La RFA asume el papel de motor del proyecto

La República Federal de Alemania atribuye una gran importancia a la conferencia ministerial sobre el proyecto Eureka, celebrada ayer en París, y el Gobierno de Bonn no oculta su entusiasmo ante la posibilidad de que la reunión sea el punto de partida de la cada vez más apremiante cooperación tecnológica europea. Pasadas las primeras inseguridades sobre la compatíbilidad del Eureka con el programa norteamericano Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), el Gobierno de la RFA, y muy especialmente su ministro de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, se ha erigido en motor de este plan de relanzamiento tecnológico europeo.Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores expresaron, en vísperas de la apertura de la conferencia de París, su esperanza en que ésta se convirtiese en "una fecha histórica" en el camino de Europa hacia la tercera revolución industrial.

El Gobierno de Bonn considera que la apertura de las fronteras y economías europeas para la investigación y el desarrollo de alta tecriología es una condición imprescindible para la supervivencia como potencia económica. "Europa tiene las empresas competentes y la capacidad científica necesaria; lo que debe hacer falta es la conciencia de sus posibilidades y fuerza y la decisión para encauzarlas", manifestó ayer Genscher antes de partir hacia París.

Agilidad de respuesta

El Gobierno de Bonn considera que el momento actual es idóneo para conseguir fórmulas de cooperación flexibles y no burocráticas, con agilidad de respuesta a las exigencias de mercado y capaces de crear un marco atractivo para la elite de la investigación en el viejo continente. Los Estados europeos y la Comunidad Económica Europea deben crear para ello las condiciones que faciliten una investigación independiente orientada por el mercado y con inclusión no sólo de las grandes compañías, sino también de las pequeñas empresas de alta tecnología existentes en Europa.

En Bonn se parte de la premisa de que Eureka es ante todo un proyecto civil para situar la tecnología europea a la altura de la norteamericana y la japonesa, y aunque con posibilidades de aplicación posterior a la industria militar, los proyectos se centrarán en nuevas generaciones de ordenadores, robots, circuitos integrados, sistemas de comunicación en la biotecnología y otros campos de la investigación tecnológica.

Para evitar la burocratización del proyecto, Bonn se opuso a la intención inicial de Francia de crear un organismo supervisor para dirigir el proyecto. Bonn llegó a un acuerdo con París por el que rechaza la idea de una agencia centralizadora y se establece un sistema descentralizado para el fomento de consorcios multilaterales, entre empresas y Estados interesados en los proyectos.