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Piratería en el Mediterráneo

Estados Unidos presionará para que se castigue a los culpables

Francisco G. Basterra

Estados Unidos reaccionó ayer con alivio y gran prudencia a la rápida solución negociada del secuestro del barco italiano Achille Lauro, que no se ha convertido en una nueva versión del secuestro del avión de la TWA, el pasado junio, en Beirut, como se temió en un principio. El asesinato de un rehén norteamericano, sin embargo, sorprendió a la Administración, que no pudo ocultar su disgusto y prometió procurar el castigo de los culpables, independientemente del acuerdo a que los secuestradores llegaran con Egipto y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).Quedan pendientes muchas dudas sobre los hechos, empezando por sus verdaderos autores y siguiendo por la participación de la OLP y el papel jugado por Estados Unidos, que ayer no pudieron ser aclaradas.

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La primera reacción de Washington, cuando los gobiernos egipcio e italiano habían confirmado ya el final del espectacular episodio de piratería en Oriente Próximo, fue afirmar que "haremos todo lo posible para que los autores del secuestro sean detenidos y llevados ante la justicia". Esta actitud parece indicar un cierto desagrado por las negociaciones finales con los secuestradores -"unos palestinos frustrados y desesperados" sin relación orgánica con la organización, según el representante de la misma ante la ONU-, que han conducido a la liberación de los rehenes, entre ellos al menos una docena de norteamericanos.

El alivio del presidente Ronald Reagan y de su esposa, Nancy, por el fin del secuestro debió ser muy profundo, después de que un periódico de Jerusalén anunciara ayer que los secuestradores del Achille Lauro se equivocaron de objetivo y que su idea fue secuestrar a su hija Maureen. Ésta, efectivamente, pasó por un puerto israelí hace dos días a bordo del trasatlántico noruego Royal Viking. Por su parte, Los Angeles Times informó que hace tiempo los servicios secretos israelíes (el legendario Mossad), advirtieron a varios gobiernos occidentales que comandos palestinos se estaban entrenando para secuestrar un buque de pasajeros.

La gran duda de este episodio es el papel jugado por la OLP, que negó desde el principio su responsabilidad en la toma del barco el lunes y posteriormente ha aparecido como parte negociadora con los secuestradores para lograr un feliz desenlace. La Administración se negó ayer a comentar la posibilidad de que EE UU haya tenido algún tipo de contacto con la organización que dirige Yasir Arafat para resolver la crisis. Este país se niega a hablar con la OLP porque esto supondría que reconoce a la organización, a la que considera terrorista. Éste es el principal problema que está atascando el proceso de paz en Oriente Próximo.

La política oficial de EE UU, reiterada de nuevo en este caso, es no negociar con los terroristas y no pedir a otras partes o países que lo hagan. Sin embargo, esta posición es matizada y permite las discusiones con terroristas para asegurar las vidas de rehenes estadounidenses. La posibilidad de que se haya discutido, no negociado, en este caso con los palestinos no fue confirmada.

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En las últimas horas del incidente -que con la perspectiva del tiempo se puede decir que Reagan no calificó mal el martes: "la cosa más ridícula"-, Washington reafirmó oficialmente su política antiterrorista. El papel de EE UU en la resolución del secuestro se ha limitado a un continuo contacto diplomático con los Gobiernos de los países implicados.

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