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Piratería en el Mediterráneo

El mítico 'comandante' Achille Lauro

Juan Arias

Los piratas no podían haber escogido para su operación publicitaria una nave más apropiada, ya que su nombre, Achille Lauro, es el de un hombre que fue un mito en Italia, una leyenda. El rey del mar le llamaban en Nápoles, su tierra natal, y, sobre todo, le apellidaban el comandante.Un pueblo pobre como Nápoles, siempre golpeado por todo lo peor, no podía dejar de sentirse fascinado por un personaje como Achille Lauro, que, salido casi de la nada, llegó a poseer la flota más importante en la Europa de la posguerra, con 100 barcos de su propiedad, y fue temido por sus competidores: Aristóteles Onassis, Stavros Niarchos y Paul Getty.

Su historia empieza a los 14 años con una aventura de amor y de mar, salpicada ya de tragedia, y acaba a los 96, en 1982, con la quiebra total de su imperio, una deuda de 25.000 millones de pesetas y una flota reducida a sólo ocho embarcaciones. Con un último gesto solemne, orgulloso y patético al mismo tiempo, sacó a subasta todos sus bienes para intentar pagar sus deudas antes de morir, mientras maldecía a sus hijos, acusándoles de haber dilapidado un imperio amasado por él con tanto dolor e inteligencia.

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Achille Lauro compró su primera nave a los 18 años con el dinero que le dejó su padre. Lo hizo tras haber realizado ya a los 14 años su primera y dramática experiencia marina en un viaje a México, enviado, se afirma, como castigo por haberse acostado con la mujer de servicio de su casa. En el viaje de regreso murió el comandante de la nave y se volvió loco el segundo de a bordo, pero el muchacho logró salir adelante.

Esta aventura, en vez de apartarle del mar, le alentó a conquistarlo, sembrándolo con sus naves. El mito creció. Los napolitanos no sólo le pedían trabajo, era como el padre de todos. Le hicieron alcalde y, desde entonces, fue también el alcalde de la capital de la Camorra.

Zapatos de un solo pie

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Se dice que compraba los votos en las elecciones regalando paquetes de pasta y zapatos. Daba primero el del pie derecho, y sólo cuando había comprobado que el voto había sido para él entregaba el del pie izquierdo. Se convirtió así en un personaje político que pasó del fascismo a la monarquía y acabó en la Democracia Cristiana y siendo devoto de San Gennaro. Creó en política el modelo de clientelismo llamado aún hoy el laurismo.

De todo su imperio, dos naves fueron siempre el orgullo del anciano magnate: la Angelino Lauro y la Achille Lauro. Las dos, compradas en Holanda y reestructuradas por él. Y las dos, como el símbolo de su historia, tras haberse remontado hasta la gloria (la Achille Lauro fue la primera nave occidental, por ejemplo, que atracó en el puerto de Shanghai), acabaron, una, hundiéndose mientras era remolcada hacia la isla de Formosa, y la otra, escenario estos días de un acto de piratería, siendo casi regalada a la familia Chandris, de Grecia.

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