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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terroristas

LOS ACONTECIMIENTOS que se han sucedido desde el secuestro del Achille Lauro por un comando del Frente de Liberación de Palestina han puesto de relieve la relatividad de las normas del derecho internacional; también, las contradicciones y diferencias existentes entre países aliados. La OLP negó desde el primer momento toda relación con el secuestro, pero su mediación permitió que los secuestradores se entregasen a las autoridades egipcias; poco después, cazas norteamericanos interceptaban un Boeing egipcio en el que viajaban dichos secuestradores acompañados por el dirigente del FLP Abu Abbas; ello provocaba una fuerte reacción popular en Egipto y protestas formales del presidente Mubarak en Washington, ante lo que éste calificaba de acto de piratería aérea; después del aterrizaje forzado en la base de la OTAN en Sigonella, Sicilia, se producían incidentes entre carabineros italianos y soldados norteamericanos, ya que éstos no querían entregar los pasajeros a las autoridades italianas; con extraordinarias precauciones para evitar un nuevo secuestro aéreo, el dirigente del FP Abbas salió de Italia hacia Yugoslavia, y de este país hacia tierra árabe, a despecho de reiteradas exigencias de EE UU a los Gobiernos de Roma y Belgrado exigiendo el encarcelamiento del jefe palestino. Este tema ha provocado ya una crisis de gobierno en Italia, con la retirada de los ministros republicanos, y amenaza con cambiar toda la relación de fuerzas en Oriente Próximo.La tesis defendida con énfasis por la Administración Reagan, y que ha recibido el apoyo de parte de sus aliados y la comprensión incluso de Moscú, es que, para luchar con más eficacia contra el terrorismo, todos los métodos valen y están justificados; incluidas las violaciones, según parece, del derecho internacional. De ahí la aprobación de Washington al bombardeo israelí contra Túnez, que se produjo poco antes del secuestro del barco italiano; de ahí la buena conciencia norteamericana al interceptar en vuelo un avión civil egipcio. De ahí, también, el descontento de EE UU ante la conducta de Egipto e Italia.

- Conviene aclarar que no está en discusión la condena y el horror ante los crímenes terroristas, sino averiguar cuál es y cuál debe ser el comportamiento democrático ante la amenaza: si debe prevalecer la ley del más fuerte y si la fuerza del Estado es la adecuada respuesta, y la que conviene a los intereses de los ciudadanos víctimas del terrorismo internacional o interno de los países. El asesinato de un ciudadano norteamericano a bordo del Achille Lauro ha suscitado una evidente simpatía hacia la tesis dura de la Administración Reagan. Pero no es posible cerrar los ojos ante ciertas -incongruencias en la manera en que algunos Gobiernos utilizan el argumento del terrorismo.

Los actos terroristas se caracterizan sobre todo por el uso de la violencia para asesinar o secuestrar a inocentes, cualesquiera que sea la causa invocada. Recordaba en un reciente editorial el New York Times que hay terroristas entre los contra nicaragüenses apoyados por EE UU; y un famoso manual editado por la CIA contenía consejos sobre la manera de practicar el terror. Puede generarse entonces la peligrosa suposición de que hay terroristas buenos y terroristas malos.

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La actitud de EE UU en los citados acontecimientos ha parecido orientada por la obsesión de demostrar, como sea, que la OLP es una organización terrorista con la cual es absolutamente imposible mantener cualquier tipo de diálogo. La interceptación del avión egipcio por cazas norteamericanos y el paraguas de la Alianza Atlántica para la operación vulnera, sin embargo, a las claras el derecho internacional.

Por otra parte, es cierto que creer en la inocencia de la OLP palestina sería ingenuo; el terrorismo está en su génesis, como lo ha estado en la base de la mayoría de los movimientos de liberación nacional -incluido el que dio origen al Estado de Israel- Pero deducir de ahí que se pueda negar todo significado a la evolución realizada por la OLP y por su líder Yaser Arafat hacia posiciones de negociación y de paz es una posición cuando menos discutible; y conduce a mantener una situación de tensión militar en el Próximo Oriente. Tal actitud choca con la política de los países árabes moderados, como Jordania y Egipto; y se enfrenta con los esfuerzos que viene realizando una serie de países europeos -muy concretamente Italia- para estimular la evolución de la OLP hacia soluciones basadas en las resoluciones de las Naciones Unidas, el reconocimiento de Israel y la creación de una federación jordano-palestina. Una larga experiencia demuestra que no es realista pensar en una solución negociada descartando a la OLP. Y la conclusión de lo sucedido estos días es que cualquier solución negociada ha sido boicoteada por la violencia de ambos lados: la de Israel bombardeando en un acto de desmesurada fuerza las bases palestinas en Túnez y la de sectores de la OLP, secuestrando un barco de pasajeros y asesinando a un ciudadano norteamericano. Hay todavía poderosas instancias que no quieren la paz y estos días se han enterrado de hecho los progresos realizados, en particular por el rey Hussein, para preparar, con la OLP, las bases mínimas de una negociación.

. El otro aspecto de la cuestión, el abandono por parte de los Gobiernos de países democráticos, y entre ellos del más poderoso de la tierra, de los principios del derecho internacional puede suscitar desde luego algún entusiasmo en la opinión basado en el reconocimiento de la propia fuerza. Pero recurrir a métodos del Lejano Oeste para resolver las cuestiones internacionales resulta harto peligroso para la paz mundial.

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