_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

LA ELIPSE

29 martesLa politización de la Justicia. ¿Y el justicialismo contra la política? Véase Argentina/Alfonsín/ Martín Prieto. Hernández Gil es un jurídico humanista (les hay que no), estudioso del estilismo en estado puro: Pedro de Lorenzo. Hernández Gil, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Hernández Gil no es Pablo Castellano, no es un clochard del Derecho, de modo que pare, pare el epigrama. Baltasar Pérez me muestra su próxima exposición de punkies. El punki cree, como Enzensberger, que si se cumpliese el reglamento de tráfico, se pararía el tráfico. Que si se cumpliese con las leyes sociales, se pararía la sociedad. Pero un poco de judicatura tampoco le viene mal al invento, tíos, impartida por la mano delgada y honesta de Hernández Gil. Y sigue la movida, ahora con la revista Cómplice. José García Nieto, entrañable, me retrotrae a aquellos tiempos en que la justicia estaba, no politizada, sino, sencillamente, sometida. Pina Bausch en el "café Müller". Asombrosa mujer de 45 años, viejo/nuevo expresionismo alemán y un galernazo de sillas, como el arrasamiento de lo cotidiano. ¿La justicia fue injusta en Nüremberg, con los nazis? Un juez lo resumió bien:

-Ahora resulta que no había nazis bajo el nazismo.

Ahora resulta que no hay ultras bajo la ultranza. Se han reconvertido industrialmente en liberales. Entrevista para El Món de Barcelona sobre los diez años de Franco/fiambre. No me han preguntado cómo era la justicia con Franco. Lástima. Habría tenido cosas que recordarles a quienes hoy hablan de politización de la Justicia.

31jueves

José Luis Gómez ha acertado con el punto y hora en que debe representarse hoy Bodas de sangre, de Lorca. Lástima que en su día prescindiese de María Asquerino (o ella de él) para esta obra. Lorca prueba, con su drama andaluz, que la justicia humana o divina (tan machihembradas) no soporta nunca el empuje de la sangre, que corre ciega hacia sus bodas. La justicia oficial debe ser un sutil correctivo, no un pantano cerrado, un agua aislada. Se estrena lo último de Sam Shepard: dos hermanos incestuosos y aislados del mundo. La justicia secular no viene a prohibir el incesto, sino que lo crea. Sin justicia no habría noción de incesto.

1 viernes

Cayetano Martínez de Irujo me invita a una fiesta de polo en el castillo de Viñuelas. Soler Serrano quiere ahora contar mi vida por la radio, que ya la contó por la televisión. Naturalmente, nunca le he confesado mis infracciones a la justicia. Areílza nos congrega en Lhardy para almorzar, con motivo de su libro Crónica de la libertad. Lo presenta Senillosa.

Has encontrado un hermoso título, José María. Quiere decirse que hasta la derecha ilustrada exalta la libertad. Corren tiempos de impopularidad para la justicia, que no son, naturalmente, sino la-herencia-recibida. Marcelino Camacho se plantea el problema de los trabajadores ante Europa. El sindicalismo es una creación de nuestro tiempo, de abajo arriba, que desmiente sutilmente el sentido piramidal de la justicia. Pascual Ortega, Marinero, Lozano, don Algodón, José Domingo Castaño y José Luis me invitan a gran fiesta en La Moraleja. Entre el Gobierno y la Justicia, la gente hace sus movimientos, pasando de ambos. El socialismo, hoy, o cualquier otra fórmula agraciada por las encuestas previas a las encuestas previas, tiene qué ser una fórmula abierta.

3 domingo

El debate sobre los presupuestos generales del Estado parece que no ha movido mucha expectación, aunque en las Cortes había tres unidades móviles de la TVE. Esto sólo quiere decir que aquí nadie sabe de números. Entre los grandes números que apasionan al presidente, y el precio de los garbanzos, que tiene a Fraga en un grito, el resto del personal preferimos los debates jurídicos, porque la justicia no es sino la versión secularizada de la religión, y por tanto trabaja con el alma humana. La justicia es siempre popular/impopular. Está más hincada en nuestras vidas que la economía. Monseñor Jubany, cardenal arzobispo de Barcelona, ha producido un papel en el que afirma que el Vaticano II "es uno de los acontecimientos más grandes de la Iglesia contemporánea". Lo que pasa, don Jubany, es que la Iglesia contemporánea ya no es un acontecimiento. Ha habido aquí una fina sustitución de la religión por la justicia. Toda sociedad, toda cultura tienen que optar entre una y otra ley. A medida que España se va secularizando -divorcio, aborto, etcétera-, la gente rinde más culto a la justicia que al culto. Al fin y al cabo, obispos y magistrados van vestidos casi lo mismo. En este país, los que más temían a la ley eran los gitanos. Ahora, el español va entrando, pastueño, en la religión de la ley. Por eso hay quien la denuncia de politizada. De momento, el Tribunal Constituci9nal limita la libertad de expresión de la policía. A nadie le obligan a hacerse guardia. Pero el guardia/guarda tiene que guardar. ¿Cómo ha actuado la justicia en el caso Almería? ¿Un alma con tricornio es un alma que se salva siempre? La justicia, hoy, en España, tiene que empezar por justificarse a sí misma. A Alfonsín le están fallando los jueces. FG no quiere que le fallen. Y en este plan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_