Ante la 'cumbre' Reagan-Gorbachov
Nuestro país tiene en estas fechas [septiembre de 1985] pendiente su atención del próximo encuentro entre el presidente Reagan y el máximo dirigente soviético, Gorbachov. Hemos asistido a varios cambios de la dirección de la URSS, y en estas últimas semanas nuestros medios de comunicación nos han hecho llegar noticias sobre manifestaciones de cambio, léase imagen de un nuevo talante de Gobierno en la URSS. Aunque la novedad parece estribar en aspectos como el estilo y la agilidad, el dominio y la capacidad de gestión, he de reconocer que el hecho llama ciertamente la atención. Lo que no se cuenta y en lo que sin duda hay que confiar en que al menos sea planteado en las próximas semanas es si verdaderamente hay un cambio. ¿Hay realmente una nueva dirección? ¿Ha de verse la apariencia de un nuevo estilo acompañada de nuevas ideas, propuestas concretas, interés auténtico en la búsqueda de solución de problemas? Porque, si es así, advertirán con toda seguridad que en el presidente Ronald Reagan van a encontrar a un hombre empeñado en la resolución de problemas, que reconoce una realidad como la de que la URSS es una gran potencia, que cree muy firmemente en que, como las dos grandes potencias del mundo que hoy somos, tenemos la responsabilidad de afirmar que lo que creemos es cierto, de no hacernos ilusiones de que ha habido o va a haber cambio en la Unión Soviética, de aceptar el hecho de que vamos a permanecer comprometidos en una competición ardua -una competición de ideas- y de que EE UU está preparado para ella. Preparado. Con confianza en sí mismo, superado el aislacionismo. Con una economía robusta y un firme empeño en la libertad, en defenderla, en ayudar a otros pueblos de mentalidad afin a defender sus propias libertades. Con un reconocimiento serio de la realidad de la Unión Soviética.Tenemos desacuerdos fundamentales. Con la URSS. Diferentes ideas sobre la función del Estado. Tenemos diferentes ideas sobre el papel del individuo y sobre la importancia de los derechos humanos, individuales. Y no nos hacemos ilusiones en el sentido de que vayan a cambiar las diferencias entre ambos sistemas. Con seguridad, el nuestro no cambiará. Pero también aceptamos el hecho de que, con el enorme poder que tienen uno y otro lado al entrar en esa competición, tenemos la responsabilidad de garantizar que ésta mantenga un carácter pacífico.
Demasiadas oscilaciones
En las semanas próximas, el presidente elaborará su planteamiento general -sobre cómo podemos garantizar que esta competición de ideas avance hasta el siglo XXI en términos pacíficos. Y ello es importante, pues representa la revisión muy seria y reflexiva del presidente sobre la política norteamericana en relación con la URSS de los últimos 40 años. Durante esos años, en los que las hostilidades fueron abiertas, violenta! -Corea y otros muchos puntos del globo-, EE UU osciló con demasiada frecuencia entre extremos en sus expectativas con respecto a la URSS: extremos de confrontación y guerra fría, con gastos de defensa enormes, mayores de hecho que los actuales en términos de producto nacional bruto.
Pero también hemos visto evolucionar las posturas hasta el extremo opuesto, en el que la falsa distensión indujo a esperar un cambio esencial en la Unión Soviética, a esper ar que ésta se desprendería de sus ambiciones mundiales. También estas expectativas se revelaron ilusorias.
El presidente cree que es hora de que acometamos una política fundamentada en el realismo, en la aceptación, de que, si es improbable que la URSS cambie, sí podemos competir con ella con acierto, confianza y de modo pacífico.
En los preparativos de la próxima reunión de Ginebra, el presidente cree que la, médula de la relación entre ambas, potencias está en el equilibrio militar! y en cómo éste puede mantenerse en una situación estable al nivel menor posible de armas nucleares y cómo podemos juntos garantizar el restablecimiento de un equilibrio estable que persista hasta el siglo próximo.
Durante muchos, muchos años, nuestro país ha fundado su concepción de la disuasión en la próposición de que la paz podría ser salvaguardada siempre y cuando hubiera un equilibrio en el plano ofensivo que permitiera a cada lado amenazar al otro con una respuesta que desbordaría toda posible ventaja.
Supuestos básicos
Esta estrategia se basaba en varios supuestos básicos.
En primer lugar, que se mantendría el balance de fuerzas ofensivas y que ninguno de los lados podría adquirir ventaja.
