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El virus responsable de la 'plaga del siglo XX' provoca daños también en el cerebro y en la médula espinal

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) no afecta únicamente, como se pensaba hasta ahora, a los sistemas defensivos contra infecciones de los pacientes, sino también a su cerebro, según las últimas investigaciones médicas norteamericanas. Según estos datos, un 30% de los enfermos de SIDA sufre también daños en el cerebro o en la médula espinal.

Algunos pacientes muestran claros síntomas de demencia, incluyendo pérdida de memoria, incapacidad para pensar o tomar decisiones y una notable indiferencia hacia casi todo. En otros casos se ha apreciado una parálisis parcial, falta de coordinación muscular e incluso pérdida del control de su propio cuerpo.Hasta ahora se creía que el virus causante del SIDA atacaba específicamente a unas células defensivas esenciales, llamadas linfocitos T-4. Este ataque destruye el sistema inmunológico, pero no se sospechaba que la destrucción de esas células especializadas causase daños en el cerebro.

Sin embargo, las últimas investigaciones muestran que el virus puede infectar las células nerviosas del sistema central. Lo que aún se ignora es si esta infección está relacionada con la destrucción de los linfocitos, o si el daño se produce independientemente del sufrido por el sistema inmumológico. Los efectos suelen ser muy graves, dañando de manera irreparable al cerebro o a la médula espinal.

Operación fracasada

El doctor Anthony Fauci, director del Insituto Nacional de Enfermedades Alérgicas e Infecciosas de Bethesda (Maryland), declaró en una reciente entrevista que era posible, e incluso probable, que los diversos síntomas neuropsiquiátricos de muchos pacientes del SIDA estuviesen relacionados con el hecho de que este virus puede infiltrar e infectar el tejido del sistema nervioso central. Estos datos son muy importantes para comprender el proceso de la enfermedad y para buscar un tratamiento eficaz.Un equipo médico del citado Instituto intentó hace unos años hacer un trasplanté de médula ósea en un paciente del SIDA, con la esperanza de que de este modo se pudiera reconstruir su sistema inmunológico dañado. Pero la operación fracasó, evidentemente porque el virus destruyó las nuevas células T-4. Nuevos trasplantes se han realizado recientemente, ayudados por tratamientos con medicinas destinadas a eliminar a los virus restantes, pero habrán de pasar meses antes de que puedan conocerse los resultados.

El virus del SIDA se identifica de diversas maneras: HTLV-III, LAV y ARV, ya que cada equipo científico que lo ha aislado le ha bautizado con un nombre distinto. La mayoría de los especialistas cree que se trata básicamente del mismo virus, aunque han encontrado cierta variabilidad en los detectados en diversos pacientes. Las pruebas que relacionan este virus con las infecciones cerebrales comenzaron a conocerse a primeros de año.

Un equipo conjunto de investigadores de varios centros médicos de Bethesda, Nueva York, Boston y Newark estudió los cerebros de 15 adultos y niños que habían fallecido víctimas del SIDA. Los investigadores informaron el Journal of Science que habían detectado el virus en cinco de los cerebros. Todos los pacientes habían mostrado síntomas de demencia.

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