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Seis argentinos sin aquel fuerte dolor acá Les Luthiers estrenan hoy en Madrid su espectáculo 'Humor, dulce hogar'

Álex Grijelmo

Hubo un momento en que aspiraban a trabajar como serios profesionales. Gente que habría sido el orgullo de sus respectivas suegras. Terminaron arquitectura, o ciencias químicas, o derecho, a la vez que concluían cursos de dirección orquestal. Un día, en 1967, decidieron tomarse en serio sus propias bromas y formaron Les Luthiers para hacer juntos buena música con humor inteligente. Ahora estos seis argentinos cultos metidos a graciosos son verdaderamente el orgullo de sus suegras; pero, conociéndoles, ellas nunca lo habrían imaginado.

El coro universitario les gustaba, claro, porque todos llevan la música dentro. Era el decenio de los sesenta y tenían ese aire de estudiantes traviesos que todavía muestran en el escenario. Al terminar los ensayos, se reunían para urdir bromas musicales, mostrarlas a sus compañeros y sorprender a los demás coros en los festivales universitarios.Poco a poco les fue gustando aún más la risa ajena. Crearon peregrinos instrumentos y formaron I Musicisti. El nombre actual data de 1967, cuando decidieron profesionalizar su juego.

Un luthier es, en jerga musical, el constructor de instrumentos. Un luthier de los que estrenan hoy espectáculo en Madrid constituye un personaje capaz de cantar como un digno barítono; interpretar como un instrumentista; bailar cómo una corista del Oeste (aunque sin faldas); moverse como un actor; escribir parodias con la pericia de un guionista; y componer piezas banales de música culta o trascendentes temas veraniegos.

Sus parodias blancas no les han impedido mojarse esporádicamente: por ejemplo, en pleno auge de las dictaduras en el cono sur, han retratado un régimen militar con la toma de posesión de los nuevos ministros, acto en el que convierten a un contralmirante Rómulo Capdevil en ministro de Agricultura, hacen a un brigadier Jorge McLenon responsable de las Vías Navegables y dan posesión como ministro de Educación y Cultura a un tal cabo primero Anastasio López.

Han compuesto una arenga de exaltación de la derrota ("perdimos, perdimos, perdimos otra vez"). Y la Marcha de la conquista, a partir de una declaración de amor en lenguaje castrense ("¡cuerpo a tierra!"). Han satirizado el machismo con un corrido que termina en balasera y con la vida de la pobre María Lucrecia. Han alabado los laxantes, en cambio, con una cantata basada en un prospecto farmacéutico. Y han ejercido como iconoclastas de todo lo que les quedaba a mano. Cabe preguntarse cómo pudieron convivir así con el anterior régimen argentino.

"No tuvimos problemas visibles", explica Daniel Rabino vich, de 42 años. "Nos pudimos quedar a trabajar tranquilamente. Sufrimos como todos la falta de libertad, y tenemos familiares y amigos desaparecidos. Pero no hubo muchos problemas, y sólo en algunas provincias se prohibió radiar algunas canciones".

Apoyo a Alfonsín

Quizás por esquivar alguna acusación de falta de compromiso, explican: "Nunca hemos hecho política cuando actuamos, y cada uno ha tomado la actitud que ha querido. Nos gusta el humor sutil y sobre cosas generales, no sobre lo concreto. Eso sí, desde 1983 apoyamos como grupo a Raúl Alfonsín, porque hemos.coincidido todos en pensar que en este momento debíamos apoyar al radicalismo".Comenzaron con un humor para públicos selectos. Pocos españoles los conocíaii en 1974, cuando actuaron por primera vez en Madrid. Por eso resultó una sorpresa que el teatro estuviese lleno los siete días de aquella semana de noviembre de 1981 y, luego, en febrero de 1982. Los incondicionales habían logrado un proselitismo eficaz. "Dicen que antes hacíamos un humor más elitista", admite Rabinovich, "pero es que actuábamos para las minorías porque venía muy poca gente. Luego ha venido más gente y ya no actuamos para las minorías".

En el espectáculo que inician hoy presentan un nuevo instrumento de los suyos: la mandocleta, "un híbrido de mandolina y bicicleta", explica divertido Carlos Núñez, de 43 años, doctor en Químicas. "El problema que encontramos con la mandocleta es que sólo se puede tocar en marcha. Si te detienes, también se detiene la música. Por eso se nos ocurrió aplicarle un mecanismo como el de los afiladores, y así podemos seguir tocando".

Una de sus viejas canciones es La historia del alegre cazador que vuelve a casa con un fuerte dolor acá. Ellos vuelven a España ya sin el dolor de las otras ocasiones, tras haber votado a Alfonsín el pasado domingo. Ahora el dolor queda sólo para el público, por culpa de la risa, pero los espectadores habrán de resignarse a terminar, qué se le va a hacer, con unas graciosas agujetas en las mejillas.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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