En segundo, que ninguno de los lados establecería un sistema de carácter defensivo.
Pero hoy se ha hecho evidente que ambos supuestos están seriamente cuestionados. Durante los últimos 15 años, la Unión Soviética se ha dotado de un programa de construcción de un dispositivo defensivo que la ha situado en una posición de ventaja en prácticamente todas las dimensiones del poder estratégico nuclear. Además ha acometido con fuerza un programa de investigación y experimentación sobre sistemas defensívos que pone seriamente en riesgo la estabilidad del equilibrio estratégico de aquí a la vuelta del siglo.
Ha sido en este clima de vigoroso esfuerzo en materia de sistemas ofensivos y defensivos en el que el presidente Reagan ha propuesto buscar la estabilidad a través de una vuelta, primero, a un equilibrio en el plano ofensivo a niveles muy inferiores de fuerzas; ha señalado que ya es momento de que, en vez de hablar del ritmo que vamos a imprimir a la construcción de nuestras fuerzas ofensivas, hablemos ambos países de cambiar a la idea de reducciones, de unas reducciones que puedan ser aplicadas de una manera estable a lo largo del tiempo.
Por otra parte, pero como cuestión que puede reforzar la estabilidad de la disuasión, el presidente cree que la tecnología nos ha proporcionado la posibilidad de sustentarnos en mayor medida en los sistemas defensivos, y asimismo que en unos tiempos en los que crece el poder nuclear es importante examinar si el abandono de la idea del sistema nuclear ofensivo en beneficio de una mayor sustentación en la defensa no nuclear no sólo puede aportar un equilibrio militar más estable, sino también una estrategia menos amenazadora, una estrategia que, en vez de fundarse, en la capacidad para amenazar al otro lado, lo haga en sistemas que no puedan tener carácter de amenaza.
Tenemos a nuestro alcance los medios para hacerlo. Y, a lo que parece, la URSS concuerda con nosotros, porque se ha volcado más que Estados Unidos en la investigación sobre sistemas defensivos, y además cada uno de sus programas en este campo ha contado con más empuje que los nuestros.
Han sido estas metas de establecimiento de un marco apra la reducción de los sistemas ofensivos y de explicación de cómo a lo largo del tiempo los países podrían avanzar hacia una sustentación mayor en sistemas defensivos las que se ha fijado el presidente a la hora de preparar la cumbre de Ginebra.
En lo que se refiere a cuestiones regionales, nuestras diferencias van desde Afganístán a Angola, desde Indochina a Centroamérica. Es hora de que comencemos a hacer constar el porqué de nuestras reservas de fondo sobre las intenciones pacíficas que proclama tener la Unión Soviética cuando examinemos su presencia y la escala de su respaldo a la violencia en esas regiones. Queremos hablar de ello y dar forma a una base más consistente para la estabilidad regional.
En lo que se refiere a cuestiones bilaterales, probablemente habrá oportunidad de abrir un marco más amplio de intercambio entre ambos países que comprenda los asuntos culturales, comerciales y otros.
Los derechos humanos
El presidente pondrá de relieve, además de sus propias convicciones profundas al respecto, la preocupación del pueblo y del Congreso norteamericanos por la cuestión de los derechos humanos.
El presidente entiende esta reunión, no obstante, como una oportunidad, una ocasión en la cual la dirección soviética puede mostrarse más abierta al cambio, que nos puede ofrecer la posibilidad de una estabilidad mayor. A fin de respaldar sus compromisos y su optimismo, el presidente, ha iniciado la toma de posiciones -que hemos sentado- en cada uno de esos órdenes de desacuerdo: control de armamentos -medios concretos, adecuados, detallados y flexibles por los que podemos conseguir una reducción de los niveles del armamento-, asuntos bilaterales, asuntos regionales y derechos humanos.
Ya con este programa bien estudiado y debatido, escrupuloso y amplio de Estados Unidos, hemos venido conociendo informaciones sobre la existencia de un interés soviético paralelo en la resolución de problemas en esos órdenes. Saludamos esas declaraciones públicas. Creemos que, históricamente, donde mejor se han abordado esas materias ha sido en negociaciones específicas, y estarnos en las de Ginebra, Viena y Estocolmo ansiosos de que la Unión Soviética no s exponga propuestas definidas, concretas.
Porque si, en efecto, se presentan en esos foros de negociación con propuestas que corroboren sus manifestaciones públicas, encontrarán al presidente Reagan dispuesto a hacer una aproximación más que equitativa a las propuestas soviéticas.
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