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La reunión de Nairobi se ha politizado, según Maureen Reagan

"En varias ocasiones a lo largo de esta conferencia he vuelto por la noche a mi habitación llorando por los sufrimientos de las mujeres del mundo, y nosotros estamos aquí reunidos hablando de cosas que no van a aliviar ese sufrimiento". Maureen Reagan, jefa de la delegación estadounidense en la Conferencia del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Mujer que se celebra en Nairobi (Kenia), con las cosas aparentemente claras y heredada habilidad para la puesta en escena, se disculpó ayer ante 40 periodistas: «No he podido recibirles individualmente, como me pidieron, porque hemos trabajado de siete de la mañana a dos de la madrugada, y yo necesito dormir por lo menos cinco horas".

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Escasas posibilidades de llegar a un consenso sobre el documento final

La hija del presidente norteamericano manifestó que su país está preocupado por la política de apartheid, pero que no aceptaría determinadas redacciones en las que se introdujeran sanciones obligatorias y el nombramiento de determinados movimientos de liberación; que no se reuniría con las mujeres palestinas aun que éstas se lo pidieran, "porque no entra en la política de mi Gobierno", y que Estados Unidos no aceptará alusión alguna al sionismo en el documento de estragia final que debe aprobar la conferencia, como no lo aceptó en Copenhague, a mitad del Decenio de la Mujer de las Naciones Unidas.En un lenguaje lleno de alusiones ofídicas, la jefa de la delegación norteamericana añadio que "parece haber ciertas culebras y serpientes que siguen a las mujeres a las distintas conferencias, y cuando alguién levanta la capa del sitio donde se encuentran, vuelven a salir las mismas serpientes. Estamos haciendo todo lo humanamente posible para mantener las serpientes dentro de la cesta. A mi juicio, las cobras comen más que las víboras o que las cascabeles y yo prefiero ser una cobra a una serpiente de cascabel".

Estrategias para el año 2000

Maureen Reagan adelantó que su delegación podría mantener un comportamiento similar al que tuvo en Copenhague hace cinco años. "Con respecto al documento final sobre las estrategias de cara al año 2000", dijo, "podríamos desde expresar nuestras reservas con una nota a pie de página a votar contra un párrafo determinado o, en definitiva, votar contra el documento".La representante estadounidense recordó: "Si no hay una declaración de Copenhague es porque nosotros, más Canadá, Australia e Israel, votamos en contra, al igual que 22 miembros del grupo occidental, y otros se abstuvieron. Si queremos que la mujer tenga un impacto a nivel mundial deberíamos llegar al consenso. Yo no pretendo marcharme de la conferencia, pero eso no significa que no me empujen a alejarme de ella. Aquí estamos excediéndonos al discutir temas que atañen a la política exterior de nuestros Gobiernos, y ningún hombre lo ha hecho en la sala. Quieren que seamos nosotras las que caigamos en ello para que no representemos más a nuestros Gobiernos, y yo no lo voy a hacer, porque tengo la intención de seguir representando al mío".

La representante estadounidense se mostró poco proclive a aceptar alusiones que relacionaran su actividad y su apellido. "Yo fui republicana antes que mi padre, estaba en política antes que él y, por tanto, no es cierto que me mueva a su sombra. En una revista femenina mi padre dijo hace un tiempo que le daba la impresión de que era él quien se estaba beneficiando de mi fama y mi publicidad. Fui presidenta de una organización política antes de que él fuera candidato a gobernador en 1966, me presenté al Senado en 1982 y lo hice como persona, no como hija de mi padre". Nunca, ni de pequeña, tuvo complejo de Edipo: "¡Oh, no, eso son los chicos y no las mujeres las que lo tienen!".

La jefa de la delegación norteamericana eludió pronunciarse abiertamente sobre la campaña de reflexión que hay en su país en el tema del aborto y la ayuda presupuestaria para campañas de planificación en el Tercer Mundo, aunque sí se mostró favorable a los anticonceptivos; hizo valer su condición de mujer vinculada al feminismo desde hace más de un decenio y, cuando se le pidió su opinión sobre las norteamericanas de las organizaciones no gubernamentales que han participado en el foro paralelo a la conferencia y lanzado críticas contra su país, contestó: "El que haya norteamericanos que hacen declaraciones en contra del Gobierno es una de las cosas hermosas de Estados Unidos, pero lamento que haya personas que se diviertan golpeando a mi país, que es un país generoso, de gente buena, un país que quiere ayudar allí donde hay problemas en el mundo y que lamenta que a veces tengamos que adoptar posiciones que sabemos que no parecen destacarnos como seres sensibles. Pero todo lo que pretendemos es que se acepte a Estados Unidos como un país de personas, de seres humanos, y no sólo de ciudades de rascacielos como Nueva York, sino de personas que viven en ciudades distintas y en el campo y que, cuando se enteran de que hay un problema en el mundo, preguntan qué pueden hacer para ayudar".

En desacuerdo con su padre

Una periodista señaló a Maureen Reagan las diferencias existentes entre ella y su padre en materia de feminismo. La delegada norteamericana respondió: "Estamos en desacuerdo sobre la necesidad de reformar la Constitución en lo que hace referencia a la enmienda por la igualdad de derechos. Yo continúo trabajando por esta enmienda, él continúa pidiendo reformas legislativas. El presidente de Estados Unidos no introduce una enmienda, sino que son los Estados los que lo hacen. Tenemos que continuar ese trabajo, y él sabe que yo lo enfoco hacia el logro de una reforma de la Constitución".Maureen Reagan reiteró con insistencia su postura tendente a considerar de forma específica los problemas relativos a la mujer en la conferencia que debe clausurarse en la próxima madrugada: "Mientras las mujeres no formen parte del proceso de decisiones políticas, las cosas no mejorarán para ellas ni en Kenia, ni en EE UU, ni en la URSS, ni en parte alguna. Existen diferencias entre los países desarrollados y los que están en desarrollo, pero tenemos en común el deseo de que nuestras voces de mujeres sean escuchadas. Y eso es lo que queremos demostrar con esta conferencia y con este decenio".

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