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El estado de excepción en Nicaragua

THE WASHINGTON POSTLos sandinistas han vuelto a la política policiaca de Cuba, cuyas reglas suspendieron el año pasado durante el período electoral, cuando cierta dosis de pluralismo era juzgada conveniente. También, durante este intervalo, la arbitrariedad y la represión eran frecuentes. Ahora el núcleo totalitario de su filosofía está al descubierto.En esta ocasión, los sandinistas censuran a los contra y sus apoyos estadounidenses, afirmando que estos elementos, a quienes aprietan los tornillos, sirven a los enemigos de la revolución. La credibilidad del régimen de Nicaragua es baja. Frente a una crisis, el régimen podría haber buscado la reconciliación de la nación. En su lugar, los sandinistas se han separado de los nicaraguenses que viven bajo su poder y rechazan entablar un diálogo con aquellos que fueron obligados a tomar las armas debido a que los sandinistas han repudiado las promesas democráticas de su propia revolución.

En una interpretación aviesa, estas medidas parecen ser un índice más fiable de los sentimientos de los nicaragüenses que las elecciones que celebró el Gobierno el pasado mes de noviembre. Ciertamente, representa el punto de vista de un Gobierno autoritario ante el pueblo. Un resultado de estas nuevas restricciones será el de hacer más miserable la vida para muchos nicaragüenses. Otro probable resultado de este cierre de oportunidades existentes para una oposición legal y pacífica será el canalizar la resistencia a través de la lucha armada. La Administración Reagan estaba contemplando la mejor forma de obtener mayor ayuda para- los contra. Se le ha dado ahora una oportunidad enormemente provechosa para esgrimir ante el Congreso. (...).

22 de octubre

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