Es mucha y muy justificada
la marejadilla que se ha levantado en torno al crucero que el jefe del Gobierno ha realizado en el histórico yate Azor, de tantas resonancias franquistas. Por cierto que me ha extrañado que los humoristas de la Prensa no hayan aprovechado la ocasión para dibujar al nuevo inquilino del yate pescando un atún que bajo el agua le engancha al anzuelo el vicepresidente Guerra, por ejemplo. Digo que me parece justificada, pero... En el pero está la madre del cordero, porque en este país, tras la no menos histórica transición-consenso, hay que decir, como en la Biblia, que "el que esté libre de pecado...".Haciendo ciencia-ficción, con más ciencia que ficción, me pregunto: ¿qué habría sucedido si Felipe González invita a Redondo y Camacho, por citar sólo a estos dos individuos, a incorporarse al crucero para tratar, por ejemplo, el tema de las pensiones? ¡Pobres pensionistas! Después de haberse embarcado todos en la operación consenso-transición, ¿qué importancia tiene embarcarse en el Azor? ¿Acaso no tiene el mismo simbolismo que montar en el Azor el acudir con la señora vestida de largo a las recepciones del palacio de El Pardo o el de Oriente? ¡Basta ya de fariseísmos!-
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