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Heinrich Böll

Banderas a media asta en Colonia por la muerte de Heinrich Böll

Alemania recuerda su defensa insobornable de la libertad de conciencia y expresión

Heinrich Böll murió ayer en Colonia, la ciudad donde había nacido el 21 de diciembre de 1917. Veinticuatro horas antes había sido dado de alta en un hospital en Aggertal especializado en enfermedades vasculares, donde permaneció en tratamiento las dos últimas semanas. La salud del escritor se había ido deteriorando de forma continua en los últimos años. Su muerte fue anunciada a primera hora de la tarde por la editorial Kiepenheuer und Witsch, que durante décadas ha publicado sus obras. Nada más conocerse el fallecimiento, una oleada de mensajes de pésame comenzó a llegar a las redacciones en Alemania Occidental. En Colonia, ciudad a la que siempre estuvo unido el escritor, ondeaban ayer las banderas a media asta.

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La reacción demostró que los alemanes eran conscientes de no haber perdido tan sólo a uno de los escritores más importantes de las letras alemanas.Desde que comenzara a escribir, en 1947, novelas radiofónicas y cuentos cortos, tras un estudio de germanística simultaneado con un empleo como carpintero con su hermano, B011 escribió incansablemente con una enorme capacidad para mostrar gráficamente en su literatura lo que quería decir. Después vendrían sus grandes novelas, las que cruzaron las fronteras alemanas, como Billar a la nueve y media, Las observaciones de un clown, Retrato de grupo con señora y El honor perdido de Katharina Blum. Todas reflejan las obsesiones de Böll, de un hombre que se vio envuelto muy joven en una contienda que sabía injusta y en las miserias de la posguerra.

Se definía como anarquista. Era un anarquista cristiano enormemente respetuoso. Criticó a todas las instituciones del poder, Estado, Iglesia, Milicia y Escuela, pero se declaró ciudadano convencido de la República Federal de Alemania. En este Estado, que de alguna forma él también configuró, creía ver la posibilidad de compaginar su papel oficial en cierta forma involuntario como "gran parte de las letras" con su nunca agotada esperanza de lograr formas de convivencia más auténticas. "No creo que los escritores tengamos poder, pero sí influencia".

Su compromiso político y su papel como conciencia social de la República Federal de Alemania le hicieron cosechar adhesiones entusiastas, pero también incomprensiones y virulentos ataques que trascendían su labor literaria. "Toda la literatura es partidista, incluso aquella que se niega a los cambios. También Gottfried Benn, que no quería cambiar el mundo, lo cambió", manifestó Böll en su 60º cumpleaños.

Escritor social

Fue un escritor social en el mejor sentido de la palabra. Nunca dudó en criticar abiertamente los fenómenos que consideraba perjudiciales en el desarrollo de una sociedad surgida del trauma que fue la Il Guerra Mundial.

En 1978, al criticar las formas de represión y exterminio del terrorismo que se estaban perfilando en la RFA, fue acusado de ser simpatizante de los terroristas. Un periodista de televisión llegó a señalar a Böll como "cómplice" moral de la muerte en atentado de un juez muerto por la Fracción del Ejército Rojo (RAF). Böll llevó al periodista a los tribunales y consiguió una indemnización de 100.000 marcos.

En los últimos años, el escritor destacó como una de las personalidades más activas en el movimiento de protesta contra la instalación de misiles norteamericanos en la RFA. Defensor de la primavera de Praga, primer editor de la obra del soviético SoIzenitsin o intercesor ante Tito para lograr la libertad de intelectuales en Yugoslavia, fue siempre un defensor "insobornable" -como recordaban ayer los partidos políticos parlamentarios alemanes- de la libertad de conciencia y expresión. También en la otra Alemania Böll era respetado y publicado a pesar de las manifestaciones antisoviéticas" que, en opinión del régimen de Berlín Este, hacía.

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