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Estados Unidos propone la colaboración de la banca privada con el FMI para refinanciar la deuda exterior

La Administración Reagan, en un importante cambio de su política hacia el problema del endeudamiento del Tercer Mundo, ha iniciado una serie de consultas con la gran banca privada internacional y con los Gobiernos de los países industriales para la creación de una agencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, en la que participará la banca privada, cuya única función será refinanciar la deuda externa de los países en desarrollo.

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El secretario del Tesoro norteamericano, James Baker, ha explicado sus nuevas ideas a los principales bancos norteamericanos en el curso de esta semana y se espera que haga lo mismo con los gobiernos de los países industriales antes del comienzo el próximo martes, en Seúl, de las reuniones anuales del FMI y Banco Mundial.Las primeras noticias sobre la propuesta norteamericana, que supondría la aportación de más de 25.000 millones de dólares (algo más de cuatro billones de pesetas) por parte de la banca privada y del FMI durante los próximos cuatro años, provocaron ayer una reacción mixta en el seno del denominado Grupo de los 24, que defiende los intereses de los países en desarrollo dentro del FMI. En espera de su comunicado final, que será conocido este fin de semana, alguno de los países en desarrollo interpretaron que las nuevas ideas norteamericanas tan sólo buscan diluir las fuertes críticas que está provocando en el mundo en desarrollo la función policial que ejerce el FMI sobre las economías de las naciones endeudadas.

En cualquier caso, la propuesta norteamericana supone un cambio en la estrategia recomendada por Washington respecto al problema global del endeudamiento en el Tercer Mundo. Hasta ahora, la Administración Reagan mantenía que el FMI y la banca privada se bastaban, por sí solas y de manera separada para encauzar y resolver el problema del endeudamiento del Tercer Mundo, que supera ya los 800.000 millones de dólares.

Asimismo las nuevas tesis de Washington, al menos lo que fuentes norteamericanas han avanzado en los prolegómenos de las reuniones anuales del FMI van tan lejos como para sugerir a las naciones deudoras un cambio en sus políticas económicas de austeridad hacia otras de mayor expansionismo. Para James Baker, los tres últimos años que dura el problema del endeudamiento del Tercer Mundo han superado el momento crítico y ahora se necesitan nuevas ideas.

Iniciativa sin concretar

Está previsto que el representante del Tesoro norteamericano anuncie su propuesta concreta cuando intervenga en las reuniones plenarias del FMI la próxima semana. Es muy posible que la iniciativa norteamericana esté aún todavía sin concretar y en espera de las negociaciones en curso con los nueve bancos norteamericanos que acumulan en sus balances las dos terceras partes del endeudamiento del Tercer Mundo. También se da por sentado que Washington no ha hecho más que hablar en términos vagos de su propuesta a los países industriales, concretamente al denominado Grupo de los 10, cuyo apoyo es fundamental para que la nueva agencia del FMI tome cuerpo.

Con todo, las primeras noticias apuntan hacia una aportación de 5.000 millones de dólares anuales, hasta un total de 25.000 millones en los próximos tres o cuatro años por parte de los países miembros del FMI. Esta agencia obtendría el dinero por medio de préstamos de los bancos privados, que a su vez recibirían el dinero con cargo a las cuentas deudoras de países como Argentina, Brasil, México o Venezuela que en los últimos años han realizado esfuerzos para ponerse al día en sus pagos.

El nuevo mecanismo que trata de construir Estados Unidos mediante esta nueva agencia, que dependería del FMI y del Banco Mundial, no deja de ser complicado, pero resuelve el problema urgente que se le plantea a la banca privada norteamericana por los retrasos producidos en el pago de intereses y principal de la deuda del Tercer Mundo.

La propuesta estadounidense ha dado un vuelco a los temas puntuales que iban a ocupar la atención en las reuniones anuales del FMI y del Banco Mundial. Los países en desarrollo, que ayer estaban redactando un duro comunicado en contra de los programas económicos de austeridad sugeridos y vigilados por el FMI, tan sólo han podido ocultar su sorpresa mediante la descalificación, por propagandística, de la propuesta.

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