de salir de la cárcel. Gente dispuesta a vender a su madre.
P. Varias personalidades francesas, entre ellas el propio arzobispo de París, han pedido su libertad y han asegurado que usted se encuentra integrado en la sociedad francesa. Si es así, ¿no tiene nostalgia de su etapa revolucionaria?
R. Tengo nostalgia de unos campos en los que he corrido en mi infancia y de mi familia. Sin embargo, he comprendido que cambiar de nacionalidad enriquece a la persona humana y que no depende del sitio, sino de la calidad de la gente, que la hay buena y mala en todos sitios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.