Profesores de latín
Un profesor mostraba en EL PAIS del 22 de julio su disgusto por el procedimiento de selección de profesorado establecido por la ley de Reforma Universitaria. Nada que oponer a esto, porque sobre gustos no hay nada escrito. Ahora bien, que los ejercicios prácticos de traducción y comentarios sean "la única manera de comprobar racionalmente y sin trampa, para una plaza de latín o griego, el dominio o la soltura del candidato en el manejo de dichas lenguas", es una afirmación cuya validez universal no todos los profesores universitarios de esas disciplinas alcanzamos a ver.Algunos tenemos presente, en efecto, que las universidades más prestigiadas del mundo nombran sus profesores de lenguas clásicas sin someterlos a ninguna prueba de ese tipo: credenciales académicas, producción científica y, en su caso, informes confidenciales solventes bastan para asegurar la competencia. Y hay pruebas de que la cosa ha funcionado bien: ellos son, por citar algo, los que han editado científicamente los más de los textos griegos y latinos que leemos en nuestras clases y publicado los mejores manuales, monografías y artículos por los que los funcionarios docentes de este país podemos preparar las clases teóricas... y los temarios de oposiciones. Esto parece indicar que el modo de reclutamiento de profesorado, desconectado de una idea válida y bien definida de universidad, es un dato poco relevante. A mi ver, examinar a los candidatos a plaza universitaria de lo mismo que debieron aprender en las aulas sólo tiene sentido si se reconoce que la llamada enseñanza superior carece del mínimo de seriedad; que currículos, títulos e informes son mera ficción, y en definitiva, que no hay comunidad científica. Si esto fuera así, ¿qué procedimiento podría garantizar la discreción como jueces de quienes no la tuvieron como parte?
No se han encontrado fundamentos académicos que demuestren que el nuevo procedimiento es intrínsicamente peor que el anterior. Y si en el futuro un doctor en filología clásica cumpliera su capricho de ser profesor universitario de griego sin saber griego (sin duda una contribución genial al proyecto Eureka), creo honestamente que la causa del fallo, más que en las pruebas como tales, habría que buscarla en otra parte. Dulcemente dicho, en el escaso rendimiento del sistema universitario en su conjunto. Las cosas en este punto están muy claras: La LRU ha confiado a las universidades la selección de sus profesores. Desde ahora éstos y aquellos deben demostrar que tienen competencia y deseos de hacerlo bien. Y cada palo que aguante su vela.- Facultad de Filología. .
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