Reagan confirma el tono de dureza hacia la Unión Soviética a tres meses de la 'cumbre' de Ginebra
Ronald Reagan confirmó ayer que ha elegido un tono de enfrentamiento con la Unión Soviética, en su primer discurso fuera de la Casa Blanca desde que el 13 de julio fue operado de un cáncer de colon. Reforzaba así la actitud de dureza hacia Moscú manifestada esta semana por su Administración. El presidente reafirmó su compromiso con los planes de defensa espacial y se manifestó "orgulloso" de su política hacia Centroamérica, en el curso de una cena con sus amigos millonarios californianos y estrellas de Hollywood, celebrada el jueves por la noche (madrugada del viernes en España), en Los Ángeles.
Reagan rechazó los temores de quienes piensan que su Administración ya no funcionará, después de su enfermedad, con la misma fuerza y anunció que, a partir del 3 de septiembre, estará de nuevo en la Casa Blanca "trabajando avante a toda máquina". Algo más delgado, pero con la misma firmeza de siempre, el presidente afirmó que la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), conocida popularmente como guerra de las galaxias, "nos ofrece una salida para el dilema nuclear que ha confundido a la humanidad desde hace cuatro décadas". Reagan, que, rodeado por Sylvester Stallone (el popularísimo protagonista de Rambo), y Charlton Heston, consiguió recaudar con la cena 220 millones de pesetas para el Partido Republicano, atacó a los "llamados expertos" y a los que "siempre culpan a América primero" por no creer en su sistema de defensa en el espacio."Si es impracticable y un derroche de dinero, ¿por qué los soviéticos están tan preocupados por la SDI y se están gastando tantos rublos en tecnologías similares?", se preguntó el presidente. El discurso se produce sólo unos días después del anuncio de que EE UU probará un arma antisatélites en el espacio, un experimento que aunque no está directamente relacionado con la guerra de las galaxias provocará una aceleración de la carrera de armamentos en el espacio, según expertos norteamericanos. Ayer fue probado, por primera vez, un misil intercontinental MX, de 10 cabezas nucleares, con un lanzamiento desde un silo subterráneo de California hasta un objetivo imaginario en aguas del Pacífico, a 6.000 kilómetros de la costa norteamericana.
Polvo amarillo
Pero nada presagia mejor el otoño de confrontación que van a vivir las dos superpotencias, antes de la prevista cumbre que reunirá a Reagan y a Mijail Gorbachov el 19 y el 20 de noviembre próximos en Ginebra, que el episodio del polvo amarillo. Washington denunció el miércoles que el KGB lleva años utilizando un agente químico conocido como NPPD, desconocido para los científicos norteamericanos, para controlar los movimientos de los diplomáticos de EEUU en Moscú, especialmente sus posibles contactos con los disidentes. Este episodio, uno más en la guerra de espionaje que libran las dos superpotencias desde el final de la II Guerra Mundial, ha sido utilizado, según críticos de la Administración en el Congreso, para tapar el anuncio de la prueba antisatélites.
Los portavoces de la Administración aseguran que el momento de la revelación (al parecer es un asunto viejo que ya comenzó a practicarse en 1976) no ha sido elegido políticamente Sino que se trataba de alertar de un peligro para la salud dé. los norteamericanos. La Casa Blanca y el Departamento de Estado se han apresurado a asegurar que este incidente no es un intento de sabotear las perspectivas de la cumbre de Ginebra. La continuación del business as usual fue reflejada ayer por el viaje del secretario de Agricultura, John Block, que se desplazó a Moscú para discutir con el Gobierno soviético las exportaciones de grano.
Sin embargo, nadie duda en Washington de que existe un plan preconcebido detrás de este rosario de gestos de firmeza hacia la URSS, que se inició el lunes con un discurso del consejero nacional de Seguridad, Robert McFarlane, en el que advirtió a Moscú que debe cambiar la sustancia de su política si quiere una mejora de relaciones, incluso gradual, con EE UU. La Administración persigue contrarrestar la campaña de propaganda que inició el líder soviético, Mijail Gorbachov, anunciando el pasado julio una moratoria de pruebas nucleares. Se trata de no quedarse atrás y no aparecer a la defensiva antes de la cumbre de noviembre, no dejando la iniciativa a Gorbachov.
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