Granada es anfitriona y ejemplo de la discusión europea sobre la amenaza que acecha al patrimonio cultural
Cada uno de los 17 artículos que componen el Acuerdo de Granada sobre Salvaguardia del Patrimonio Artístico, que será ratificado por los ministros del ramo de Europa occidental entre hoy y mañana en Granada en la conferencia de responsables de¡ patrimonio, que inaugurará el rey Juan Carlos, contiene consejos generales aplicables a la ciudad anfitriona. En los últimos tiempos, problemas de conservación y gestión de los monumentos de esta ciudad han abierto diversas polémicas; cada una de las desavenencias políticas ha tenido como fondo un problema de especulación del suelo o una idea distinta sobre cómo urbanizar.
Muchos de los debates son hoy agua pasada. El caso de la urbanización que se iba a construir en el cerro de los Alijares, en los aledaños de la Alhambra, que contaba con el visto bueno del Ayuntamiento de Granada y que fue detenida por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, ha dado paso a cierta normalidad en las relaciones de ambas instituciones, gobernadas por los socialistas. Representantes de una y otra han confesado que sólo se trataba de diferentes puntos de vista. Los Afijares fueron adquiridos por el Gobierno andaluz. en cerca de 1.000 millones de pesetas para poner en marcha un ambicioso proyecto que creará un parque natural y nuevos accesos al conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife.Sobre este conjunto árabe también se cierne el peligro del deterioro. El Acuerdo de Granada reconoce como el mayor enemigo de la dregadación monumental el efecto de la contaminación. El nuevo comisario de la Alhambra, Mateo Revilla, ha reconocido públicamente la carencia de medios humanos para terminar con estas amenazas. No obstante, no es la contaminación la mayor de ellas. La falta de vigilancia adecuada y la acumulación de cerca de un millar de visitantes en lugares cerrados del recinto monumental están acabando, a fuerza de roces y actos desaprensivos, con los relieves de escayola de las paredes.
Sacromonte y Albaicín
Dentro de las definiciones que el Acuerdo de Granada da sobre patrimonio artístico se hallan los lugares combinados de hombre y naturaleza que constituyen espacios característicos y homogéneos para la delimitación topográfica. En Granada hay ejemplos de ello; se trata de dos de las zonas más universales de la ciudad: el Sacromonte y el Albaicín. El primero sufre un serio abandono, motivado por la marcha a barriadas en el cinturón de la ciudad de sus antiguos moradores. Ello, junto a la psicosis de inseguridad propiciada hace varios años, han provocado el cierre de los pocos establecimientos que quedaban y el abandono de las típicas cuevas.Hoy el Sacromonte es una ruta minoritaria que sólo recorren algunos turistas ansiosos de contemplar las tradicionales zambras. Los granadinos, en cambio, apenas si suben allí. Sobre una de sus lomas está la abadía sacromontana, construida en el siglo XVIII, y que fue objeto de un robo de consideración hace meses. El conjunto de la abadía y su colegiata es propiedad de la Iglesia y hasta ahora no se ha conseguido darle un uso apropiado, a pesar de las gestiones del Ayuntamiento granadino y de la Junta de Andalucía. La abadía del Sacromonte sufrió también el expolio; grabados del siglo de su construcción fueron vendidos a 1.000 pesetas y hasta uno de sus escudos de piedra apareció en el comercio de un anticuario.
El Albaicín, ha padecido el abandono de la clase más popular de sus habitantes, que, al carecer del dinero suficiente para reparar las viviendas, debió emigrar a otros lugares. Según estimaciones municipales, en Granada existen 20.000 viviendas sin habitar, muchas de las cuales se encuentran en el Albaicín medio derruidas.
Sobre la protección monumental a los conjuntos históricos a los que el Acuerdo de Granada recomienda la aplicación de un régimen legal específico, el centro de la ciudad no ha podido impedir el alzado o reconversión de plazas como La Romanilla, a escasos metros de la catedral. La plaza. ha sido modificada hasta extremos impensables, a base de barandas de mármol veteado en rosa, farolas extrañas y un estanque adosado a una figura poliédrica donde se bañan niños y perros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.